La prehistoria de Curtis James Jackson III —el hombre tras 50 Cent— es conocida por el mundo de la música y reconocida por su protagonista: dejó el tráfico de drogas para transformarse en cantante, pero las deudas en el mundo delictual siempre se saldan y durante una noche de miércoles, en mayo del 2000, recibió nueve impactos de bala que de milagro no lo sacaron del negocio.
Dos años después, y habiendo grabado su primer trabajo discográfico "Guess who's back?" (2002), dos pesos pesados del hip hop como Eminem y Dr. Dre se interesaron en él y lo llevaron a la cima de la industria.
Durante 13 años —entre su carrera y G-Unit, otro de sus proyectos estelares— se dedicó a enrostrarle a sus enemigos, y de paso a todo el mundo, el dinero y la fama alcanzada a través de la música y el espectáculo, después de una vida que le robó a su madre cuando apenas era un niño y le entregó las privaciones y los contactos que lo transformaron en un delincuente de South Jamaica en Queens, Nueva York.
Ahora, 50 Cent se declara en bancarrota con bienes y deudas que oscilan entre los US$ 10 millones y los US$ 50 millones, a poco más de una temporada de cantar "No te preocupes cómo gasto mi dinero, chico, tengo un montón", en el sencillo "Don't worry 'bout it" del disco "Animal ambition" (2014). Y en medio de una orden judicial de pagarle US$ 5 millones a una mujer —madre de un hijo del rapero Rick Ross— como compensación por publicar un video sexual sin su consentimiento.
Pero la historia comenzó en 2003.
Jackson, tras ser alabado y promovido por Eminem y Dr. Dre, lanzó su primer álbum producido por el dúo —"Get rich or die trayin"—, donde en colaboración con Snoop Dogg rimaba "Chica, podríamos brindar por la buena vida, podríamos tenerlo todo. Realmente podríamos derrochar y devastar el centro comercial", en la canción "P.I.M.P.", que acompañaba su primer número 1 en el ranking Billboard a los singles más vendidos, "In da club".
En cada nuevo trabajo discográfico, 50 Cent acentuaba su poder monetario con frases como "Soy apestosamente rico" o "Esto huele a Benjamins" (referido a los billetes de US$ 100) en composiciones tan simples y explícitas como "I get money" y "Money", respectivamente.
Y cómo no, si durante sus mejores años en la industria de la música, su patrimonio superaba los US$ 270 millones, incluida la venta de la marca de bebidas de fantasía Vitamin Water que le reportó entre US$ 60 y US$ 100 millones.
Según explica Forbes, el rapero no estaría falto de dinero. Eso sí, no tendría lo suficiente para cubrir sus deudas porque si bien sus activos ascenderían a US$ 50 millones, sus pasivos se ajustarían a la figura declarada legalmente.