Hace diez años, la música y el mundo vieron cómo Britney Spears se estrelló estrepitosamente sobre su legado. Durante 2006 y 2007, los escándalos fueron la portada de una etapa autoflagelante que se caracterizó por las peleas con la prensa y los fotógrafos, decisiones impredecibles como la de raparse la cabeza y la producción de espectáculos de mala calidad.
Pero la voz de "Oops!...I Did It Again" recogió pieza por pieza esa figura que la transformó en la "Princesa del pop" y comenzó a recomponerse. Y este viernes dio un nuevo paso para recuperar su leyenda con el lanzamiento de "Glory", su noveno trabajo discográfico.
El sucesor de "Britney Jean" (2013) cuenta con la producción de Mischke (Michael Jackson, Gwen Stefani), la colaboración del rapero estadounidense G-Eazy en la canción "Make me..." y 12 canciones que reiteran el carácter provocativo que la cantante explotó desde siempre.
Pop sintético y EDM son las claves de un trabajo que se aleja del autorretrato, proyectando a Britney Spears como una femme fatale dispuesta a la lujuria.
"Glory". además, es la materialización de un año en la que la mujer de "Toxic" se puso a punto físicamente para demostrar que aún sigue vigente. Continúa presentando su show "Piece of me" en Las Vegas —con críticas positivas, en su mayoría— y este domingo actuará en los MTV Video Music Awards, con la misión de olvidar definitivamente los fiascos que sufrió en ese escenario.
Para ello, Spears publicó un video apelando a sus mejores épocas: su traje de latex rojo y la serpiente pitón amarilla con la que bailó en 2001 son parte de los recuerdos que quiere reinmortalizar.
¿Volverá a ser la "Princesa del pop"? Esta semana puede ser clave para la recuperación de su estatus.