Coca-Cola y Pepsi prometen "grandes progresos" para reducir los residuos plásticos
AFP
Los responsables de Coca-Cola y Pepsico prometieron este jueves en Davos "enormes progresos" antes de 2030 para reducir los residuos plásticos que contaminan la fauna y los océanos.
James Quincey, de Coca-Cola, y Ramon Laguarta, de Pepsi, que pocas veces comparecen juntos, participaron en un debate sobre la "Transformación de la economía del plástico", un tema recurrente esta semana en el Foro Económico Mundial (WEF) de Davos.
Las dos marcas forman parte de la llamada Alliance to End Plastic Waste anunciada en enero y que reúne a unas treinta multinacionales.
"Podemos reducir la cantidad de plástico en el sistema, a la vez en nuestro sector de bebidas y de alimentación", dijo el presidente de Pepsico, Ramon Laguarta.
"Soy más bien optimista, antes de 2030 no habremos resuelto completamente el problema pero habremos hecho grandes progresos", aseguró respondiendo a una pregunta sobre la posibilidad de resolver el problema en diez años.
El presidente de Coca-Cola, James Quincey, también se comprometió con este objetivo y subrayó que algunos países, como México o Sudáfrica, la proporción de botellas recicladas pasó del 10% al 70%.
Sin embargo ninguna de los dos compañías se plantea reducir drásticamente el uso del plástico, como piden algunos defensores del medioambiente.
"Tenemos que recuperar las botellas" de plástico para reciclarlas y crear una economía circular, dijo Quincey, que apuesta por la "innovación" para crear materiales más ecológicos.
"Tenemos la obligación de ofrecer a los consumidores la opción de todo tipo de recipientes", añadió, en referencia a las botellas de plástico, de vidrio o las latas.
Según Quincey, una botella de plástico tiene una huella de carbono inferior a un recipiente de plástico o de aluminio.
Además los poderes públicos están presionando en este sentido.
Es el caso de la Unión Europea, que tiene previsto prohibir a partir de 2021 los productos de plástico de un solo uso que representan el 70% de los residuos que acaban en los océanos y las playas.
"Al final, si crees que es lo correcto y hay que hacerlo, es mejor admitirlo y seguir adelante en vez de esperar que el tren descarrile", dijo Quincey.