Royal Blood en Lollapalooza: el poderoso representante del rock británico
Bastián García Santander, desde Chicago, Estados Unidos.
17.15 horas en Chicago y por el sector sur del Grant Park se asoma uno de los grandes contrastes de Lollapalooza. Minutos antes, Glass Animals puso el baile y la fiesta, y ahora Royal Blood se dispone a arrasar.
El dúo británico es quizás el último gran representante del rock de su país. Sus compatriotas lo sintieron cuando la banda su álbum debut homónimo, ubicándolo como el disco más vendido del género en su primera semana, desbancando a Noel Gallagher, pero no se trata solo de números.
En vivo, esa propuesta que une el garage con el blues crece en base a la base rítmica de batería-bajo (y la ayuda de algunos pedales) con la que Ben Thatcher y Mike Kerr se vuelven un huracán sonoro.
Thatcher gestiona cada canción con precisión matemática, siendo su compañero el que rompe las secuencias cuando golpea las cuerdas. Inspirados por Queens Of The Stone Age, de hecho, el frontman aplica en sus composiciones la misma calentura trasnochada de Josh Homme, con canciones como "Lights out" o "Little monster" que hablan de excesos nocturnos y los dramas de recordarlos.
En Lollapalooza, además, la dupla se acopla en cada tema. Ninguno le roba protagonismo al otro, descansan en una fórmula donde la suma de las partes es lo que importa. Kerr lo sabe y después de distorsionar "Figure it out" para deleite de los asistentes, termina encumbrado detrás de la batería de su compañero.
Rock en alza y en estado puro.