Se cumplen 50 años de la primera teleserie chilena: la historia jamás contada de "Los días jóvenes"
Para muchos chilenos, la historia de las teleseries nacionales partió con la exitosa “La madrastra”, en 1981. Sin embargo, el origen de las telenovelas criollas se remonta mucho más atrás de la apuesta de ficción que protagonizara Yael Unger y que impactara al público con su trama, actores, personajes y al ser la primera producción por el estilo en Chile a color. Fue en 1967, exactamente, que comenzó el camino de las teleseries en el país, cuando en abril de ese año Canal 13 puso en sus pantallas “Los días jóvenes”. Es así como durante este mes que está finalizando que las telenovelas nacionales han cumplido 50 años de historia.
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El 21 de abril se cumplieron 35 años del estreno de la primera telenovela a color de la TV chilena, la cual llegó a marcar 80 puntos de rating. Emitida por Canal 13, he aquí el detrás de cámaras de la apuesta que marcó para siempre al mundo de la ficción criolla.
Eso sí, para algunos estudiosos e involucrados en el tema hay diversas versiones sobre cuál es la primera teleserie chilena. Ciertas voces hablaban de “El litre 4916”, emitida en 1965, pero sus emisiones eran semanales y, por lo tanto, su formato era de serie, mientras que otros decían que la primera telenovela fue “El socio”, transmitida en 1968 y que realizó la productora Protab, que luego seguiría haciendo más producciones en esa línea. No obstante, por su formato, sus emisiones diarias y su fecha de realización, la primera teleserie local es “Los días jóvenes”, dirigida por el brasileño Herval Rossano y escrita por el argentino Néstor Castagno (ambos ya fallecidos), quienes pasarían después a tener un rol clave en la industria del melodrama en Chile.
Herval Abreu, hoy reconocido director de teleseries y el hombre que lidera el área de ficción de Canal 13, es hijo de Herval Rossano y él mismo señala que “habían dos versiones sobre el debut de las teleseries en Chile, una que se había hecho en Protab, que se llamaba `El socio´, y la otra versión ésta, que es la verdadera, y que mi papá me confirmó, que ´Los días jóvenes´ era la primera teleserie. Años después, Néstor (Castagno) también me contó esto; y los dos, en su momento, estaban muy orgullosos de saber que habían sido parte de un proceso histórico gigante, que había sido montar una telenovela en capítulos, con un buen éxito y el haber sido la primera teleserie chilena”.
Antes de “Los días jóvenes”, el mundo de la ficción en nuestro país se había remitido a los radioteatros, los teleteatros, las fotonovelas y, por supuesto, el teatro y el cine, entonces, ¿cómo se llegó a la producción de telenovelas?
Herval Rossano era un destacado actor y director brasileño. Casado con la cantante chilena Doris Guerrero, en 1964 arribó a nuestro país. Según su hijo, que hoy prepara la tercera temporada de “Soltera otra vez” y que cuando su progenitor se vino al país él apenas tenía ocho meses de vida, “mi papá estaba cansado de la persecución política en Brasil por los cambios de gobierno, así que se vino para acá buscando nuevos horizontes”. En Chile, Rossano trabajó en relaciones públicas primero y luego llegó a trabajar como director en Canal 13, en donde conocería al argentino Néstor Castagno, guionista y actor con quien formaría un gran lazo de amistad y una gran dupla de trabajo.
Castagno, que con el paso de los años estuvo detrás de éxitos del género como “La torre 10”, “Ámame” y “Brujas”, aterrizó a mediados de la década del sesenta en Chile para hacer itinerancia por el país con la obra “El organito”. “Él trajo esta obra a Chile y le encantó acá, por lo que decidió quedarse un tiempo”, recuerda Daniella Castagno, hija de Néstor y hoy reconocida guionista de telenovelas también, agregando que “mi papá hizo buenas migas con gente de teatro de la Universidad Católica y también con Herval Rossano, con quien empezaron a armar varios proyectos y el primero importante que les aceptaron fue `Los días jóvenes´. Para él era de sus teleseries más queridas por lo simbólica que fue”.
El gran galán de los comienzos, la "damita joven" de la época y un camarógrafo que llegó lejos
Leonardo Perucci, uno de los protagonistas de "Los días jóvenes" y quien en la actualidad está radicado en Costa Rica, cuenta a T13.cl que “esta fue una idea conjunta de Herval Rossano y de Néstor Castagno y contó con el apoyo irrestricto de otro gran pionero de la televisión criolla, el inolvidable Eduardo Tironi, quien era el director en ese momento de Canal 13”.
“Los días jóvenes” giraba en torno a las historias amorosas y de vida de un grupo de jóvenes. En su cuyo elenco había figuras como Mirella Latorre, Mario Rodríguez, el mencionado Leonardo Perucci, Silvia Santelices, Mario Santander, Rafael Benavente, Pepé Guixé, Héctor Noguera y Eliana Vidal, entre otros.
“Era una historia de gente joven, con los elementos típicos del género. Algunos amores realizados, otros frustrados, padres estrictos que se oponen a estos romances y hasta varios muertos de por medio. Recuerdo que morían los personajes de Eliana Vidal y Héctor Noguera, por ejemplo… en fin, un melodrama de tomo y lomo”, rememora Perucci, quien en la ficción era “Francisco Jara”, uno de los galanes principales.
Su pareja en pantalla fue Silvia Santelices, quien hoy acumula una dilatada trayectoria en telenovelas. Su última incursión en el género fue el año pasado en “20añero a los 40”. “Yo era como la damita joven de la época y enganchamos rápidamente para trabajar con Herval (Rossano), él era una persona muy creativa, muy cálida y que, además, nos enseñó mucho”, destaca la actriz que actualmente es concejala de la comuna de Rancagua.
La figura de producciones como “La madrastra”, “Brujas” y “Papi Ricky” recuerda que “nosotros fuimos como los conejillos de indias, partimos experimentando esto de las telenovelas, todos estábamos aprendiendo el oficio, desde los camarógrafos hasta los directores y actores, entonces fue bien interesante”.
Dentro del equipo de “Los días jóvenes” estaba un camarógrafo que luego alcanzaría gran importancia en el género de las teleseries: Óscar Rodríguez, el mismo que luego dirigiría hitos como “La madrastra”, “Los títeres”, “Ángel malo”, “Marron glacé” y “Playa salvaje”, por nombrar a algunos.
En los años sesenta, Rodríguez dejó de lado sus estudios de ingeniería comercial para buscar algo que realmente lo motivara y es así como, sin experiencia ni estudios en la materia, se presentó a algunas pruebas en Canal 13 para ser camarógrafo. “Me acuerdo que teníamos de directores y examinadores a nombres como Herval Rossano y Hugo Miller, y buscaban a un camarógrafo, pero al final dejaron a dos, a Hugo Arévalo y a mí”, relata Óscar, quien empezó a trabajar en el 13 como camarógrafo de programas, a lo que añade que la escuela de ellos solo fue el trabajo:“la gente detrás de cámaras, salvo la parte ingenieril del cuento, no teníamos ninguna experiencia y no teníamos ninguna escuela donde aprender”.
El hombre que llegara a ser clave en las telenovelas chilenas pone énfasis en que esa época “lo más entretenido de hacer eran las teleseries, los otros programas eran importantes, pero llegar a las teleseries era como un premio, demandaban mayor concentración, alguna aptitud artística, componer bien los planos, ser rápido y muchas otras cosas más”.
En vivo, la creación del rotero, una pareja casi en la vida real y exteriores en un patio
“Los días jóvenes” se emitía inicialmente lunes, miércoles y viernes y luego pasó a exhibirse de lunes a viernes. Como en 1967 aún no había videotape, la teleserie no se podía grabar, por lo que iba en vivo y en directo.
“Esto iba en vivo todos los días y eso era muy exigente. Los que trabajamos los primeros tiempos en la televisión adquirimos un oficio a la fuerza. Yo me sorprendía que cuando uno se equivocaba en algo, encontraba el sinónimo exacto y siempre había que memorizar esos textos rápidamente”, declara Silvia Santelices, quien agrega que “el director se leía la escena, luego te marcaba los movimientos, después se hacía una prueba de cámara y posteriormente se salía al aire”.
Respecto a esto, Óscar Rodríguez destaca que “no se podía meter la pata, uno estaba obligado a hacer las cosas bien y el actor a recordar sus textos y a improvisar sobre la marcha cuando había algún problema o algo fuera de contexto”.
Leonardo Perucci comenta un dato que hoy es parte base de cada producción dramática: "no existía lo que ahora se conoce como el rotero (plan de grabación) implementado posteriormente por Herval... rotero que venía del portugués ´roteiro´ u hoja de ruta. Había que estar muy atentos a los llamados, ya que la gran mayoría no nos dedicábamos, como ahora, cien por ciento a la telenovela. Hacíamos teatro, radio y fotonovelas, prácticamente la exclusividad no se contemplaba".
El actor que en la década pasada estuviera en productos como "Hippie" y "Descarado" destaca sobre los comienzos de las telenovelas en Chile que "recuerdo muy bien la excitación que nos producía el estar enfrentados a un nuevo fenómeno televisivo. Ya había llegado a Chile ´Natacha´, una telenovela peruana de relativo éxito, pero, claro, una cosa es verla y otra es hacerla. Prácticamente todos los actores proveníamos del teatro, por lo que hubo que bajar los grados de interpretación. Y recuerdo la energía y vitalidad que Herval (Rossano) le imprimía a todos sus trabajos. Siempre ensayaba con los camarógrafos presentes y todos sabíamos en qué momento estabámos en cámara y qué plano teníamos. Sin embargo, quizás lo más sorprendente fue el éxito que tuvo ´Los días jovenes´ y sentir por primera vez el reconocimiento de la gente en la calle y que te nombraran como el personaje de la novela".
