El exclarrogativo y otros signos de puntuación que resultaron un fracaso
Este es un problema que cualquiera que escriba citando a otro -el periodista, por ejemplo- ha enfrentado alguna vez: ¿qué hacer cuando la persona a la que quieres citar se extiende y se extiende y se extiende (y se extiende) y no termina llegar al punto? ¡Utiliza el signo de casi-cita, por supuesto!
No te preocupes, tus profesores de lenguaje no te enseñaron mal. La "casi-cita" es un signo de puntuación que solo lo conocen algunos académicos y aquellos que eran fanáticos de la ciencia ficción en las décadas de los 30 y 40.
Esa comunidad se acostumbró a discutir sus libros y autores favoritos a través de revistas caseras que llamaban "fanzines", de la unión de las palabras en inglés fan (fanático) y magazine (revista).
Las fanzines o zines, eran escritas con una jerga propia. Por ejemplo, un monstruo con ojos de insecto era denominado "BEM" (abreviatura de bug-eye monster) y los fanáticos eran "fen" (por contraste con la expresión en inglés "fans").
Su poder creativo fue, de hecho, más allá de la invención de palabras. También inventaron signos de puntuación.
Aquí te contamos algunos de los más comentados en su época que dieron pie a nuevas propuestas en décadas posteriores, pero que nunca llegaron a ser aceptados universalmente.
La casi-cita
Volvemos, pues, al principio.
La "casi-cita" fue el primer signo de puntuación creado en el siglo XX. Apareció a principios de los años 40 y se escribía colocando el signo comillas, luego se retrocedía un carácter (en máquina de escribir) y se escribía un guion sobre las comillas.
La casi-cita era utilizada cuando una cita original era muy larga o muy confusa para reproducirla por completo.
Funcionaba como una indicación de que el texto original había sido parafraseado en esa publicación.
La comunidad de fanzines la mantuvo firmemente durante décadas, convirtiéndola en el primer signo del siglo.
El interrobang
El interrobang o exclarrogativo llegó en 1962, cuando Martin Speckter, un ejecutivo de la avenida Madison, en Nueva York, escribió un artículo para una revista en el que propuso utilizar un signo que combinara el de interrogación con el de exclamación.
Para justificar la necesidad de este nuevo símbolo, Speckter se preguntó qué gritó Cristóbal Colón cuando vio América por primera vez: ¡Tierra! O ¿Tierra?
¿O quizás fue una combinación de las dos?
Para Speckter, el interrobang era perfecto para capturar esa ambigüedad.
De acuerdo con Martin, el símbolo proviene de la palabra en latín interrogatio o interrogación, y la palabra en inglés bang, que era utilizada por editores como un sobrenombre para el signo de exclamación.
Como buen publicista, Speckter estuvo encantado de dar entrevistas a los medios para explicar su símbolo, por lo que pronto el interrobang tomó vuelo.
En 1966 el diseñador Richard Isbell agregó este signo a un estilo de letra, llamada Americana.
Un año más tarde la compañía de máquinas de escribir Remington Reed lanzó al mercado la tecla con el interrobang, luego que uno de sus diseñadores viera el trabajo de Isbell en un folleto.
Interrobang aparecía en títulos de libros, artículos de revistas y en las zines también, donde los escritores lo colocaban tipiando el signo de interrogación, retrocediendo un espacio y luego escribiendo el signo de exclamación.
Pese a su empuje inicial, el interrobang dejó de aparecer luego de una década.
En ese entonces los libros, revistas y periódicos eran escritos utilizando máquinas cuyo número de teclas era reducido. Los escritores podían teclearlo, pero los impresores no podían hacerlo con facilidad.
De esta forma el interrobang nunca encontró el camino para posicionarse permanentemente en el mundo de los signos con mayor tradición, como las comas o los puntos.
Sus días estaban contados.
Los seis símbolos de Bazin
Mientras el interrobang todavía estaba vivo, un escritor francés llamado Hervé Bazin hizo una nueva propuesta de signo de puntación.
Bazin era un reconocido escritor de descarnados dramas domésticos en Francia.
En su libro "Vamos a desplumar el pájaro", Bazin realiza una evaluación del uso del francés como idioma desde la óptica de un personaje ficticio llamado profesor Alexis Patagos.
