El sábado 11 de febrero lo robaron de su recinto acondicionado en el zoológico Luisenpark de Mannheim y el jueves 16 del mismo mes su cuerpo fue hallado por un transeúnte en un estacionamiento de la Museumsstraße, a unos 20 minutos a pie. La (mala) suerte de "53", uno de los 20 pingüinos de Humboldt que posee el parque, impactó no solo a Alemania, sino que repercutió en varios medios a nivel mundial. ¿Para qué alguien querría robar un animal de un zoológico? ¿Qué otro destino sino la muerte podía esperar al joven ejemplar, de apenas 10 meses?
Lo dramático de esta historia es que no se trata de un hecho aislado. Tres ejemplares de la misma especie, que vive en las costas de Chile y Perú y es considerada "vulnerable" por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza, desaparecieron en 2015 del zoológico de Dortmund. Pero hay más casos: monos robados en Magdeburgo, papagayos en Krefeld, gavilanes en Berlín… la lista es larga y ha despertado las sospechas de grupos conservacionistas y las alarmas de la Policía.
"Lamentablemente en Alemania existe un enorme mercado para los animales exóticos que, además, no está regulado. Esto quiere decir que cualquier persona puede tener un monito, culebras o un tigre en su casa. Y mucha gente lo hace", dice a DW Peter Höffken, experto de la agrupación animalista PETA. "Los animales son usados como símbolo de status o como ‘objetos' de colección, y no son pocos los que están dispuestos a pagar grandes sumas de dinero por ellos. Hay numerosas plataformas en internet donde se pueden hacer estas compras", añade el especialista.
Vieja historia
No está claro qué perseguía quien robó a "53" de Mannheim. Tampoco se sabe qué pasaba por la cabeza de la persona, nunca descubierta, que robó un pingüino de anteojos del zoológico Wilhelma, en Stuttgart. "La desaparición de nuestro pingüino nunca pudo ser aclarada y no pudimos recuperarlo", dice a DW Harald Knitter, encargado de comunicaciones de dicho recinto. "En este caso es teóricamente posible pensar que pudo ser robado, pero también pudo ser presa de un zorro. Algo parecido a lo que ocurrió en Luisenpark, donde tampoco se sabe cómo desapareció el pingüino", agrega Knitter.
Curiosamente, en ambos casos se trata de especies de pequeño tamaño, fáciles de robar dentro de una mochila. Lo extraño es que si no se dispone de un ambiente adecuado, la muerte del animal es segura, por lo que su robo no pasa de ser una acción insensata. "Para nosotros es un misterio por qué alguien haría algo así. Hay dos opciones: o se trata de un ladrón muy ingenuo que no sabe que un pingüino solo puede sobrevivir en condiciones muy especiales o un ladrón que sabe exactamente lo que está haciendo y lo hace por una razón precisa. Por desgracia siempre hay robos de animales exóticos de los zoológicos", agrega Knitter.
"A comienzos de los 90 también hubo robos en Magdeburgo. Por ejemplo, una pareja de monos tití fue sustraída por un sujeto que realizaba la acción por encargo, para vendérsela a un presunto 'amante de los animales'. En esa oportunidad el delincuente fue atrapado en Múnich y los monos, tras un breve paso por el zoológico de Hellabrunn, volvieron a Magdeburgo. Por desgracia, esa vez la hembra estaba preñada y perdió a sus dos crías", cuenta a DW Regina Jembere, encargada de relaciones públicas del zoológico de Magdeburgo. "Ambos animales pudieron retomar su vida en nuestras dependencias", añade.
Falta de seguridad
El director del zoológico de Krefeld, Wolfgang Dreßen, piensa que estamos frente a redes criminales bien organizadas. En declaraciones al portal de noticias Morgenweb, el experto recomendó empezar a trabajar de forma más coordinada con la Policía e incluso derechamente contratar detectives para recuperar a los animales robados. De su zoológico, además de los dos papagayos ya mencionados, han desaparecido tres monos tití dorados, cada uno de los cuales puede costar en el mercado negro hasta 30.000 euros. Podemos seguir enumerando: tres canguros bebés robados de Brandeburgo, una boa constrictor de Suhl, un flamenco de Bremerhaven…
"Los delincuentes evalúan de qué zoológico es más fácil robar los animales. Y, si bien en el caso del pingüino de Humboldt es difícil precisar que alguien haya querido robarlo por encargo, como PETA sí criticamos que muchos recintos no están adecuadamente protegidos no sólo frente a los robos, sino también frente a los mismos visitantes, que muchas veces dan comida a los animales o lanzan objetos, causando muertes con ello. Y los zoológicos ahorran en medidas de seguridad o personal porque tienen números rojos y deben ser subvencionados por los contribuyentes", sostiene Peter Höffken.
Como sea, la Policía y la Fiscalía de Mannheim siguen buscando testigos para intentar arrojar algo de luz a la muerte del pingüino "53". Porque, más allá de la pérdida financiera o sentimental que supone la muerte de un animal, en el zoológico Luisenpark recalcaron que se trata, ante todo, de un golpe a la protección de las especies.