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El desolador oficio de las mujeres que ayudan a dar a luz a un bebé muerto

El desolador oficio de las mujeres que ayudan a dar a luz a un bebé muerto
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Sue Armstrong forma parte del creciente equipo de parteras especializadas cuyo papel es apoyar a los padres cuyos bebés nacen muertos.

Cada día unas 7.000 madres en el mundo dan a luz a un bebé muerto. Es un evento que la Organización Mundial de la Salud (OMS) llama "una epidemia olvidada".

El embarazo es para muchos padres un periodo de anticipación y alegría. Y experimentar la pérdida de un bebé en las etapas finales del embarazo o durante el parte es una enorme tragedia.

En Inglaterra y Gales se ha puesto en práctica un nuevo programa para ofrecer apoyo especializado a los padres cuyos bebés nacen muertos.

El programa consiste en equipos de parteras que se especializan en nacimientos muertos. Y Sue Armstrong, es una ellas.

Oficio "desolador"

Lo que constituye un nacimiento muerto - o mortinato-, varía de país a país.

Pero por lo general se le clasifica como la muerte de un bebé después de las 20 semanas de gestación (en Inglaterra y Gales es 24 semanas) o durante el parto. (La muerte del feto antes de las 20 semanas se califica como aborto).

Sue Armstrong, obtuvo su licencia como partera en 1993 y desde entonces ha ejercido esa profesión. Ahora, en su nuevo cargo como partera especializada en duelo, trabaja en la Sala Rosemary en el primer piso del Hospital General de Colchester, en Inglaterra.

Es un cuarto con un mural de un bosque, una cama doble, una cuna y una silla mecedora en la esquina.

Aquí es donde los padres pasan tiempo con su bebé muerto.

"Cuando una pareja está esperando un bebé, sus planes y sueños están centrados en los preparativos para ese bebé", le dice Sue a la BBC.

"De manera que decirte súbitamente que has perdido a tu bebé, que vas a tener que dar a luz a ese bebé, pero que no hablarás con él ni te lo llevarás a casa, que vas a tener que tomar decisiones sobre autopsias, servicios de funeral... bueno, esto es terriblemente abrumador", señala.

Su cargo, dice Sue Armstrong, es nuevo en este hospital y refleja la creciente conciencia nacional sobre este trauma particular y los desafíos de perder un bebé.

Tal como explica la partera, gran parte de su trabajo es profundamente práctico.


Un oso de peluche está colocado en una cuna esperando al próximo bebé muerto que será llevado a la Sala Romsemary,
 

"Actúo como coordinadora de los servicios de duelo que ofrecemos en el hospital", dice Armstrong.

"Me aseguro de que, junto con el equipo de obstetras y parteras, cumplimos con las necesidades físicas y psicológicas de los padres que experimentan la pérdida de su bebé".

"El servicio de maternidad está involucrado con las pérdidas que ocurren después de las 13 semanas de gestación y hasta el fin del embarazo cuando, desafortunadamente, los padres pueden sufrir un mortanato".

"Cuando una pareja llega al hospital y experimenta la pérdida de su bebé -quizás porque ya no se escuchan latidos en el feto- es un período extremadamente traumático para ellos".

El papel de Sue Armstrong también es proteger a los padres.


La mayoría de los visitantes al hospital pasan por la Sala Rosemary sin darse cuenta de lo que hay adentro.
 

La Sala Rosemary, donde los padres pasan tiempo con su bebé muerto, está ubicada lejos de la principal sala de partos para proteger a las madres de los sonidos y llantos de los recién nacidos.

Aislados

Este aislamiento protector del barullo general de un hospital, dice Sue Armstrong, es importante debido a las decisiones tremendamente dolorosas que los padres tienen que tomar.

"Pueden pasar todo el tiempo que necesiten estar con su bebé y que sientan que es apropiado".

"Están en un ambiente donde nadie los apresura a tomar decisiones sobre posibles autopsias, el tipo de servicio de funeral que les gustaría, si desean a un capellán que bendiga a su bebé y otros pasos realmente difíciles", agrega la partera.

"Mi objetivo es reunirme con una pareja que ha perdido a un bebé lo más pronto posible para apoyarlos en todas sus necesidades y para que estén conscientes de la ayuda que pueden tener y los procesos que deben atravesar cuando vayan a casa, ya sea con visitas a su hogar o contacto por teléfono o texto, durante el tiempo que necesiten".


Sue Armstrong con una de las "cajas de recuerdos" que se ofrecen a los padres. Esta contiene una vela, un oso de peluche, tarjetas de memoria para cámaras y otros artículos que pueden ser útiles para un padre en duelo.
 

¿Siente que su trabajo es el más desolador que existe?

"No", responde.

"Muchas de nosotras realmente consideramos un privilegio poder cuidar a una pareja en un momento tan devastador", dice.

"A veces necesitamos apoyo, pero hay una enorme satisfacción con este trabajo ayudando a una pareja en un periodo tan trágico de su vida", agrega.

"En este momento en mi vida y con la experiencia que tengo, siento que puedo ofrecer algo a estas parejas. Siempre pueden contactarme por teléfono".

Y en ocasiones, dice, desde la desesperanza puede surgir una inmensa felicidad.

"Ayer me llamó una pareja que había perdido a su bebé a principios de este año. Querían que yo fuera la primera en saber que iban a tener otro bebé".

"Esa es una de las partes más agradables de este trabajo", asegura Sue Armstrong.

Según la Organización Mundial de la Salud, cada año nacen muertos 2,6 millones de bebés en el mundo, la mayoría en los países de medianos y bajos ingresos.

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