Bon Jovi demuestra que la madurez le sienta bien en su enérgico regreso a Chile
Jon Bon Jovi ya no se ata el pañuelo a la cabeza para acrecentar su rubia cabellera ni utiliza una chaqueta de mezclilla con un parche gigante en la espalda. Los tiempos no están para eso. Han pasado más de 20 años desde aquel multitudinario concierto en Wembley que se convirtió en pieza ineludible de los canales de música, y aunque las canas afloran en su cabeza y el líder opta por un look más discreto, la banda nacida en Nueva Jersey ejecuta cada uno de sus éxitos lejos de la cautela.
De hecho, en su regreso a Chile después de cuatro años, tampoco hubo sobriedad en la puesta en escena. El Estadio Monumental —mismo recinto del concierto de 2013— fue testigo de la instalación de una gigante pantalla central de 18 x 10 metros y dos laterales de 9 x 9, de imágenes de distintos lugares de Santiago al inicio y proyecciones de carreteras, casonas y negocios locales, en una vuelta al barrio impulsada por su más reciente disco "This house is not for sale" (2016).
39 mil personas llegaron al recinto de Colo Colo para presenciar a una banda que ha sufrido una serie de cambios en el camino y que hoy cuenta Phil X en guitarra, Hugh McDonald en bajo, además de los fundadores Tico Torres en batería y David Bryan en los teclados. Y con el hombre de 55 años como protagonista indiscutido.
John Francis Bongiovi Jr. (verdadero nombre del cantante) recorre una suerte de "ABC del frontman". Y sin exagerar. El artista sabe en qué momento sonreírle a la cámara para liberar los gritos de las fanáticas, cuándo animar al público, en qué espacios guardar silencio con una mirada seductora e incluso transformar partes de "Bed of roses" al español.
Cada una de esas piezas que componen el equipo titular representan distintas épocas ¿La más reciente? La de una banda que intenta reinventarse lanzando discos, en promedio, cada dos años durante el último milenio; y allí Bon Jovi se ubica en el presente mirando hacia el pasado. Y no solo para añorar tiempos pretéritos como en "This house is not for sale", sino también para conectarse con la realidad estadounidense en "We don't run" —un tema de aires políticos y estrategia popular—.
Aunque, de todas formas, la banda continúa echando mano a un catálogo de hits que ya califica como indestructible.
"You give love a bad name", cuarta del setlist, fue el primer éxito que convocó las voces de todo el público; "Bad medicine", "Runaway" y "Lay your hands on me" rememoraron ese período en el que coqueteaban con el hard rock; e "It's my life" fue recibido como un clásico que va camino a las dos décadas.
Además, en momentos determinados del show, la agrupación atendió a otra de sus especialidades: romanticismo puro en la sobredosis de las baladas soft rock como "I'll be there for you". Himnos de la pista de baile a poca luz y las noches solitarias escuchando la radiocasetera.
En más de 2 horas de show, Bon Jovi demostró que la madurez le sienta bien a sus músicos; y, de paso, el Estadio Monumental (que hace tres años no recibía conciertos) aprobó el simulacro para un próximo espectáculo aún mayor. El 29 y 30 de septiembre albergará el festival Stgo. Rock City, evento en el que desfilarán The Who, Guns N' Roses y Aerosmith.