“En la vida… nada es imposible”, fueron las palabras que Nicolás Massú dejó grabadas en la historia hace más de una década –en septiembre de 2009– luego de vencer a Stefan Koubek y darle a Chile el triunfo sobre Austria en una maratónica serie de Copa Davis.
Para Cristian Horztmeier, tampoco existen los imposibles. Una asfixia perinatal provocó en él una cuadriplejia espástica, condición que a sus 26 años le ha impedido llevar una vida independiente, pero que no lo ha privado de alcanzar sus metas ni cumplir sus sueños.
El pasado 8 de noviembre llegó a la cima del cerro Manquehue, un desafío para el que se preparó intensamente por casi cinco meses. El trabajo fue duro, como él mismo reconoce, y las lágrimas no sólo fueron de emoción tras lograr la hazaña, una que nadie más en su condición ha podido concretar. Pero todo valió la pena para lo que dice fue “la final del mundo”.
Además, un equipo de casi 30 personas acompañó a Cristian. Algunos con más conocimientos en escalada, seguridad y primeros auxilios, pero todos contagiados con la misma energía y convicción de que la meta se podía alcanzar.
Nace el desafío “Cristian al cerro Manquehue”
Nicolás Ortega, preparador físico y profesor de educación física, impulsó durante la pandemia su emprendimiento Activación Máxima. Fue a través de éste por el cual, en octubre del año pasado, llegó a hacer clases a una plaza en la comuna de Macul, cercana a la casa de Cristian.
La actividad que constantemente se desarrollaba afuera de su hogar llamó la atención del joven, por lo que un día decidió salir a observar y así conoció a su “profe”, como Cristian lo llama. No fue “amor a primera vista”, pero tras un intercambio de bromas comenzó a forjarse la amistad.
Nicolás empezó a conocer más acerca de su condición. Supo que había estado en la Teletón, pero que en la actualidad no estaba recibiendo el tratamiento adecuado. Por esas cosas del destino, la pareja del profesor de educación física era la persona idónea para retomar las terapias de Cristian.
Así este joven conoció también a Claudia Pérez, kinesióloga y terapeuta ocupacional, a quien describe con un especial brillo en los ojos cuando cuenta la importancia que ha tenido ella en su evolución.
“Con el tiempo, a medida que la fui conociendo, me di cuenta que la cosa iba en serio, y hasta el día de hoy estoy viendo los resultados. Gracias al Nico por presentármela, pero todo el resto ha sido de la Claudia encuentro yo, ha sido de ella conmigo, no porque el Nico no haya participado, sino porque el Nico es de otra área, es profesor de educación física, pero no es de la especialidad de la Claudia, porque la Claudia tiene que ver más como con los casos míos”, cuenta Cristian.
Fue así como tras unos meses de trabajo, mientras se fortalecía una linda amistad, surgió la idea de llevar a Cristian al cerro Manquehue.
En un festival outdoor online del que participó como invitado, Nicolás conoció la historia similar de un joven al que llevaron al cerro El Plomo. Lo conversó con Claudia e inmediatamente se pusieron manos a la obra.
Cuando se lo comentaron a Cristian, recuerda Nicolás, le dijeron “te queremos llevar al cerro Manquehue. Queremos hacer una aventura la raja contigo, jamás intentada, queremos hacer un desafío.
“Y Cristian altiro nos dijo que sí, él se lo tomó súper bien y dijo: ‘Ya, vamos’”, agrega.
“Lo único que pedí, si ustedes me dan la garantía de que están todas las medidas de seguridad, les dije: ‘Démosle altiro’. No lo pensé, porque sabía que iba a ser una experiencia nueva”, relata Cristian.
El proyecto estaba sobre la mesa. Ahora había que ponerse a trabajar para lograr que “Cristian al cerro Manquehue” se volviera una realidad.
La “final del mundo”
Cristian, fanático del fútbol e hincha de Universidad de Chile, vivió a su manera todo el proceso de preparación y el ascenso mismo.
La adrenalina que sintió la compara con la “previa a un partido”, mientras que subir el cerro Manquehue fue “la final del mundo”. Pero para eso, entre los tres tuvieron que trabajar… y mucho.
“Yo dije ya, esto lo vamos a preparar y todo, pero tú tienes que sacarte la cresta, porque tú eres la parte mas importante del equipo”, fueron las palabras de Nicolás, agregando que “Cristian nos dijo ya, démosle, y empezamos a entrenar todos”. Fue la etapa más dura probablemente de toda la preparación, según coinciden.
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“Las terapias de Cristian después fueron orientadas también al cerro, a estar arriba de la silla, harto control de tronco, harta postura”, cuenta Nicolás acerca del minucioso trabajo que “Pelón” –como lo conocen sus más cercanos– realizaba con Claudia, su terapeuta.
“Se sacaba la cresta en las terapias. Yo estuve en muchas terapias donde Cristian quedaba realmente agotado. Era una cosa que él decía: ‘Estoy raja’. Pero se lo tomó como ‘esto es un desafío y démosle’”, agrega.
Por su parte, Cristian reconoce que “tuve cinco meses entrenando, muchas veces lloré de dolor, muchas veces me tuve que comer los calambres, los dolores de hombros”.
Sobre lo último, recalca que “en una oportunidad sí, porque me dolía la costilla. Me dolió la costilla de tal manera, que no pude controlarlo. Lloré poh”, admitiendo que “previo a pasarlo bien, lo pasé mal”, pero que finalmente todo “valió la pena”.
