Cómo una dieta vegana podría ayudar a combatir la hambruna y el calentamiento global
Una hectárea de tierra dedicada a la plantación de vegetales, legumbres o granos puede producir hasta quince veces más proteínas que la misma cantidad de tierra dedicada al ganado para producir carne. De esta manera Rosane Oliveira, directora fundadora del programa Medicina Integrativa de la Universidad de California Davis e invitada al Congreso Futuro para exponer sobre alimentación, aborda el impacto que puede tener para el planeta que las personas prefieran una dieta vegana.
Para la experta, cuidar el planeta va de la mano con la comida que elegimos poner en nuestros platos diariamente. Al respecto, explica que nuestra dieta tiene un impacto directo en el uso del agua, la calidad del aire, la protección de la biodiversidad y también en nuestra salud.
En el ámbito de la salud, Oliveira advierte que “quienes consumen más carne tendrán más riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares” y que además el 50% de las muertes debido a enfermedades crónicas en el mundo son resultado de lo que se consume todos los días.
Además, y en relación al cuidado del medio ambiente, la académica destaca que las dietas no veganas, basadas en lácteos y carnes, son “directamente responsables del 18% de los gases invernaderos que producimos en la Tierra”.
La científica, que lleva más de veinte años dedicados a la investigación en genética, asegura que si todos fuéramos veganos podríamos ahorrar hasta un 75% de la tierra de cultivo del mundo, lo que se traduciría en una disminución del uso del agua y de la emisión de gases invernaderos causantes del cambio climático. Con estos argumentos, la experta concluye que problemas tan urgentes como la hambruna, la obesidad, la deforestación y el calentamiento global podrían solucionarse con un cambio de dieta universal.
Hambruna y obesidad
En el mundo hay casi la misma cantidad de personas hambrientas y obesas, advierte el Director de la Organización para la Agricultura y la Alimentación, José Graziano da Silva, en el marco del Congreso Futuro. Esta contradicción, explica, se debe a que el sistema alimentario que tenemos hoy día no funciona.
Para Graziano, combatir el problema no pasa únicamente por un cambio de dieta universal, sino también por rediseñar las políticas aliementarias. Actualmente, comenta, el desperdicio de alimentos es mucho y, por lo tanto, es necesario generar un desarrollo sostenible en torno a la agricultura. “Los sistemas alimentarios que tenemos no funcionan, están diseñados para otra cosa y no para garantizar una buena alimentación”.
Para enfrentar el problema, propone cuatro directrices esenciales: la producción eficiente por medio del uso de nuevas tecnologías y la ciencia; alimentos de mejor calidad; producir alimentos sostenibles que no impacten en el cambio climático y finalmente, que estos sean para todos.
Da Silva menciona que las tres principales muertes en el mundo son por: guerras, tabaco y por problemas relacionados a la obesidad. “El individuo no es libre de comer lo que quiere”, advierte.
Para la Directora del Centro de Políticas Alimentarias de la City University of London, Corina Hawkes, la obesidad continúa siendo uno de los problemas más graves de nuestro tiempo. Al respecto, señala que hoy 30% de los niños en colegios no come fruta y que 44% consume bebidas gaseosas. Hawkes, quien además es Vicepresidenta del Grupo de Trabajo de Obesidad Infantil del Alcalde de Londres, propone la creación de nuevas políticas de alimentación que sean hechas “a la medida de la realidad de las personas” y asegura que hoy el desafío es “poner la alimentación nutritiva en el núcleo del desarrollo de políticas públicas, lo que además puede llevarnos a una mayor prosperidad económica”, concluye Hawkes.