Entre las innovaciones pensadas por Patagos figuraban seis símbolos para referirse al amor, la aclamación, la certeza, la duda, la autoridad y la ironía.
Como la casi-cita y el interrobang, Bazin diseñó sus signos para caricaturizar símbolos existentes: por ejemplo, el "punto amor" se escribía con dos signos de interrogación opuestos para asemejar un corazón.
El signo de aclamación consistía en dos signos de exclamación que compartían un punto, como si se tratara de dos brazos en alto.
En cuanto al signo de certeza, se escribía colocando un signo de exclamación con un guion superpuesto a manera de cruz.
Sin embargo, las creaciones de Bazin estaban condenadas desde el principio.
Aunque sus invenciones lucían familiares, las mismas eran imposibles de escribir.
Incluso el propio escritor nunca las llegó a utilizar luego de presentarlas en el libro, que por el tono ligero del propio texto, fue tomado con poca seriedad por la comunidad literaria. Así, con el tiempo quedaron como meras curiosidades.
La coma exclamativa y la coma interrogativa
Por casi 30 años dejó de haber innovaciones gramaticales. Pero en 1992 tres inventores registraron dos patentes en la Oficina de Propiedad Intelectual de Canadá: la coma exclamativa y la coma interrogativa.
Leonard Storch y sus coinventores explicaron que habían sustituidos los puntos al final de los signos de interrogación y de exclamación con comas, de modo que cada parte de la oración donde se utilizaran pudieran tener un sentido de cuestionamiento o de exclamación, o incluso ambos al mismo tiempo.
Según contaba Storch, la idea de estos símbolos le vino en un sueño, y aunque en ese momento le pareció que valía la pena hacerlo realidad, tres años después ya no estaba tan convencido de esto.
A pesar de que por primera vez la tecnología estaba de parte de los creadores de símbolos, facilitándoles la impresión y la difusión a través de internet, los nuevos signos comenzaron a ser tomados cada vez más con sarcasmo o ironía.
En 2001 una bloguera llamada Tara Liloia propuso que las oraciones sarcásticas deberían terminal con una tilde, y tres años después Josh Greenman, de Slate, sugirió el uso del símbolo de exclamación invertido para ese tipo de frases.
Ya para el 2007 el diseñador holandés Bas Jacobs presentó una elegante propuesta llamada ironieteken o signo de ironía, representado con un signo de exclamación en forma de zigzag.
El símbolo del sarcasmo
Todas estas iniciativas palidecieron al compararse con el SarcMark™, un símbolo para representar el sarcasmo, que se asumió con tanta seriedad que nació con marca registrada.
El signo de sarcasmo se representa con el número 6 con un punto en el medio, y fue lanzado en enero del 2010 por Paul y Doug Sak, padre e hijo oriundos del estado de Michigan, Estados Unidos.
La empresa que fundaron, llamada Sarcasm Inc, impulsó una ola de publicidad a través de las redes sociales y los medios de comunicación. Entre las acciones de mercadeo contrataron un video comercial protagonizado por un súper héroe con la SarcMark en el pecho.
Y tal como hiciera Speckter en 1962, los Saks realizaron una gira de entrevistas en medios impresos y audiovisuales para promover su invento gramatical.
Pero a diferencia de Speckter, registraron el símbolo como marca y le cobraron a los diseñadores que quisieran incluirlo en sus folletos y textos.
Tales esfuerzos de promoción no resultaron baratos para esta familia. En el 2012 Doug Sak le comentó a The Wall Street Journal que el proyecto del signo le había costado casi US$100.000.
"No soy el amo del universo, pero ha sido realmente algo relevante", dijo Doug a modo de balance del efecto de su invención en la gramática.
Desafortunadamente para los Saks, la mayor parte del universo no estuvo de acuerdo.
La SarcMark ha tenido el mismo destino de sus predecesoras, difuminándose gradualmente en el mundo de las letras.
Incluso el interrobang, un signo favorecido por los fanáticos y que aún sobrevive como parte de Unicode –tipo de letras estándar en los teclados de las computadoras- es raramente visto en textos impresos o en Internet.
Más allá de los problemas tecnológicos, el peso de la gramática se impuso y sentenció el futuro de estos signos.
Si ya los signos de puntuación tradicionales son difíciles de utilizar para muchas personas, resultaba una tarea titánica incluir nuevos símbolos dentro de las reglas de la gramática.