Antes de convertirse en una de las referentes femeninas de la industria del tatuaje, Megan Massacre tuvo que pelear contra varios prejuicios. Megan Woznicki —su nombre real— quiso convertirse en artista a los 14 años, no la acompañaba ni la edad ni el dinero. Además era mujer, tenía que hacerse un espacio en un mundo que, primero, estaba dominado por hombres y, segundo, era mal visto por buena parte de la sociedad.
"Cuando salía de mi casa, algunas personas me hablaban abiertamente acerca de su aversión por mi apariencia, tanto hombres como mujeres. Algunos decían que me veía horrible, simplemente; otros que estaba cometiendo un gran error con mi vida y que me arrepentiría en el futuro", dice a T13.cl.
Han pasado 13 años desde esos episodios y jamás se ha lamentado. Trabajó en Pennsylvania y Filadelfia, antes de ganarse el respeto de sus colegas y protagonizar los reality show del canal TLC "America’s Worst Tattoos" y "NY Ink".
Hoy es parte de Wooster St. Social Club, uno de los estudios de tatuajes más respetados de Manhattan, y el 25 de febrero volverá a Chile como la estrella de la nueva edición del festival Summer Ink Chile —que se realizará en el Centro de Eventos VTP de Valparaíso—.
—¿Es machista la industria del tatuaje?
"En el comienzo de mi carrera, la industria del tatuaje era mucho más masculina. Eso fue en 2004, y las mujeres artistas no eran tan comunes entonces. Por un lado, ser una de las pocas mujeres era genial para el negocio porque los clientes preferían tatuarse conmigo, pero mucha gente se rehusaba por la misma razón. Supongo que solo había un estigma. Y no siempre fue fácil ser tomado en serio por otros artistas masculinos también. Sin embargo, con el tiempo ha cambiado mucho de eso. Hay muchas artistas femeninas increíbles y las mujeres son mucho más respetadas. Siento que la cancha se ha igualado", dice Megan Massacre.
—¿Qué le diría a esa gente que piensa que un cuerpo tatuado no luce bien al envejecer?
"Sin importar si tienes o no un tatuaje, tu piel envejecerá. Cuando sea vieja no buscaré lucir bien para nadie ni intertar impresionar, así que ¿por qué me importaría que mis tatuajes sean viejos? Ellos se volverán viejos conmigo".
—¿Cuál es el peor tatuaje que ha visto o el peor que ha tenido que arreglar en su trabajo?
"Es difícil escoger solo una experiencia en particular, pero recuerdo uno que llevaba una mujer en ambos pechos. Eran ridículos. Uno era de una bota de vaquero llena de papas fritas y el otro un hot dog que tocaba la guitarra. Ambos eran grandes y oscuros, así que realicé una sola pieza en su pecho con hojas de otoño que eran sopladas por el viento, con colores muy brillantes. Creo que me tomó tres sesiones de 5 a 6 horas cada una".
—Esta es su segunda vez en nuestro país, ¿qué recuerdos guarda de Chile?
"¡Estoy muy emocionada de regresar a Chile! Mi primera vez fue genial, conocí a tantos fanáticos… Ahora quiero divertirme tatuando y explorar sus hermosas playas y viñedos".
—¿Y de la industria chilena del tatuaje?
"Hay grandes artistas en Chile. Tuve la suerte de conocer a algunos en mi último viaje. Uno de los amigos que hice tenía unos retratos tatuados sorprendentes y me llevó a conocer a Celso Valenzuela, el tatuador que se los había hecho. Me sorprendió la cantidad de detalles y habilidad en sus retratos, tan realistas. También conocí a una chica muy dulce, Medusa Monroe, de Medusa Monroe estudio de tatuajes en Viña del Mar, que también ha venido a visitarme en mi estudio en Nueva York".