La teleserie "Los días jóvenes" se partió grabando en unos estudios del cuarto piso de la casa central de la Universidad Católica (ubicada en Alameda) y posteriormente pasó a registrarse en otros estudios que el canal dispuso en calle Lira. El equipo de la telenovela, en tanto, era pequeño, alrededor de 20 personas, muy lejanos a las grandes cifras con las que en la actualidad se hacen telenovelas -más de 80 normalmente-.
Tras “Los días jóvenes”, siguió la producción de teleseries, marcando el comienzo de la era de las teleseries de la productora Protab, que en 1968 hizo “El socio”, también con Silvia Santelices y Leonardo Perucci como pareja.
La actriz revela, como anécdota, que “éramos muy amigos con Perucci y una vez intentamos pololear en la vida real” ¿Y qué pasó? “Nos dio una tentación de risa que no pudimos, no hubo caso de darnos un beso en serio”, confiesa la ex figura de Canal 13.
“`Los días jóvenes´ iba diariamente y con su realización se vio lo atractivo que resultaba para el público. El público estaba acostumbrado a seguir historias a través de la radio, entonces ver imágenes fue mucho más entretenido y seguir una historia era muy interesante”, declara Santelices.
La misma actriz también rememora la precariedad con que se hacían las telenovelas en sus inicios: “Protab tenía unos estudios en la calle Tarapacá, un set enorme que era como una especie de bodega y que en alguna época debió haber sido un garaje, y me acuerdo que el maquillaje era en una salita chiquitita afuera, o sea, si estaba lloviendo, uno se maquillaba y después corría al estudio. Era bien precario a como es todo en la actualidad, pero estábamos todos entusiasmados y felices comenzando este camino de producción de teleseries en Chile”, a la vez que Óscar Rodríguez recuerda que en la época de Protab las escenas en exteriores, a lo más, se hacían en el mismo patio de la productora, debido a que no habían más recursos.
El entonces camarógrafo y luego director explica que “las teleseries implican un esfuerzo y una continuidad de trabajo demasiado grande, y `Los días jóvenes´ tuvo una buena recepción y eso hizo que el género destacara como tal y se pensaran otras producciones. Así es como empezamos con otras telenovelas que vinieron después y que también anduvieron muy bien”. "La chica del bastón", "El padre Gallo", "La sal del desierto", "J. J. juez" y "Martín Rivas" serían algunas de ellas, hasta llegar a 1981 con la primera telenovela chilena en colores, "La madrastra".
El invento de un terremoto y el gran legado de "Los días jóvenes"
En pleno 1967 no había forma de saber cuántos chilenos veían un producto de televisión, por lo que los hombres detrás de “Los días jóvenes”, Herval Rossano y Néstor Castagno, decidieron inventar en pantalla, al término de un capítulo, que se había producido un terremoto en la zona de San José de Maipo, al estilo de Orson Welles... todo ello con el afán de conocer la llegada de la teleserie entre el público. Y el impacto fue tal que hasta el Ministro del Interior de la época, Bernardo Leighton, llegó hasta el 13 para aclarar la situación y se debió hacer un desmentido en pantalla.
Daniella Castagno, hija de Néstor, explica que “ellos querían solo saber cómo le iba a la teleserie, porque en el canal les decían que súper poca gente la veía y que casi les estaban haciendo un favor al tenerla en pantalla, entonces dejaron la escoba y los trataron de irresponsables, pero al menos supieron que la teleserie era un éxito”.
En la actualidad no hay ningún material audiovisual de “Los días jóvenes”. Como dice Herval Abreu, “en esa época, si se llegaba a hacer algún exterior, se hacía en cine, y el resto iba todo en vivo, entonces no hay ningún registro de eso”.
No obstante, “Los días jóvenes” marcó definitivamente el comienzo de un sinnúmero de telenovelas en Chile y la partida de un género que llegó a lo alto de la TV. “La telenovela tiene una fórmula de adicción que es muy entretenida y esa adicción es la que la hace interesante como género, que no la tienen otros programas de ficción, y, probablemente, le permite al público cumplir sueños de vivir cosas al límite”, enfatiza el director del área de ficción de Canal 13, quien sintetiza que “en el caso de `Soltera otra vez´, todos quisieran ser parte de este grupo de amigos y tener a estos amigos para llevárselos a la casa. Y para no ser estancados en Canal 13, en el caso de una teleserie como `Pituca sin lucas´ todos quisieran tener unos vecinos como esos o en `La colombiana´ todos quisiéramos tener una vecina como ella. Es la proyección de la vida de esos personajes que se meten en tu casa y se transforman en tus primos, hermanos, novios o amores lo que provoca ese fenómeno de querer seguirlos”.
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