La pandemia de COVID-19 y sus medidas de control tuvieron un efecto tremendo en nuestro estilo de vida. El trabajo desde casa, el estrés generalizado, la alteración de hábitos e incertidumbre ante el trabajo y fuentes de ingreso, por mencionar algunas.
Investigadores de la Universidad de Edimburgo recopilaron datos de más de 4.000 propietarios de labradores en Inglaterra entre marzo y julio de 2020.
El aspecto negativo de la pandemia
En primer lugar, por ejemplo, científicos señalaron que pese a que las enfermedades no variaron considerablemente, los perros acudieron al veterinario con menos frecuencia.
Esto pone de manifiesto que los perros podrían no haber recibido la atención veterinaria habitual cuando estaban enfermos. Es posible que los propietarios tuvieran dificultades para acceder a los servicios veterinarios o que consideraran que las dolencias de sus perros eran demasiado leves para tratarlas en esas circunstancias, dicen los investigadores.
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Lo mismo ocurrió con las vacunas: los científicos notaron que la vacunación de labradores disminuyó durante las primeras fases de la pandemia derivado del encierro como consecuencia de un menor número de visitas al veterinario.
Los expertos afirman que los resultados deberían incitar a los propietarios a hablar con su veterinario y asegurarse de que se resuelven las lagunas en el historial de vacunación de su perro.
El equipo también descubrió que, en comparación con años anteriores, los labradores eran menos propensos a estar asegurados, lo que puede haber estado relacionado con la incierta situación financiera de muchos propietarios.
No todo fue malo
Sin embargo, no todos los efectos del cierre fueron negativos. Al igual que algunas personas intensificaron sus rutinas de ejercicio al aire libre, los labradores disfrutaron de un aumento del ejercicio y fueron menos propensos a recibir golosinas de sus dueños.
Además, los perros de la muestra del estudio tenían más probabilidades de ser desparasitados, probablemente porque los propietarios pasaban más tiempo con sus mascotas y era menos probable olvidaran darles sus medicamentos.
Los propietarios de labradores también informaron que sus perros tosían menos, lo que podría incluir causas infecciosas como la tos de las perreras, una dolencia perenne en los perros.
"Tenemos que estar preparados”
Los científicos también vislumbran próximos estudios con el fin de ayudar a los profesionales veterinarios y a los dueños a minimizar los efectos negativos de una pandemia en los perros.
Charlotte Woolley, autora principal del estudio, dijo: "Las restricciones de confinamiento tuvieron un impacto significativo en los labradores. Las consecuencias de los cambios son complejas y las investigaciones posteriores deben tratar de arrojar luz sobre cómo se pueden minimizar los impactos negativos de la pandemia de COVID-19 y las restricciones asociadas en los perros".
Sin descartar posibles emergencias futuras, hoy es un hecho que la pandemia de COVID-19 nos tomó desprevenidos. El reto está en aprovechar la experiencia, los nuevos estudios y los conocimientos adquiridos. Estar preparados para afrontar las próximas pandemias de forma que minimicen los riesgos sanitarios, protejan la economía y también a las mascotas.