El 1637, el francés Pierre de Fermat escribió una conjetura matemática en el margen de una página de un ejemplar de "Los Elementos" de Euclides.
Dijo que tenía una demostración maravillosa, pero que carecía de espacio suficiente para desarrollarla.
Y nunca lo hizo.
El problema quedó sin resolver y ha hecho que matemáticos se devanaran los sesos durante todo este tiempo.
Hasta que el británico Andrew J. Wiles dio con la solución, después estar estudiando la cuestión durante años.
"El teorema capturó mi imaginación cuando era muy joven. Comprendí perfectamente la fascinación de este problema y nunca la perdí", le contó a la BBC.
Fermat planteó su teorema en 1637. Dijo que lo podía demostrar pero nunca explicó cómo.
Dos décadas después de su hazaña, Wiles acaba de ser reconocido con uno de los premios más importantes para los matemáticos, el premio Abel, dotado con US$700.000 por haber resuelto el acertijo.
Pero ¿por qué era tan importante descifrar el último teorema de Fermat y qué significó este descubrimiento para Wiles?
Aparentemente sencillo
"Es una gran sorpresa y estoy muy emocionado", dijo Wiles tras recibir el premio este martes.
De acuerdo con la Academia Noruega de las Ciencias y las Letras, encargada de entregar el galardón –también llamado el "Nobel de los matemáticos"– el trabajo de Wiles "abrió una nueva era en la teoría numérica".
Wiles llevó su investigación en secreto, durante siete años. "Cuando trabajas en un problema como ése, genera demasiado interés", explicó.
Y es que el último teorema de Fermat era, en apariencia, sencillo, pero parecía imposible de resolver.
El matemático francés escribió en el siglo XVII –concretamente, en 1637– que en la ecuación xⁿ + yⁿ = zⁿ, si "n" es mayor que 2, no existen números enteros positivos que cumplan la igualdad.
Durante más de tres siglos, científicos de todo el mundo intentaron demostrarlo y se convirtió en uno de los teoremas más famosos de la historia.
En 1933, Wiles publicó un extenso documento con la solución al problema, el cual estuvo investigando en secreto durante siete años.
"Cuando le decía a alguien lo que estaba haciendo generaba tanta curiosidad que tenía que actualizarles constantemente y no era práctico", dice el matemático.
"Cuando trabajas en un poblema como ése, genera demasiado interés".
Y su trabajo no sólo aportó la solución a tal quebradero de cabeza, sino que también reveló nuevas herramientas para desencriptar curvas elípticas (ecuaciones cúbicas en dos variables), formas modulares y representaciones de Galois.
Pero, desafortunadamente para Wiles, su demostración tenía algunos errores.
Un año después, con ayuda de sus colegas de la Universidad de Oxford, Reino Unido, redactó una versión actualizada, que fue publicada por la prestigiosa revista Annals of Mathematics en 1995.
"Una increíble revelación"
"Estaba sentado en mi escritorio cuando, de repente, de manera completamente inesperada, tuve una increíble revelación", explicó Wiles en un documental de la BBC publicado en 1996, "El Último Teorema de Fermat".
"Fue el momento más importante de toda mi vida laboral", dijo el matemático.
"Nada de lo que he hecho después...", continuaba, sin poder acabar la frase, presa de la emoción y con lágrimas en los ojos.
"Supe, desde que lo vi, que jamás abandonaría el problema. Tenía que resolverlo", dice el matemático.
Se podría decir que Wiles estaba obsesionado con el teorema planteado por Fermat, y no se dio por vencido hasta dar con la solución.
"Pocos resultados tuvieron una historia matemática tan rica como la demostración del último teorema de Fermat", dijo el comité de la academia noruega, tras entregar el premio a Wiles.
Wiles descubrió el acertijo en un libro de la biblioteca de su barrio, cuando sólo tenía 10 años y se sorprendió al ser capaz de comprender el enunciado.
"Supe desde ese momento que jamás abandonaría el problema. Tenía que resolverlo", dice.
"A los matemáticos les encantan los retos, y este problema parecía tan sencillo... Hasta el propio Fermat había asegurado que tenía la solución".
Cuando logró resolverlo, Wiles se emocionó.
"Era tan indescriptiblemente bonito. Tan sencillo y tan elegante... Había escrito la respuesta al problema".
El trabajo del británico inspiró a muchos a otros matemáticos e hizo que muchos jóvenes se interesen por las matemáticas, "pues capturó su imaginación", explica Wiles, quien asegura, no obstante, que "todavía quedan muchos desafíos por resolver".
"Ningún otro problema significará lo mismo para mí", aseguró.
"Tuve el raro privilegio de ser capaz de perseguir en mi vida adulta el sueño de mi niñez. Y fue más gratificante de lo que nunca pude imaginar".