La historia de la máquina alemana Enigma es conocida: un aparato construido para suministrar comunicaciones seguras, pero que los británicos lograron descifrar.
Pero hay otra historia, no explicada completamente hasta ahora, sobre lo que sucedió después.
La demanda de máquinas como Enigma aumentó tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Y una empresa privada lideró el camino para responder a esa demanda.
Esa empresa, fundada por un hombre llamado Boris Hagelin, se llamaba Crypto AG.
Hagelin tuvo como cliente al Ejército de Estados Unidos durante la guerra, antes de trasladar su negocio desde Suecia a Suiza.
Y Crypto AG terminó vendiendo sus máquinas en todo el mundo, ofreciendo seguridad.
Pero lo que no sabían los clientes era que el propio Hagelin había alcanzado un acuerdo secreto con el padre fundador del descifrado de códigos, el estadounidense William F. Friedman.
Reportes de un acuerdo como este habían circulado con anterioridad.
En la década de los 1980, el historiador James Bamford estaba investigando para un libro sobre la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) y encontró referencias al "proyecto Boris" en los papeles de Friedman.
Rápidamente, la NSA guardó los papeles en una cámara acorazada.
Y en 1995, el periodista Scott Shane, entonces en el Baltimore Sun, encontró señales de que había habido contactos entre la empresa y la NSA en la década de 1970.
Aunque la empresa dijo que las informaciones de que se había producido un acuerdo eran "pura invención".
Ahora, sin embargo, las nuevas revelaciones sobre ese acuerdo no proceden de un soplón o de reportes filtrados, sino que se encuentran en 52.000 páginas de documentos desclasificados por la NSA en abril e investigados por la BBC.
Informe confidencial
La relación, basada en una profunda amistad personal entre Hagelin y Friedman, se forjó durante la guerra.
El documento central es un informe altamente confidencial de 22 páginas que recoge la visita, en 1955, de Friedman a Zug en Suiza, donde estaba basada Crypto AG.
Algunos elementos del memorándum fueron eliminados, u oscurecidos, por la NSA.
Pero entre el material hecho público hay dos versiones del mismo memorándum, además de un borrador.
Cada uno tiene partes distintas eliminadas. Poniéndolas una al lado de otra y cruzándolas con otros documentos, se pueden aprender muchos detalles, aunque no todos.
Las distintas versiones del informe dejan claro que Friedman, descrito como un asistente especial del director de la NSA, ejecutó una propuesta acordada no sólo por Estados Unidos, sino también por la inteligencia británica.
Friedman ofreció a Hagelin tiempo para pensar sobre su propuesta, pero Hagelin aceptó allí mismo.
La relación, a la que se refirieron inicialmente como un "acuerdo entre caballeros", incluía que Hagelin mantuviera informados a la NSA y al GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno británico) sobre las especificidades técnicas de distintas máquinas y sobre qué tipos compraban los distintos países.
El suministro de estos detalles técnicos es "una revelación de primer orden", dice Paul Reuvers, ingeniero a cargo de la página web del Museo Crypto.
"Es muy valioso. Es algo que no harías normalmente porque la integridad y la confidencialidad con el cliente es obligatoria en este negocio"
Claves
La clave para descifrar las máquinas de encriptación mecánica, como Enigma o las producidas por Hagelin, es entender en detalle cómo trabajan y cómo se usan.
Este conocimiento puede ayudar a los descifradores a encontrar debilidades y utilizar una combinación de matemáticas y computación para trabajar con permutaciones para encontrar una solución.
En un documento, Hagelin deja caer a Friedman que será capaz de "proveer a algunos clientes" con una máquina específica que, hace notar Friedman, es "más fácil de resolver que los nuevos modelos".
Reportes previos de este acuerdo sugerían que incluía una puerta trasera en las máquinas, que proporcionaría las claves a la NSA.
Pero no hay evidencia de esto en los documentos (aunque algunas partes continúan estando editadas).
Más bien parece que el conocimiento detallado de las máquinas y sus operaciones puede haber ayudado a los descifradores a reducir el tiempo necesario para descifrar mensajes, del imposible al posible.