Ante Lori Lemon, todos los médicos se quedaban atónitos.
Había ido a la Clínica Mayo en Jacksonville, Florida, para extraerse del codo un lipoma, un crecimiento de tejido graso blando debajo de la piel. Necesitaba que el área alrededor de la masa grasosa estuviera entumecida para el procedimiento, pero eso resultó inexplicablemente difícil.
"De todas las vías y todos los diferentes medicamentos que ellos tenían a su disposición, ninguno funcionó", cuenta ella.
Steven Clendenen, un anestesiólogo de la clínica, confirma su historia.
"Los nervios fueron inundados con anestesia local, y al momento de proceder no funcionó", recuerda.
Sus médicos podrían haberse sorprendido, pero Lemon no.
Había tenido este problema -la resistencia anestésica local- desde que tiene memoria. La primera vez que recuerda le sucedió fue hace décadas en el dentista, cuando tenía unos siete años.
Un misterio
Clendenen, quien había visto de primera mano los efectos de esta resistencia en su paciente, decidió investigar más a fondo.
Encontró un puñado de historias diseminadas en la literatura médica sobre casos extraños en los que los pacientes aseguraban que la anestesia local no tenía efecto en ellos.
Resulta que nadie sabe realmente lo que sucede con estos pacientes, ya sea en términos de qué mecanismos causan la resistencia a la anestesia o cuál puede ser el mejor remedio.
Pero un nuevo estudio genético de Lemon y su familia puede ponernos vías de descubrir la respuesta.
Alan Hakim y sus colegas en hospital University College de Londres fueron algunos de los primeros científicos en sacar a la luz estos casos.
Hakim estaba ayudando a administrar una clínica para las personas con el síndrome de Ehlers-Danlos (EDS), un grupo de enfermedades genéticas muy raras, caracterizadas por defectos en el tejido conectivo, lo que conduce a la hipermovilidad de las articulaciones, frecuentes magulladuras en la piel y fatiga.
Pero Hakim encontró que algunos de estos pacientes reportaron resistencia a la anestesia local.
Distintos medicamentos con distintos efectos
Una hipótesis es que su tejido es ligeramente diferente al de los pacientes que no padecen EDS y eso podría afectar la manera en que la anestesia es absorbida.
Los anestésicos locales funcionan interrumpiendo los canales de sodio. Estos canales transmiten iones de sodio cargados positivamente -y con ellos la sensación de dolor- a las células nerviosas.
Pero todavía hay algunas preguntas sobre los detalles prácticos de este proceso. Entenderlo explicaría por qué algunos pacientes encuentran que ciertos fármacos -digamos, articaína en lugar de lidocaína- funcionan mejor que otros.
Una teoría propuesta sobre la elevada eficacia de la articaína, por ejemplo, es que es más soluble en grasa (lípidos) y, por tanto, se disemina mejor a través de cada membrana nerviosa.
Cambiar el lugar de la inyección
También es posible que los nervios de los pacientes puedan estar en lugares ligeramente diferentes a la norma, con alguna evidencia de que los dentistas pueden superar los problemas cambiando el lugar de la inyección.
A veces se inyecta anestesia local en el tejido subcutáneo (infiltración), y a veces se inyecta en un nervio o próximo a él, lo que se conoce como un bloqueo nervioso.
En este último caso, el anestésico se distribuye directamente a las células nerviosas más abajo del sistema nervioso del bloqueo.
Un dentista podría utilizar un bloqueo nervioso si va a realizar una cantidad significativa de perforaciones, por ejemplo, ya que más nervios se verán afectados y la anestesia no tendrá que atravesar tanto tejido para llegar a ellos.
Sin embargo, es escasa la información significativa sobre la materia. Algunos artículos que analizan las razones de la resistencia a la anestesia local en pacientes con EDS no profundizan en ese detalle.
Un problema genuino
Hakim dice que el trabajo realizado por él y sus colegas ha aumentado la conciencia entre los médicos y dentistas de que la resistencia anestésica local es un problema genuino.
Pero muchos nunca han oído hablar sobre eso o son escépticos.
Jenny Morrison, enfermera especializada en EDS y víctima de la condición, conoce el problema demasiado bien.
"(La anestesia) funciona durante unos minutos y desaparece muy rápidamente", dice. "En algunas personas no funciona en absoluto, pero para mí probablemente dura unos 10 minutos".
Morrison piensa que un cambio real en las percepciones de los médicos probablemente solo ocurrirá cuando un amplio estudio formal confirme la existencia del fenómeno en una muestra considerable de pacientes.
Mutación Missense
Pero hay algo más sorprendente en el caso de Lemon: nunca se le ha diagnosticado EDS.
¿Podría haber otras razones para su resistencia a los anestésicos? Esto es lo que se preguntó Steven Clendenen cuando comenzó a examinar la historia clínica de la paciente.
El hijo de Clendenen, Nathan, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale, sugirió que podría haber una causa genética. El resultado de la investigación de su equipo es un nuevo estudio que indica que la resistencia anestésica puede ser más frecuente de lo que pensábamos anteriormente.
Los investigadores preguntaron a otros miembros de la familia de Lemon si experimentaban el mismo problema. Resultó que su madre y su media hermana materna compartían la aparente resistencia, aunque no era tan pronunciada, mientras que su padre no.
El siguiente paso fue analizar los genomas de los miembros de la familia.
Clendenen y sus colegas descubrieron un defecto genético relacionado con un canal de sodio específico en el cuerpo, conocido como sodio 1.5.
El gen afectado, llamado SCN5A, produce una proteína llamada NaV1.5, que es un componente importante de este canal.
El tipo de mutación en cuestión se conoce como una mutación "Missense", por la cual uno de los aminoácidos en la proteína es diferente en las personas con esta peculiaridad genética, lo cual afecta su funcionalidad.
Alan Hakim dice que el artículo es "fascinante".
Sin embargo, enfatiza que el tamaño de la muestra del estudio actual se limita a una sola familia: el resultado necesitaría ser reproducido en otra parte.
Clendenen cree que el siguiente paso es investigar a más individuos que se quejan de la resistencia anestésica local para ver si comparten esta peculiaridad genética.
También quiere examinar el comportamiento de los anestésicos locales en células que contengan el defecto genético en cuestión.
Para quienes han tenido que someterse a procedimientos invasivos en cirugías médicas sin calmantes para mitigar el dolor, o recibir anestesia general solo para hacerse un trabajo dental relativamente rutinario, puede haber renovada esperanza en el horizonte.
"Esto es realmente importante para conseguirlo," dice Clendenen.
"La gente no cree (en estos pacientes) y es muy frustrante. Incluso algunos de mis colegas con quienes he hablado, dicen: 'No lo creo'".