Las condiciones sanitarias varían en todo el mundo. Según las Naciones Unidas, 4.200 millones de personas no cuentan con servicios sanitarios, y 673 millones de personas hacen sus necesidades al aire libre. Así, las enfermedades se propagan con mayor facilidad y el agua potable se contamina. Debido a estas condiciones, cientos de miles de personas mueren al año. Es por ello que la ONU se refiere ahora a una crisis de higiene que está afectando al mundo, y quiere llamar la atención sobre este tema este 19 de noviembre, en el Día Mundial del Retrete, inodoro o excusado.
Los primeros inodoros
Los baños, servicios, o evacuatorios más antiguos fueron construidos en la Mesopotamia entre los años 3500 y 3000 A.C. Estos consistían en fosas profundas, revestidas de caños de cerámica sobre los que era posible sentarse. Las heces permanecían en el recipiente, mientras que la orina se filtraba a través de los agujeros de las paredes hacia el exterior. No había un sistema de cisterna. Durante esa misma época, los babilonios y los asirios también construyeron sus propios inodoros.
Sin embargo, no era muy común usar esos retretes ni construirlos. Se hicieron populares gracias a los griegos y a los romanos. En los hogares más pobres se usaba un barril para verter el contenido de los orinales, mientras que los romanos más ricos tenían su propio baño privado. No obstante, la mayoría de las personas utilizaban letrinas públicas para 50 a 60 personas.
Durero, amonestado por un inodoro en su cocina
Con el colapso del Imperio Romano, también desapareció la cultura del baño. En el Medioevo, la gente hacía sus necesidades en orinales o escupideras, y tiraba los desechos a la calle.
En las murallas de los castillos había pequeños baños, pero estos no eran muy higiénicos: los productos del baño terminaban en las fosas. El resultado fue que la peste, el cólera, y las epidemias de fiebre tifoidea ganaron terreno.
Los retretes no eran muy comunes durante la Edad Media, ya fuesen privados o públicos. El pintor Albrecht Dürer (Alberto Durero) fue incluso amonestado por la ciudad de Núremberg por haber instalado un inodoro en su cocina, y como era una persona de renombre, también recibió una multa.
Apariencia noble y olores desagradables
La situación en torno al lugar para las necesidades orgánicas humanas no mejoró ni siquiera en la Edad Moderna. La gente usaba para eso los establos o, simplemente, los campos. Tampoco la nobleza de la corte de Luis XIV le daba mucha importancia a la privacidad y a la higiene. Con 2.000 habitaciones, en el Palacio de Versalles había un solo baño. El Rey se sentaba en una silla especial con un recipiente debajo, y con respaldo, mientras conversaba animadamente con sus invitados. Luego, las heces y la orina se tiraban al exterior, amontonándolas sobre una pila.
El inodoro con sistema de cisterna
Durante la segunda mitad del siglo XIX, en Europa se comenzó a imponer el retrete con un sistema de cadena de cisterna. Aunque el poeta británico Sir John Harington lo inventó en 1596, sus compatriotas no pudieron apreciar las ventajas de este invento, por lo que quedó en el olvido. Doscientos años más tarde, el inventor inglés Alexander Cummings solicitó una patente para un tubo de drenaje curvado, el sifón que conocemos en la actualidad. Y con el desarrollo de las centrales de tratamiento de aguas residuales, los ríos y los arroyos dejaron de recibir los desechos orgánicos humanos.
Sin embargo, todavía hay grandes diferencias en términos de salubridad. Por ejemplo, la construcción de inodoros formó parte, recientemente, de la campaña del primer ministro de la India, Narendra Modi. Contrastando con eso, en Alemania y Estados Unidos se está debatiendo ahora el uso de baños transgénero, o urinarios para mujeres. En Japón, por ejemplo, hay una gran variedad de inodoros de alta tecnología, incluso con música.