Los distintos planetas del sistema solar albergan algunas de las maravillas naturales más asombrosas del vecindario, por ejemplo algunas tormentas gigantes, como el caso de la emblemática mancha roja de Júpiter.
En 2018, un grupo de científicos utilizó el Telescopio Espacial Hubble para detectar una tormenta en Neptuno del tamaño del océano Atlántico, el que fue monitoreado constantemente por el grupo de investigadores.
En enero de este año, los datos mostraban que la tormenta seguía su curso hacia el sur, moviéndose hacia el ecuador del planeta, donde se debía disiparse y desaparecer de la potente vista del Hubble. En agosto de 2020, sin embargo, sucedió algo realmente inesperado. El vórtice cambió de dirección, haciéndose más grande hacia el norte.
“Fue realmente emocionante ver a este actuar como se supone que debe actuar y luego, de repente, simplemente se detiene y retrocede”, dijo el científico planetario Michael Wong en un comunicado difundido por la NASA.
Los científicos notaron que apareció una segunda mancha oscura en el planeta, casi al mismo tiempo en que la primera gran tormenta cambió de dirección. “Posiblemente pudo haber sido una parte del vórtice gigante que se rompió, se alejó y luego desapareció en observaciones posteriores”, señala la agencia espacial.
"Estamos entusiasmados con estas observaciones porque este fragmento oscuro más pequeño es potencialmente parte del proceso de disrupción de la mancha oscura", dijo Wong.