¿Mito o realidad? Estudio cuestiona eliminación de las grasas en la dieta
AFP
El régimen mediterráneo, que tiene fama de ser bueno para el corazón, no engorda e influye tan poco en el peso como un régimen pobre en grasas, según un estudio que relanza el debate sobre la pertinencia de recomendaciones tendentes a reducir el consumo de grasas.
Cuando desde hace años los lípidos son culpados de la epidemia de obesidad que afecta al planeta, un equipo de científicos ha querido comprobar el efecto de un régimen mediterráneo "a voluntad", es decir, sin restricciones en el plano de las calorías.
Han estudiado entre 2003 y 2010 a cerca de 7.500 españoles mayores de 55 años repartidos en tres grupos, uno invitado a utilizar aceite de oliva a voluntad, otro a consumir nueces a voluntad y un tercero que debía reducir su consumo de grasas.
Todos los participantes presentaban riesgo cardiovascular alto diabetes, y un 90% eran obesos o tenían sobrepeso.
Al cabo de cinco años, la parte de los lípidos en la alimentación había bajado del 40 al 37,4% en el grupo sometido al régimen pobre en grasas y aumentó ligeramente en los otros dos grupos (del 40 al 41,8% en el grupo del aceite de oliva y del 40,4% al 42,2% en el grupo de las nueces).
Al mismo tiempo, todos los participantes habían bajado un poco de peso, 800 g de media en el grupo del aceite de oliva, 600 g en el régimen pobre en grasas y 400 g en el grupo de las nueces. En cambio, se produjo un aumento del contorno de la talla (1,2 cm en el régimen pobre en grasas, 0,85 cm en el grupo del aceite de oliva y 0,37 cm en el grupo de las nueces).
"Nuestro ensayo muestra que un régimen rico en grasas y verduras como el régimen mediterráneo no engorda", destacó Ramón Estruch, de la Universidad de Barcelona, principal autor del estudio publicado este martes en la revista médica británica The Lancet Diabetes and Endocrinology.
En un comentario adjuntado al artículo, el profesor Dariush Mozaffarian estima que "es hora de acabar con nuestro miedo a la grasa" y no focalizarnos únicamente en la reducción total de las calorías aportadas por las grasas porque ciertos tipos de ácidos grasos tienen efectos muy positivos para la salud.
Azúcar: el real culpable
Los regímenes bajos en grasas han conducido además a un aumento de los azúcares en la alimentación cuando pasan por ser tan responsables de la obesidad como las grasas.
El estudio no ha convencido a ciertos expertos, que señalan la escasa pérdida de peso observada en los tres grupos estudiados. "El resultado más importante es que para perder peso de forma eficaz, es necesario limitar el consumo total de calorías", señala Susan Jebb, de la Universidad de Oxford.
Otro tanto por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que declaró a la AFP que no se trata de recomendar comer grasas "a voluntad".
Pero la OMS reconoce que podría revisar sus recomendaciones -que limitan a un 30% como máximo las calorías consumidas en forma de lípidos- de aquí a fin de año.
En la mayoría de los países mediterráneos, esta proporción ronda o supera el 40%.
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