La madrugada del 6 de agosto de 2012 los ojos del mundo estaban puestos sobre Curiosity, la nave de la NASA que esperaba aterrizar en Marte.
Luego de un viaje que le tomó más de 8 meses a una velocidad de 21.000 km/h, el rover espacial sacó su paracaídas y aterrizó en el planeta rojo, tras siete minutos en que cualquier pequeño desperfecto podría poner en riesgo la misión antes de que empezara.
Este jueves se cumplen 3 años desde ese día que quedó marcado para siempre en el calendario de la NASA. Desde entonces, la nave se ha convertido en uno de los mayores orgullos de la administración espacial, sólo al nivel de otras misiones espaciales como la que acaba de sobrevolar Plutón, el “planeta” más lejano del sistema solar.
Pese a que el lugar del aterrizaje no estaba contemplado dentro de la investigación de la misión espacial, Curiosity cambió sus planes y se quedó un tiempo ahí, ya que al parecer tenía varias cosas interesantes. La sorpresa fue tremenda.
Esa zona, que fue llamada Bradbury Landing, había albergado un río por el que alguna vez pasó agua dulce, con los mismos componentes que conocemos.
El desvío duró seis meses, pero rindió enormes frutos, ya que se llegó a la conclusión que de sí existían condiciones habitables en el planeta rojo.