Hijos de Augusto Góngora revelaron por qué su padre accedió a grabar “La Memoria Infinita”
Un poco menos de dos horas dura “La Memoria Infinita”, último documental de Maite Alberdi, donde Paulina Urrutia y Augusto Góngora no solo abren las puertas de su casa, sino que muestran su mundo más íntimo y su lucha contra el tiempo con el Alzheimer.
Debido a lo íntimo del documental, muchos se han preguntado el por qué mostrar algo tan privado y es a lo que responden los hijos de Góngora.
En conversación con La Tercera, el hijo del periodista, Cristóbal Góngora Neut, contó que su padre “siempre, en todas las decisiones de su vida, nos integró a mí y a la Ja. Cosas que fueran desde remodelar una pieza hasta hacer este documental”.
“Tuvo la delicadeza de integrarnos en este proyecto, en algo que nos podía repercutir en algún sentido al abrir nuestra intimidad familiar. Habíamos conversado con la Javiera, la Paulina y mi viejo que estaba esta idea, y llegó un minuto en que él decidió que quería hacerlo. Nosotros le dijimos ‘bacán’, que lo íbamos a apoyar, que lo respetábamos”.
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“Al principio de las grabaciones nos juntamos con la Maite para conversar un poquito, para hablar de cuáles eran las expectativas de ella, cuáles eran nuestros miedos, pero todo fue muy compartido. Maite hizo un gran trabajo, muy respetuoso. Pero la decisión pasó por él”, recalcó.
Por otro lado, Javiera Góngora recordó que se reunieron con Alberdi “para entender qué quería mostrar, cuál era la historia que quería contar, y presentarle también nuestros temores o aprensiones de hacer público algo tan íntimo”.
“Él quería hacerlo, porque él siempre contó historias de otras personas y esas personas nunca le cerraron la puerta, confiaron mucho en él. Tenía la misma capacidad de llegada que puede tener la Maite, que es una mirada especial, con talento, pero además con cariño, con una preocupación y una dedicación personal. Además, las realidades que mostraba él no eran fáciles. Y había distintas maneras de mostrarlas, pero él siempre buscó formas cariñosas, reflexivas, responsables. Y muy consciente del valor social y colectivo que tenía mostrar esas historias para el país”, agregó.
Con respecto a sus temores, afirma que su “principal aprensión era que hubiera un resguardo por la intimidad más privada, por momentos más cotidianos. No por los problemas de la enfermedad en sí, sino que en el fondo queríamos conocer cuáles eran los límites a los que ella había pensado enfrentarse”.