Bruno Mars fue un carnaval de música pop en su regreso a Chile
Bruno Mars sube al escenario escondido entre las luces, pero lo delata su silueta. E inmediatamente estalla el griterío de los 68 mil fanáticos en el Estadio Nacional, los mismos que agotaron siete de las nueve ubicaciones disponibles para el concierto en tan solo 48 horas.
En su segunda visita a Chile, el peso artístico del hawaiano cambió exponencialmente, tanto por la explosión de “Uptown funk” como por su propio rodaje dentro de la industria musical. Y este bautizo en el recinto de Ñuñoa fue también su graduación.
De entrada, Bruno Mars exhibe sus dotes de eximio bailarín e intérprete implacable, con las canciones de su último disco “24K magic” (2016) como argumentos para reclamar su título de rey de la fiesta. Es el que pone la música, la diversión y también el espectáculo con cinco paneles rectangulares que se iluminan de acuerdo a la ocasión y fuegos de artificio al por mayor.
“Finesse” y el single que da nombre al álbum despiertan pasiones, noches de juerga, mujeres y altas dosis de alcohol, reflejadas en sus letras y la impronta del artista, irradiando actitud de ganador para regocijo de su equipo denominado como los Hooligans.
Un team consistente en un baterista, un bajista, un guitarrista, un tecladista y sus tres coristas, fieles escuderos que se desdoblan como orquesta de bronces y también como boy band nacida en los suburbios. Con ellos, el protagonista es capaz de devolvernos a la era dorada del funk, a los tiempos de James Brown y también a la juventud de Michael Jackson.
Ritmos retro que tienen en su figura a un heredero a la altura de las circunstancias, e inteligente a la vez para dosificarlos, intercalando la música negra con el pop rock y las baladas románticas de sus primeros trabajos -"Doo-Wops & Hooligans" (2010) y "Unorthodox jukebox" (2012)- donde destaca la simpleza y emotividad de “When I was your man” y la aparición de las guitarras en “Marry you” y “Locked out of heaven”, con un innegable aroma a The Police.
Y hacia el término del espectáculo, Bruno Mars presenta de forma especial “Just the way you are” para bajar las revoluciones y preparar a los fanáticos para el gran final. Porque el encore corre por cuenta de “Uptown funk”, el hit incombustible compuesto por Mark Ronson y representante de la estatura actual del músico, que en casi una hora y 30 minutos de show convierte un concierto en un carnaval de música pop.