Un titiritero se transforma en Tesoro Humano Vivo de Chile
Sergio Guzmán, de la comuna de Lo Espejo, es uno de los cuatro nuevos Tesoros Humanos Vivos de Chile, reconocimiento que destaca a comunidades e individuos portadores del patrimonio cultural inmaterial y que este año incorporó en forma inédita a un oficio perteneciente al ámbito de las artes del espectáculo.
El listado 2016 lo completa la tejendera y matriarca de la comunidad Colla, Basilia Escalante, de la Región de Atacama; la familia Marilicán Lindsay, por su labor en cestería en fibra vegetal de quilineja, de la Región de Los Lagos; y las manipuladoras de alimentos Las Palomitas Blancas o Palomitas Blancas de Laraquete, de la comuna de Arauco, Región del Biobío, colectivo femenino dedicado a la elaboración y venta de tortillas de rescoldo.
Antes del anuncio público, el Ministro de Cultura, Ernesto Ottone, llamó personalmente a quienes se sumaron este año a la nómina que ya suma 42 cultores honrados con este reconocimiento, que por primera vez -desde que entra en vigencia en Chile, el 2009- reconoce a un representante de las artes del espectáculo, ámbito incorporado en la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, que incluye la música vocal o instrumental, la danza, el teatro, la pantomima, la poesía cantada y otras formas de expresión.
Se trata de Sergio Guzmán, de la comuna de Lo Espejo, quien ha dedicado toda su vida a la labor de titiritero, incluyendo la fabricación de títeres, la escenografía, la actuación y la dramaturgia.
“Este año las prácticas o saberes de los cultores reconocidos tienen la característica de hacernos revivir algún recuerdo asociado a esos saberes, logrando armar un pequeño mapa de la diversidad de expresiones que componen las culturas de nuestro país. Este patrimonio que ellos mantienen vivo es parte fundamental en la identidad y la memoria de todos los chilenos, por lo que es un verdadero honor poder ser parte de su reconocimiento público ante la ciudadanía”, comentó el Ministro Ottone.
Las obras de este titiritero difunden relatos, imágenes y universos de entretención y enseñanza más allá de las fronteras establecidas por el teatro o la educación formal. Guzmán creó un teatro rodante con el que irradió su arte a las provincias, localidades y espacios campesinos; y fabricó un teatrino, con el que hoy sigue dando funciones en las comunas más vulnerables de Santiago.
Su larga trayectoria ha dignificado y proyectado el oficio, abriendo el camino a otros cultores, tanto miembros de su familia como muchos titiriteros formados por él.