Shakira celebró su discografía con sus primeros clásicos y reggaetón en su regreso a Chile
Las cuerdas vocales hicieron sufrir a Shakira en 2017. Tuvo que suspender el inicio de su “El Dorado World Tour” en Alemania y, según reconoció luego, pensó en que de esa no se recuperaba. Por eso no deja de tener sentido que en el primer acto de su espectáculo, a 7 años de su último show en Chile, eche mano a sus clásicos pre-fama-mundial hasta hacerlos evolucionar en el ritmo urbano.
La estrella colombiana más importante de la música transforma su discografía en una celebración de sí misma, con un primer acto contundente en el que abundan los fuegos artificiales, y éxitos como “Inevitable” o “Chantaje” que surten el mismo efecto entre el público. En ese punto, en el Estadio Nacional no hay fans nuevos ni antiguos, simplemente un grupo hipnotizado por esos recuerdos.
Tras ese inicio avasallador, Shakira comienza a dosificar los espacios de su show. Primero con la sensualidad de la danza del vientre, un sello de autenticidad a esta altura de su carrera; y luego con un momento íntimo al piano en “Tú”.
Eso sí, en esos momentos cercanos y de decibeles controlados, debió sortear algunas pifias de los sectores más alejados del escenario que se quejaban de que su voz no se escuchaba.
De todas formas, la colombiana suple esos ripios con carisma y entrega. Saca provecho de su físico privilegiado y su movimiento de caderas cuando la cadencia del reggae pide un gesto; juega a seducir alejándose y acercándose a su objetivo en “La tortura”; recuerda a Viña del Mar -una suerte de plaza inmaculada y a la vez esquiva- al cantar “Antología”; y hasta se pone detrás de la batería en un final algo exagerado de “Can’t remember to forget you”.
Un prólogo adecuado para el cuarto acto del espectáculo, donde amalgama sus canciones mundialistas “Waka waka” y “La la la”, como una pequeña gran muestra de su poderío dentro de la industria musical durante la última década.
Y, de paso, la evidencia de Shakira como proyecto internacional: “Hips don’t lie” y “La bicicleta”, los hits que cerraron la noche, reúnen justamente todo lo que es la artista en la actualidad, una latina para todos los continentes.