Un proyecto ingenioso en Nicaragua ha urdido un plan para impedir el comercio ilegal de huevos de tortuga marina. La solución está en la impresora 3D.Cada año, un sinfín de huevos de tortuga marina son saqueados en la costas de Nicaragua por cazadores furtivos. Los huevos se exportan a todo el mundo y se venden como alimento básico. Este hecho es bien sabido, pero se desconoce el proceso exacto.
Los ecologistas pretenden ahora descubrir esta cadena de suministro. "Sospechamos que los huevos de tortuga se envían ocultos entre los productos de pesca legal”, explica Kim Williams-Guillén, directora de la organización Paso Pacífico, pero no existen evidencias.
Su ONG aplica un método inusual para descubrir las rutas de contrabando: huevos impresos en 3D. Las réplicas están hechas de silicona y a duras penas se distinguen, visual y táctilmente, de los huevos reales. Sin embargo, en su interior existe una gran diferencia. En lugar de un embrión, los huevos contienen un sistema de GPS, que puede transmitir su posición a través de una red inalámbrica.
El proyecto ha sido financiado a través de un concurso de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (también conocida por sus siglas en inglés, USAID). Un premio de 10.000 dólares (unos 9.000 euros) ha hecho posible la producción de los prototipos, que Paso Pacífico espera poder poner próximamente en uso en las costas nicaragüenses.
Primero tienen que probar la eficacia de los transmisores GPS. Actualmente Guillén y sus colegas trabajan en ello. Para ello, cuentan con la ayuda de estudiantes de la Universidad de Michigan, que desempeñarán el papel de cazadores furtivos transportando los prototipos de huevos en sus mochilas. De este modo, la organización podrá realizar un seguimiento de los estudiantes por el campus. Si el ensayo tiene éxito, el siguiente paso será desarrollar una funda estable para envolver los componentes electrónicos en el interior de los huevos falsos. "Cuando se toma un huevo de tortuga en la mano, se siente como una botella de agua, pero con una cáscara más delgada”, explica Guillén.
Trabajando en comunidad
La organización ya tiene experiencia y trabaja con las comunidades locales, del istmo centroamericano, en la restauración de los ecosistemas costeros. Desde 2008, Paso Pacífico ha contratado y formado a guardabosques, que vienen de la región y controlan las playas del Refugio de Vida Silvestre La Flor. Precisamente este es uno de los lugares más importantes del mundo para la anidación de la tortuga marina olivácea, o golfina.
"Si no se protegen las playas de forma activa, una gran parte de los huevos son saqueados furtivamente”, explica Kim Williams-Guillén. Esto es especialmente problemático durante la "arribada", término que describe la llegada de miles de tortugas a las playas. Bajo el amparo de la oscuridad, se arrastran hasta la playa para excavar sus nidos y poner sus huevos. Llegan en gran masa a tierra, un truco de la naturaleza para mantener alejados a los depredadores.
Las tortugas marinas son parte del sustento diario de las comunidades costeras. Sus huevos son una fuente barata y fiable de proteína. Sin embargo, no son ellos quienes saquean los nidos. Según Guillén, la arribada atrae a muchos extranjeros, que "a menudo abruman a los guardias encargados de proteger las playas”.
Peligro en las sombras
De acuerdo con un estudio reciente realizado por la organización Global Witness, 1.029 ecologistas fueron asesinados en todo el mundo entre 2005 y 2015.
Entre ellos Jairo Sandoval, un ambientalista costarricense, que fue asesinado en 2013 mientras trataba de proteger los nidos de tortugas laúd, o baúla. Su muerte saltó a los titulares internacionales y puso de relieve los peligros a los que se enfrentan los conservacionistas cuando luchan contra el comercio ilegal.
Esta amenaza omnipresente es uno de los mayores obstáculos que se deben superar para hacer un seguimiento completo del viaje que realizan los huevos saqueados. Aunque inicialmente parece como si desaparecieran sin dejar rastro, los ecologistas sospechan de la existencia de una red de intermediarios y bandas organizadas, que gestionan su venta en la región, e incluso posiblemente su transporte hasta El Salvador.
Ayuda en forma de huevo
Sin embargo, lo desconocen a ciencia cierta. Y es aquí donde entran en juego los huevos falsos. Los datos que se recojan podrían revelar las rutas de contrabando, así como los depósitos locales y lugares donde se venden los huevos, ya sea en una plaza pública, o en un restaurante en la capital nicaragüense de Managua.
Este conocimiento, a su vez, podría ayudar a los ecologistas a proteger mejor a estos prehistóricos seres marinos. El número de ejemplares actual está muy por debajo de cifras anteriores, como consecuencia de la explotación costera, la contaminación lumínica y la pesca comercial.
La UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) ha clasificado seis de las siete especies de tortugas marinas en peligro de extinción, de las cuales cuatro viven en Nicaragua: olivácea o golfina, laúd, verde y carey. Esta última en peligro crítico de extinción. El robo de sus huevos plantea una amenaza más para la supervivencia de la especie.
"Si desconocemos las rutas de contrabando, estamos dos pasos por detrás”, afirma Alexander Gaos, miembro del Grupo de Trabajo de la UICN, que se ocupa de las tortugas marinas. Es necesario un enfoque múltiple, explica. "Las playas se protegen desde hace años, pero hay coladeros. Las investigaciones sobre las rutas de los cazadores furtivos y los contrabandistas ayudarán a aclarar cómo funciona el sistema en realidad”, concluye.