Si quieres hacer que un niño de cinco años se parta de la risa, dile que los astronautas cuando están en el espacio beben su orina.
Es uno de esos datos divertidos que siempre fascina a la gente sobre la vida en el espacio.
Robyn Gaten, subdirectora del programa de la NASA de la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés), ha visto muchas reacciones negativas a esta práctica en sus 30 años de experiencia en la agencia estadounidense.
"Es una locura hacerlo, suena desagradable", comenta.
La ISS recicla aproximadamente el 90% de sus aguas: al igual que la orina de los astronautas, también aprovechan su sudor, la humedad de su aliento y el agua con la que se limpian.
"Básicamente, la orina de ayer es mi café de esta mañana", así fue como el astronauta británico Tim Peake resumió el proceso.
Un modelo a seguir
Puede sonar poco apetecible, pero la habilidad de reutilizar la misma agua una y otra vez es lo que ha permitido que los seres humanos se queden en el espacio durante largos períodos de tiempo sin necesidad de reabastecerse.
Este sistema podría ayudar a los astronautas a ser autosuficientes en un planeta como Marte, un viaje de dos años que la NASA planea realizar para mediados de la década de los 2030.
Es sólo un ejemplo de las muchas formas en que la NASA saca el máximo provecho de los recursos que tiene.
Y es exactamente el tipo de prácticas que hace de la agencia espacial un modelo a seguir para quienes desde la Tierra intenta eliminar los desperdicios reciclándolos.
Para eso, la NASA trabaja con negocios en muchas de sus investigaciones y cuenta con el Programa de Transferencia de Tecnología, que tiene como objetivo asegurarse de que sus científicos sepan cómo aplicar estas prácticas tanto en la Tierra como en el espacio.
"Trabajamos con todo tipo de industrias, no solo la espacial", aclara Gatens.
Agua donde no hay
Por ejemplo, la firma estadounidense Water Security Corporation compró los derechos de la NASA sobre la tecnología de reciclaje de agua y ahora cuenta con una versión más simple para la Tierra.
Los filtros de esta empresa se utilizan para suministrar agua en zonas remotas de países como México o India, o en áreas donde ha ocurrido un desastre natural.
En el caso de la NASA, reciclar casi toda el agua de la ISS ha significado que desde 2009 la estación espacial ha podido hospedar a seis astronautas, en vez de tres.
Esta expansión ha sido "decisiva", comenta Gatens, porque ha permitido que la tripulación haga más experimentos científicos.
También les ahorró una gran cantidad de dinero.
La NASA estimó que si el año pasado hubieran enviado agua, en vez de rehusarla, hubieran tenido que gastar más de US$225 millones debido a lo que cuesta transportar algo tan pesado.
Pero la agencia estadounidense no se detuvo aquí.
Ahora trabaja para aprovechar la orina concentrada que queda tras el sistema de reciclaje que utiliza.
Lo que queda es un desecho sólido que, según Gatens, podría usarse para protegerse de la radiación.
CO2 como recurso
La NASA también recicla en aire en la ISS.
Actualmente, la estación recupera la mitad del oxígeno que hay en el CO2 que expulsa la tripulación con su aliento, un porcentaje que intentan aumentar.
La empresa Skytree surgió gracias a su trabajo con esta tecnología.
Los fundadores se conocieron en la Agencia Espacial Europea (ESA), donde trabajaban en el aprovechamiento del CO2 para alargar lo más posible las misiones en el espacio.
Lograron asegurar fondos del programa de transferencia de tecnología de la ESA, que ayuda a emprendedores a iniciar negocios donde se utilice la tecnología espacial en un campo distinto.
Ahora la empresa está trabajando con diferentes empresas en una variedad de usos comerciales para su tecnología, incluyendo el uso de CO2 capturado para aumentar los rendimientos derivados de cultivos de plantas para purificar el agua y crear una fuente de energía doméstica limpia.
"Esperamos iniciar un cambio positivo en la percepción de la gente: de CO2 como un problema potencial al CO2 como un recurso básico e increíblemente versátil", se lee en el sitio de Skytree.
Huertos en bolsas
Así como sucede en la película El Marciano, donde el astronauta varado Mark Watney cultiva papas, la NASA también está trabajando en cultivar vegetales frescos en el espacio.
El proyecto espera proveer de alimentos a quienes participen en un viaje a Marte.
Para que el año pasado la tripulación de la ISS pudiera comer lechuga fresca por primera vez, la NASA utilizó una unidad plegable con "almohadas". Básicamente unas bolsas con semillas y luces de LED de colores para estimular el crecimiento de la planta.
Sistemas agrícolas similares en los que las plantas se apilan en estanterías para ahorrar espacio, y crecen a partir de semillas, ya son comunes en Asia y comienzan a ser más populares en Estados Unidos y Reino Unido.
Giogia Massa, una científica de la NASA que trabaja en la producción de comida, afirma que muchas de las lecciones que la agencia espacial está aprendiendo podrían aplicarse en huertos urbanos y otras estructuras agrícolas con el fin de aumentar el cultivo de alimentos empleando menos espacio.
Este tipo de proyectos serán de vital importancia a medida que aumente la población mundial.
De la Tierra al espacio
Pero las soluciones sostenibles no siempre requieren de tecnología de avanzada.
Actualmente, los astronautas no tienen que lavar su ropa; sencillamente las tiran al final de su vida útil.
La tripulación de la ISS está probando ropa deportiva tratada con un compuesto antimicrobiano que permite ser usada por más tiempo sin que desprenda olores.
La otra solución que se está considerando es una simple lavadora de ozono que, como dice Gatens, a menudo se utiliza en las guarderías para lavar juguetes.
Pero en otras áreas de la sostenibilidad a la NASA todavía le queda un largo camino por recorrer.
Por ejemplo, así como ropa usada, los astronautas todavía desechan objetos como contenedores vacíos y material de amortiguación para disminuir las vibraciones.
Estos se almacenan en naves de reabastecimiento, que se queman una vez que entran a la atmósfera de la Tierra, incinerándolo todo.
La agencia espacial ahora está considerando la posibilidad de fabricar el material de amortiguación en base al elemento que se usa en impresoras 3D, de manera tal que una vez en el espacio se pueda reutilizar para imprimir objetos como herramientas.
Otra opción es calentar y compactar la basura.
Una vez que se elimina el excedente de agua, quedan grandes platos de plástico que, según Gatens, pueden emplearse como protectores de radiación en las zonas donde duerme la tripulación.
"La idea es que, con recursos limitados, cualquier cosa que puedas usar pueda ser reutilizada", dice Mary Hummerick, microbióloga estadounidense que trabaja en el proyecto.