Un estudio de la Universidad de Chile, publicado recientemente por la revista Antioxidants, abordó los vínculos que existen entre distintos tipos de cáncer y el tejido adiposo, más conocido como grasa corporal.
En la investigación los profesionales realizaron una completa revisión de las diversas publicaciones científicas que dan cuenta de esta relación. Al respecto, el profesor Andrew Quest, director del Centro de Estudios sobre Ejercicio, Metabolismo y Cáncer (CEMC) del Instituto de Ciencias Biomédicas (ICBM) de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, expuso que “este estudio reveló 15 tipos de tumores hasta la fecha cuyo desarrollo se ha relacionado con este tipo de comunicación con el tejido adiposo. Entonces, el tumor está en un lugar en el organismo y el tejido adiposo puede estar en otro lugar en el cuerpo y comunicarse entre sí”.
Quest, quien también es investigador principal del Centro Avanzado de Estudios en Enfermedades Crónicas (ACCDiS), añade que cuando este tejido adiposo “se encuentra cerca de la periferia del tumor es donde se favorece una conversación cruzada. Este tumor se puede encontrar en cualquier parte del cuerpo. Por ejemplo, podemos tener un tumor muy relevante como es el caso de cáncer de mama, donde ésta interacción (de tejido adiposo y tumor) es muy común, pero también existe comunicación con tumores en otro tipo de tejidos, no tiene que ser mama, puede ser otro tumor”.
Sobre cómo se desarrolla en el microambiente tumoral y el tejido adiposo, el académico también plantea que “un tumor hay que entenderlo casi como un órgano, donde hay muchas células que trabajan juntas para que el tumor crezca. Entonces, la célula de cáncer en este microambiente manda moléculas y da instrucciones para que ellos produzcan factores que le sirvan a la célula tumoral. La célula tumoral manda un mensaje, una instrucción a estas otras células en el microambiente tumoral, como los macrófagos y los adipocitos, y ellos después mandan lo que necesita la célula tumoral de vuelta”.
En tanto, sobre la grasa corporal, precisa que “lo que sabemos es que hay diferentes tipos de tejido adiposo, hay obesos sanos, porque con la obesidad asociada se generan muchos problemas, por ejemplo, metabólicos, resistencia insulina, hipertensión, etc. Pero hay personas consideradas obesas que no tienen este problema, los obesos ‘metabólicamente sanos’”.
En estos casos de “obesos sanos u obesos con enfermedades metabólicas”, aclara que no se entiende bien la diferencia, “simplemente se constata que existe” y esto podría ser relevante en la comunicación entre tejido adiposo y las células de cáncer en tumores.
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El tejido adiposo, explica el profesor Quest, “protege los órganos, sirve como fuente de energía en caso que no tuviésemos suficiente nutrición y ahí se pueden ver movilizados los lípidos y generar energía”.
Los problemas, advierte, “se generan cuando hay un exceso en la obesidad o la acumulación de tejido graso. Una cierta cantidad de tejido graso es beneficioso, lo necesitamos. Pero cuando hay demasiado ahí se convierte en algo que es un problema y tiene que ver con lo que se muestra aquí, porque empieza a atraer macrófagos, los que inducen cambios también en el fenotipo de adipocitos que empiezan a producir más factores proinflamatorios, más factores dañinos en términos sistémicos”.
Finalmente, el profesor Quest recalca que “esto no significa que todas las personas con obesidad vayan a tener cáncer, sino que solo es un factor de riesgo más, como andar estresados por la vida. Solamente es un factor más para favorecer el desarrollo tumoral”.