A los 5 años ya se había interesado en la guitarra; a los 15 entendió lo que representaban las letras de Violeta Parra e Inti Illimani; a los 18 se mudó a Santiago desde Victoria, la localidad de la 9ª Región con la que bautizó su proyecto musical; y a los 22 años publicó su álbum debut, que habla precisamente de ese viaje personal y profesional que también representa un eterno regreso: entre más se aleja, las letras detrás de "Prenda" (2018) —uno de los mejores títulos nacionales de la temporada— perfilan de forma más intensa su relación con el sur de Chile. El cantautor Francisco Victoria empieza a trazar en esos términos un nuevo camino dentro del mapa de la música local, uno que lo guía a continuar la posta de artistas como Dënver, Javiera Mena o Alex Anwandter, que produjo el disco.
Y este sábado 9 de junio a las 22:00 horas tendrá su primer desafío en vivo, en el lanzamiento de la placa en Matucana 100 (entradas a la venta a través de M100.cl).
—¿Hay ansiedad de ver plasmado en este show el trabajo de todo un ciclo?
O sea, yo creo que está el desafío de hacer que todo lo que está en el disco suene lo más orgánico posible, con más músicos en el escenario y creo que será la primera vez que toque frente a tantas personas que solo esperan estas canciones y que van a escuchar este disco. En ese sentido, para mí es súper emocionante estar mostrándolas por primera vez frente a personas que no las habían escuchado antes, con quienes no nos habíamos visto antes. Es súper extraño porque ha sido muy rápido todo este proceso de mostrar el disco y todos los días son más las personas que me escriben y me dicen que les gustó. Más que ansiedad, siento una cosa muy bacán no más, de al fin estar con las personas para las que está hecho el disco, porque este disco no es solo para mí, es para las personas que inspiran hacer este tipo de canciones y conectarse con uno mismo no más.
—Si bien en "Prenda" se recrean situaciones y lugares personales, también hay cierta universalidad, ¿cómo lograste esa dualidad?
Coincidió justo —la época en que comencé a trabajar en las canciones del disco— con venirme a vivir a Santiago. Eso gatilló un montón de cosas. Primero que yo me puse en un estado y con una disposición distinta para vivir las cosas que me pasaran y eso lleva a estar muy en contacto con lo que uno va sintiendo a medida que va viviendo las cosas. Y eso está en el disco. Son pequeños relatos de historias tristes o no, que me pasaron desde el sur hasta acá y es una cosa de proceso de maduración. Siento que no hay una fórmula para ese tipo de letras. No sé si pueda volver a hacer algo así, es extraño no más porque medio que conectándose con lo más personal de uno puede llegar a lo más personal de las demás personas y no se trata de ser lo más general posible y aún la gente llena esos espacios en blanco. No quiero ser famoso, no quiero que la gente me idolatre, soy igual que todo el mundo, todos sentimos estas mismas cosas y todos los experimentamos de distintas maneras, y creo que eso está en las letras.
—Al ser el artista, necesariamente se forma una relación con esas personas que no puede ser horizontal, ¿cómo te sientes ahora que tu teléfono suena más o que te escriben más por redes o que los fans te exijan estar más en contacto?
Es raro. Había pensado que en algún momento algo así podía pasar. Nunca ha sido un objetivo en mi vida, ese tipo de reconocimiento y relaciones con las personas son una consecuencia de algo pero nunca un fin y creo que manteniendo eso en el centro de la conversación me parece súper lindo no más, que la gente se manifieste de esa manera y yo intento ser lo más receptivo posible y responder lo más que puedo e intento mantener, o sea... Es verdad, uno nunca puede realmente lograr una relación completamente horizontal, pero creo que con ninguna persona en la vida. En uno u otro nivel estamos bajo o sobre cierto nivel de conciencia, y es interesante ver y conocer nuevas personas y ver cómo se relacionan con el trabajo que uno ha hecho.
Mi relación con el sur es un poquito violenta, el sur y la provincia en Chile es un lugar súper particular y súper silencioso, es una pequeña calma que se vive constantemente, todo el tiempo, en todas partes, y se respira represión cuando uno está allí
—Viajaste de Victoria, Región de la Araucanía, a la capital, ¿cuál es tu historia con "el sur"?
Soy de un pueblo muy pequeño y católico en la 9a Región. Y mi relación con el sur es un poquito violenta, el sur y la provincia en Chile es un lugar súper particular y súper silencioso, es una pequeña calma que se vive constantemente, todo el tiempo, en todas partes, y se respira represión cuando uno está allí. Crecer en esa represión es la principal causa de que yo haga lo que hago ahora y creo que es una respuesta a eso mismo, a decir las cosas lo más claro posible, de la manera más personal, es la mejor manera de conectar con esas personas también, que están en esos espacios donde yo crecí, viviendo las cosas que yo viví. Se me hace la mejor arma política para romper ese silencio, para romper esa calma, y para decir algo que a mí me importa de verdad.
—Uno piensa en la gente que vive fuera de la capital con cierto romanticismo, donde es más difícil y más intenso, a la vez, relacionarse con gente con los mismos gustos...
