Se estima que hay unas 255 pirámides de distintos tamaños, fueron erigidas entre los años 1070 y 350 a.C. y contaba con escalones muy empinados.
No estamos hablando de Egipto, tampoco de México.
Nos referimos a Sudán, el país que concentra el mayor número de pirámides en el mundo.
Allí, a lo largo del río Nilo, a miles de kilómetros al sur de Egipto, los nubios construyeron estas pirámides durante el Reino de Kush, en la Nubia ancestral.
Muchas de ellas son tumbas de los reyes y reinas que entonces gobernaron la región.
A diferencia de las pirámides egipcias, donde hay unas 138 estructuras triangulares, estas son más delgadas y pequeñas (tienen entre 6 y 30 metros de altura).
Y según los expertos, el tamaño de la pirámide depende de los años de reinado del monarca.
Sociedad pujante
La mayoría de las pirámides se encuentran en el lugar donde una vez vibró la ciudad de Meroe, cuya riqueza dependía de la industria del hierro y de los comercios internacionales que incluía India y China.
Para el arqueólogo Derek Welsby, experto en el antiguo Sudán y Egipto del Museo Británico de Londres, en esa época la fauna y vegetación de la región eran muy distintas.
"Hubo un tiempo en que uno de los sitios más áridos del planeta tenía una población de grandes animales de caza y gente dedicada a la caza y la pesca", le dijo a la BBC.
También era una región muy conocida por los depósitos de oro.
"Incluso hoy, la separación de oro por la criba es una actividad tradicional en el área", afirmó Bruce Williams, del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, quien recientemente descubrió descubrió un enorme centro de procesamiento de oro y un cementerio con unas 90 tumbas, al lado del río Nilo, en el norte de Sudán.
Pero con la conquista de Kush por los antiguos egipcios, hace unos 3.000 años, hizo que "cientos, sino miles de kilos de oro" salieran cada año de la región.
"Todo parece indicar que el oro no se usaba localmente y es muy probable que se extrajera para beneficio del gobernante y su círculo, en Kerma", a unos 360 kilómetros río arriba, añadió Geoff Emberling, también del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago.