Es poco conocido fuera de los círculos científicos, pero algunos expertos describen la influencia que el premio Nobel español Ramón y Cajal tuvo para la neurociencia como equiparable a la que Einstein tuvo para la física o Darwin para la biología.
Allá por el año 1890, cuando los detalles que se veían a través de los microscopios no se acercaban ni de lejos a lo que se puede ver hoy en día, Santiago Ramón y Cajal creó dibujos de neuronas y circuitos neuronales, igual de hermosos que precisos, que desafiaron el conocimiento de la época y transformaron radicalmente la manera en la que los científicos entendían el funcionamiento del cerebro humano.
Por algo a menudo lo describen como "el padre de la neurociencia moderna".
Imágenes de "El hermoso cerebro"
Antes que por la medicina, Santiago Ramón y Cajal se interesó por la fotografía y la pintura.
Sin ese pasado artístico quizás sus observaciones no habrían tenido tanto impacto.
Primero Ramón y Cajal empezó a dibujar casi compulsivamente lo que observaba en autopsias y disecciones, después lo que veía a través del microscopio y también sus propias hipótesis sobre cómo se comunicaban las neuronas entre sí.
Durante su vida dedicada al estudio de la anatomía del cerebro y del sistema nervioso creó miles de dibujos de gran precisión, 80 de los cuales aparecen ahora en un libro titulado "The Beautiful Brain" (El cerebro hermoso), que forman parte también de una exposición itinerante que durante los próximos dos años viajará por Estados Unidos y Canadá.
La doctrina de la neurona
El científico español quería saber algo que nadie realmente entendía totalmente en la época: cómo los impulsos neuronales viajaban a través del cerebro.
La visión dominante en aquel entonces era la llamada teoría reticular, que daba por hecho que el sistema nervioso era un tejido continuo y conectado, una especie de red nerviosa difusa, más que un sistema compuesto por células individuales.
Pero Cajal en 1888 publicó en un artículo en el que decía que cada célula nerviosa era "un cantón fisiológico absolutamente autónomo". Así le dio forma a su doctrina de la neurona, según la cual las células nerviosas eran unidades anatómicas individuales que se comunicaban entre sí sobrepasando los huecos entre ellas a través de sus "ramificaciones".
Su teoría fue cobrando apoyo gracias al desarrollo de una técnica nueva para visualizar neuronas, que fue creada por el científico italiano Camillo Golgi y refinada por el propio Cajal.
Ambos investigadores compartieron el premio Nobel de medicina en 1906 por ese trabajo.
Y con el tiempo la doctrina de la neurona de Ramón y Cajal se expandió hasta desplazar a la teoría reticular.
"El modelo de célula nerviosa que todo el mundo sigue aprendiendo hoy en día es el que en esencia Cajal presentó hacia el 1890", le dijo Larry Swanson, neurocientífico de la Universidad de California a la radio pública estadounidense NPR.