Sí, lo entiendo, e inevitablemente esta manera de vivir se volvió parte de mí. Al mismo tiempo que estoy dejando de pelear en contra de eso intento volverme la voz de ese lugar cuando me pongo este apellido que es el nombre de mi pueblo donde nací y donde crecí. Entonces, estas cosas se entrecruzan de un montón de maneras. Allá porque todo el mundo estaba muy concentrado y pendiente en encajar todo el tiempo en estos estándares católicos, morales muy correctos y acá no. Acá cada uno es como es, y obviamente se sufre una represión a viva voz. Puedes ver las manifestaciones todos los días en Santiago y es una manera de vivir súper distinta, pero creo que las dos maneras merecen que alguien les preste atención.
—Cuando empezaste a hacer música, ¿practicaste con la "música de iglesia"?
Tenía hartas maneras de lidiar con eso, pero lo que más me importaba era hacer música. Y claro, a los 5 años la única posibilidad de hacer eso era tocar la guitarra en la iglesia, después de eso fue tomar clases de guitarra, después fue armar conjuntos —cuando chico tocaba flauta traversa en un conjunto de cámara y tocaba quena en un conjunto de música latinoamericana y hacíamos canciones de Inti Illimani—. Siempre tuve una búsqueda desde bien chico de hacer, hacer, hacer y aprender, aprender, aprender. Una cosa era aprender a cantar a Violeta Parra o Inti Illimani y otra cosa era adherirse a lo que estaban diciendo, y cuando se produce ese quiebre es cuando me dan ganas de irme y decir "¿qué está pasando acá? Necesito decir cosas que me importan, por qué nadie está haciendo nada y todos están atrapados en sus burbujas de la provincia, del silencio extremo". Era innegable tener que decir algo.
—¿A qué edad tuviste ese quiebre?
Yo diría que fue como a los 15 años, cuando participé en un concurso de música e hice una de mis primeras canciones, y me di cuenta que en mi manera de escribir las letras estaba ocultando todo, no quería decir nada derechamente porque tenía miedo a lo que pensaran cuando escucharan mi canción y después de eso empecé a pensar en estas maneras de ser muy directo. Los artistas tienden a refugiarse un montón en la manera de decir las cosas, se pierden en rimas que no llevan a nada y finalmente lo que importa es ese mensaje que está en el fondo.
—Dijiste que en Santiago ves día a día manifestaciones sociales y una parte del Nuevo Pop Chileno siempre fue muy político, ¿cuál sientes que es tu lugar dentro de esa radiografía?
Con respecto a cualquier posición política cada uno tiene sus opiniones, pero hay una cosa que son valores, también, que uno como artista está medio obligado a manifestarlos. Me siento un aliado del feminismo, jamás podría considerarme a mí mismo como un vocero de nadie, pero sí las mujeres que están alrededor mío todo el tiempo luchando por sus derechos saben que cuentan conmigo y siempre estoy al lado de ellas. Esa es la posición que debemos tomar los hombres en este momento y las generaciones como en la que estoy yo, por ejemplo, al fin entendiendo cuál es nuestro privilegio, el lugar donde tenemos que estar, y cómo hacernos cargos de estos temas como artistas. Si me preguntan, estamos en un momento de escuchar las voces de las mujeres, escuchar qué es lo que les está pasando, cuáles son sus historias de violencia y de acoso sistemáticos en todas las esferas de esta sociedad y nuestro lugar es estar ahí para ellas, jamás callarnos ninguna violencia y esa es su lucha y nosotros solo podemos ser sus aliados.
—Alex Anwandter produjo este disco y tu música se asocia a la suya inmediatamente, ¿te sientes un heredero?
Decidimos trabajar juntos porque nos sentíamos súper cercanos en hartas cosas, musicalmente, personalmente, políticamente. Es un esfuerzo medio hasta tonto intentar separarme de él, produjo el disco, compusimos juntos algunas cosas. Yo no podría estar más orgulloso de pararme al lado de una voz como la de Alex, que admiro un montón, pero pasa que no sé si podría hablar de "heredero" pero comparto mucho con su generación, y lo más importante es que él y yo estamos diciendo cosas que nos importan a los dos, cosas que son distintas, obviamente, pero cuando uno se conecta de esta manera con hacer arte, quizás las comparaciones son medias inevitables.
—Además de Violeta Parra o Inti Illimani, también creciste escuchando a Prince o el pop de los años 60, ¿en qué lugares encontraste esas influencias?
Lo que une todas estas cosas que pudieron haber influido en mi música y en mi manera de escribir tienen en común que ninguna tiene prejuicios con lo que está haciendo. Son cosas que en mi opinión son bien lanzadas como Burt Bacharach que hacía unas canciones increíbles, Prince nunca tuvo límites en producir y experimentar, Violeta Parra en decir lo que tenía que decir, y son influencias y modelos a seguir pero todos se unen a través de uno.
—¿Te sientes parte de un movimiento junto a otros artistas chilenos o piensas que en esta pasada corres solo?
Me siento bastante en solitario, la verdad. Hay varios artistas que me gustan harto que están en otra onda, y eso igual es más bacán y más valorable. Niña Tormenta me parece una artista increíble, es muy honesta con su música, la banda Tormenta me gusta un montón, con Cristián Heyne como productor, pero no siento que estamos trabajando juntos o que hay una escena. Lo que tengo que compartir lo comparto con muy pocos artistas y mis procesos son súper personales. Sería muy bacán que pasara algo así otra vez (como el Nuevo Pop Chileno) y si pasa sería muy bacán estar ahí también.