Muse descargó artillería pesada en su tercer concierto en Chile
Fotos gentileza: Cactus Medios
Desde antes del lanzamiento de "Drones" (2015), su último álbum de estudio, el líder de Muse, Matt Bellamy, dejó en claro su preocupación por lo que le depara a la humanidad: la alienación de nuestra raza ante fuerzas superiores. Sucumbiremos antes las máquinas, debe pensar. Y en su tercer concierto en Chile, el trío hizo un recorrido por ese final inevitable, como una ópera futurista de alto voltaje.
A las 21:10 horas se apagaron las luces del Movistar Arena y la pantalla principal del escenario fue invadida por un sargento de la milicia norteamericana, como sacado de "Full metal jacket", antes que la agrupación apareciera en escena, dando paso a "Psycho", uno de los singles de su obra más reciente.
De inmediato, las 13 mil personas que llegaron al domo mayor del Parque O'Higgins se dejaron hipnotizar por la artillería pesada detonada por Muse, con esa propuesta apocalíptica de estar siempre apuntados por la mira de un misil y vigilados por infinitas cámaras, mientras "Reapers" aumentaba los decibeles y la velocidad del espectáculo.
A lo largo de su carrera, posiblemente Bellamy ha tenido sueños premonitorios, porque a su paranoica visión sobre el futuro, que intenta plasmar con riffs furiosos y melodías inquietantes, lo apoyan títulos como "Hysteria" y "Apocalypse please" -dos clásicos de su discografía-, que interpreta como si ya no quedase tiempo y con un falsete que da la impresión de querer quebrarse en cualquier segundo.
A ratos, Muse es la mejor banda de metal del circuito, con movimientos precisos y la suciedad justa en el sonido, que le agrega rudeza a la artillería de los británicos; con el bajista Christopher Wolstenholme irradiando actitud y regalando atmósferas tensas y desgarradoras al catálogo del trío; y el baterista Dominic Howard administrando los tiempos de un combo que pareciera querer salirse de control en cualquier instante.
Pero también hay tiempo para bajar revoluciones, porque la cadencia de "Madness" atrapa y hace cantar a cada uno de los espectadores.
Desde allí, el show se transformó en un coro interminable dado por un espectáculo de grandes éxitos, donde la banda desenfundó "Supermassive black hole", "Time is running out", la románticamente galáctica "Starlight" y "Uprising", con un final extendido que dio paso a la inclusión de una serie de globos negros gigantes que el público llevó de lado a lado dentro del recinto y que al caer sobre sus cabezas se reflectaban en ellos.
Mientras terminaban de reventarse, hubo espacio para una pequeña pausa, pero aún habría espacio para dos estallidos más: palmas arriba, Bellamy inspirado al ritmo de "Mercy", y la producción disparando confeti rojo y blanco que le dio más espectacularidad y color a los últimos pasajes del concierto.
Desenlace que llegaría con "Knights of Cydonia", la explosión perfecta de un western nacido fuera de este planeta. "Tú y yo lucharemos por sobrevivir", grita el frontman en medio del hit. Quizás aún tiene esperanzas de salvación.