Paralelamente, desde junio Nicolás comenzó a incorporar gente al proyecto para conformar el grupo.
“Reclutamos gente experta porque no podía fallar nada”, afirma Nicolás. “Éramos 30 y tantas personas, pero yo hablé por lo menos con entre 60 y 70 personas quizás para formar este grupo. Hablé con mucha gente que me dijo: ‘Yo doy un paso porque creo que esta cuestión es muy peligrosa’, ‘vean bien porque igual es medio irresponsable’, ‘vean la condición de él’”, agrega.
Pero, a pesar de que en los primeros tres meses del proyecto sólo había cerca de diez personas, lo que era considerado insuficiente para lograr el desafío, eso no fue impedimento para seguir adelante. Con el tiempo se incorporaría más gente que creyó en este sueño.
“Lo fundamental fue que Cristian se preparó, se la creyó, creyó en sus capacidades y aparte creyó en todo el equipo. Pero gran parte del trabajo es que físicamente se la pudo y que él físicamente se preparó y estuvo con la disposición al 100% para prepararse”, cuenta Nicolás.
“La única duda que yo tuve en algún momento y que podía echar todo esto a tierra, era que Cristian no pudiese soportar el camino. Que Cristian de repente se sintiera cansado. Que Cristian de repente dijera ‘tengo miedo a la tirolesa’”, agrega.
Preocupaciones que se contraponen completamente a lo que sintió Cristian. “Mi único temor era que le pasara algo a uno de ustedes. Porque Claudia me dijo: ‘Si le pasa algo a alguno de tus compañeros, tú vas a tener que seguir igual, sin el compañero que se lesione. Y yo dije: ‘¡No! Si lo hacemos todos juntos, todos juntos llegamos arriba”, afirma.
“Hicimos historia”
La fecha del desafío se fijó desde un comienzo, cuando empezó la planificación alrededor de junio: lunes 8 de noviembre.
Fue tal la organización que nunca se postergó ni modificó algún evento. En esos casi cinco meses hubo otras subidas al cerro Manquehue para conocer las mejores rutas, claro que sin Cristian. Él sí fue llevado al cerro San Cristóbal y al Parque Mahuida para comenzar a familiarizarse con la actividad. También probó la tirolesa y fue conociendo uno a uno a quienes finalmente se sumaban para acompañarlo en el gran día.
La energía, las ganas y el infinito compromiso, hicieron que gran parte del grupo acampara en el Manquehue el día anterior, desde la tarde del domingo 7 de noviembre. Unos se encargaron de instalar la tirolesa, fundamental para llevar a Cristian a la cima, otros del agua y los alimentos para ese día. Todo debía quedar listo para el desafío que partió a las exactas 5 horas de la mañana, sin luz del Sol, y ningún detalle fue dejado al azar.
“Se notó que el profe Nico escogió al equipo con pinzas y eso fue una de las claves”, destaca Cristian, apuntando especialmente a Claudia. “La parte mía, psicológica, me la trabajó ella. Sin faltarle el respeto al profe Nico, pero yo creo que esa parte psicológicamente, espiritualmente, es de ella”, cuenta “Pelón”.
(Video: Sergio Muñoz)
Pero, además, destaca que “mi liderazgo fue clave, porque yo les decía: ‘Cuidado cabros, cuidado aquí, cuidado con la cabeza que hay un árbol. Tomen agüita”.
Tras una última etapa bastante dura, que fue subir a Cristian el tramo final mediante la tirolesa, y bajo un intenso Sol, a las 11:30 todo el equipo ya estaba en la cima. El desafío había sido completado y los abrazos, los aplausos y los llantos no tardaron en aparecer.
“¿Te puedo decir un chilenismo? Lo logramos con…”, así describe Cristian el momento en que se vio en lo más alto. “Yo sabía que se podía, yo le dije: ‘Nico, hicimos historia’. Ahí nos abrazamos los tres; la Claudia, el Nico y yo y nos pusimos a llorar, porque estuvimos cinco meses y la sufrimos toda, ellos dos la sufrieron toda conmigo ese tiempo”, agrega.
Nicolás, quien a esas alturas ya había consolidado una amistad con Cristian y no era una relación profesor-alumno, cuenta que al principio tuvo muchos sentimientos, pero que después de “una mirada bien cómplice” con él, fue “como cuando sales campeón con tu amigo”.
“‘Viste hueón que podíamos, viste, yo sabía, yo sabía que íbamos a llegar’”, le dijo mientras se abrazaban, recordando después: “¿Cuál de los dos lloraba más?”.
Lo de Cristian fue una hazaña. No se había hecho antes porque el cerro Manquehue es completamente inaccesible para una silla de ruedas, aunque sea una silla de montaña, según explica el impulsor de este proyecto. Por eso el equipo incluso debió emplear una tirolesa en el último tramo.
Pero Cristian no quiere que esto quede aquí. “Sí se puede. ¿Sabes dónde está la clave? Aquí (se toca la cabeza). Nada es imposible. Si uno quiere, puede”, afirma.
“A mí me gustaría hacerlo yo como líder, pero no como líder del grupo, sino como una especie de profe, ayudando a otras personas. A mí me gustaría participar de esa manera ahora (…) Y ojalá que muchas personas en mi condición digan: ‘Si él pudo, por qué yo no voy a poder’”.
Al final, siguiendo las palabras de un campeón olímpico, Cristian demostró que realmente en la vida… nada es imposible.