Imagina una línea de metro dentro de un edificio capaz de moverse en varias direcciones, pero con un sólo vagón y sin conductor.
La idea parece algo abstracta, pero es una descripción que explica cómo funciona el primer elevador sin cables del mundo.
Se trata del ascensor "multi", desarrollado por el conglomerado alemán Thyssenkrupp, el cual acaba de probarse por primera vez en una torre de pruebas de 246 metros en Alemania.
La inmobiliaria OVG Real Estate lo estrenará en la torre East Side, su nuevo edificio en Berlín, que quiere convertir en "la oficina más sostenible del mundo" y abrirá sus puertas en 2018.
El ascensor sin cables estará en pleno uso entre 2019 y 2020.
Su sistema consiste en varias cabinas que funcionan en bucle y se mueven mediante un conjunto de frenos de varios niveles, los cuales envían datos a una red inalámbrica entre las unidades y el centro de control.
"Es una de las innovaciones más importantes en los últimos 150 años de esta industria", aseguró la compañía.
Lo cierto es que cuando en 1854 nacieron los ascensores, cambiaron en muchos sentidos la forma de las ciudades y la manera en que vivimos, convirtiéndose en un medio de transporte dentro de los edificios que nos facilitó la vida en muchos sentidos.
Y lo básico de su funcionamiento no se ha modificado con el cambio de siglo.
Pero entonces ¿qué novedades aportan los elevadores sin cables, además de hacer realidad el sueño del gran ascensor de cristal de Willy Wonka en "Charlie y la fábrica de chocolate"?
Más rapidez y menos espacio
Andreas Schierenbeck, director general de Thyssenkrupp, dijo que esta nueva tecnología "va a transformar la forma en que la gente se mueve, trabaja y vive en las grandes superficies".
Y es que deshacerse de cables se traduce en ganar tiempo y espacio, según el especialista, quien aseguró que este cambio "marca un hito en la revolución de la industria de los ascensores".
Según un estudio de la Universidad de Columbia, en EE.UU., en 2010 los trabajadores de Nueva York perdían 3 veces más tiempo esperando los ascensores que el que tardaban en desplazarse en ellos.
Este elevador sin cables, sin embargo, usa la premisa básica de un sistema circular, incorporando varias cabinas.
Su velocidad es de 5 metros por segundo y promete "un acceso casi constante a una cabina cada 15 a 30 segundos, con una parada de desplazamiento cada 50 metros".
"Los pasajeros disfrutarán de tiempos de espera reducidos y, gracias a la opción de entradas dobles en la planta baja, mejora significativamente la facilidad de acceso en los grandes edificios", agrega la empresa.
Pero la rapidez no es la única novedad.
"No sólo reducirá el tiempo de espera de los pasajeros, sino que necesita un menor espacio dentro de los edificios", explicó Schierenbeck.
"El hecho de que la mayoría de los ascensores sólo se muevan en ejes verticales, con una cabina por eje, se está convirtiendo en una limitación para la industria de la construcción, restringiendo la capacidad de transportar personas dentro de los edificios y ocupando una gran cantidad de espacio dentro del mismo", se lee en un comunicado de la organización.
La compañía dice que su elevador inalámbrico "requiere de un menor hueco que los ascensores convencionales, por lo que puede aumentar el área útil del edificio en hasta un 25%".
La diferencia es abismal. Hoy día, el hueco que se destina a los ascensores y las escaleras mecánicas suele ser de hasta un 40% en edificios de gran altura, a nivel general.
Antony Wood, director ejecutivo del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH, por sus siglas en inglés) declaró que "este es, quizás, el mayor desarrollo en esta industria desde la invención del ascensor de seguridad hace 165 años".
E incluso lo definió como el "santo grial" de los ascensores.
"Tiene la capacidad de transformar toda la industria, cambiando la forma en que se diseñan los edificios, permitiendo opciones más eficientes y una mejor conectividad en los edificios", agregó el arquitecto.
Por otro lado, está la cuestión del ahorro de energía.
La firma asegura que su nuevo ascensor "requiere de mucha menor potencia que la demanda actual, permitiendo unos edificios más sostenibles energéticamente".
Beneficiaría, por lo tanto, tanto a constructores como a pasajeros.
Pero tiene algunas desventajas.
Las limitaciones y las posibilidades
Para empezar, no es posible construirlo en cualquier lugar.
Según los fabricantes, aunque el sistema "no está limitado por la altura del edificio", la altura ideal para instalarlo comienza a los 300 metros.
Además, hay que contar con unos materiales específicos que sean más ligeros. Por ejemplo, aquellos que están compuestos de carbono para así poder reducir el peso del aparato.
Otro inconveniente, por supuesto, podría ser su coste. ThyssenKrupp no quiere dar muchos detalles sobre este aspecto, pero Patrick Bass, vicepresidente de investigación y desarrollo de la compañía, le dijo a la agencia de noticias Bloomberg que el sistema "se rentabilizará en unos 10 años".
En cualquier caso, esta tecnología apenas está empezando a despegar.
Y "viajar" mucho más allá de la industria los elevadores.
Una de las opciones es usar el sistema dentro de la red de metro de grandes ciudades, mejorando la accesibilidad a las plataformas con cabinas de ascensores que conecten la parte subterránea con la superficie en apenas unos segundos.
Como no tienen cables, no hay límite en cuánto a qué distancia pueden descender.
De hecho, incluso podría permitir construir más sistemas de metro en ejes verticales y horizontales, multiplicando las posibilidades de movimiento.
¿Demasiado ambicioso para ser verdad? Tendremos que esperar unos años para ver qué pasa.
Mientras tanto, seguiremos tomando ascensores con cables. Y, como mucho, el operador -si lo hay- nos preguntará: "¿Subes o bajas?".