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Vladimir Voevodsky, el matemático rebelde que redefinió el signo de igual

Vladimir Voevodsky, el matemático rebelde que redefinió el signo de igual
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El ganador de la Medalla Fields, considerada el Premio Nobel de las matemáticas, murió a los 51 años por motivos desconocidos el viernes pasado en la Universidad de Princeton, Nueva Jersey, donde era profesor desde 2002.

Vladimir Voevodsky, ganador de la Medalla Fields, considerada el Premio Nobel de las matemáticas, murió a las 51 años por motivos desconocidos el viernes pasado en la Universidad de Princeton, en Nueva Jersey, Estados Unidos, donde era profesor desde 2002.

Nacido en Moscú, tuvo una relación turbulenta con la escuela en su época de estudiante, pues fue expulsado o faltaba a clases por considerarlas una pérdida de tiempo.

Hijo del director de un laboratorio de física experimental en la Academia Rusia de Ciencias y de una profesora de química de la Universidad de Moscú, Voevodsky estudiaba matemáticas por su cuenta.

Sus investigaciones eran tan buenas que fue invitado por la Universidad de Harvard, de Cambridge, Massachusetts, aunque él no pidió admisión.

Después se convirtió en profesor en la Universidad de Princeton. Y en 2002, con 36 años, ganó Medalla Internacional para Descubrimientos Sobresalientes en Matemáticas, más conocida comola Medalla Fields, considerada el Premio Nobel de las matemáticas.

Voevodsky durante una conferencia (Foto: Amy Ramsey/IAS, Princeton)
Voevodsky durante una conferencia (Foto: Amy Ramsey/IAS, Princeton)

Voevodsky realizó innumerables aportaciones a ese campo, pero hubo una fundamental.

"Redefinió el signo de igual, que es lo más elemental cuando se aprenden matemáticas; esto es, que una cantidad es igual que otra. Él hizo que fuera más entendible para las computadoras", le explica a BBC Mundo Chris Kapulkin, quien colaboró con Voevodsky en diferentes investigaciones.

El llamado "axioma univalente" es de suma importancia porque ayudó a crear un software que ayudara a los matemáticos a probar sus teoremas, agrega.

"Las computadoras son buenas computando, pueden procesar números muy grandes, pero también pueden ser muy estúpidas. La contribución de Voevodsky ayudó a que una parte de la intuición humana pudiera incluirse en el software".

Kapulkin aclara que el software con este principio tiene ya algunas aplicaciones, por ejemplo en la compañía Intel, pero que todavía no se usa de una manera mayoritaria.

Dice que la revolución está por venir y será un cambio radical, que en los próximos años se volverá parte del día a día.

"Es como si antes escribiéramos los trabajos de investigación a mano. Ahora los escribimos en computadora solo para que se vean más bonitos, pero usando esos principios, se podrá verificar que cada paso es correcto".

Voevodsky en un charla en Princeton (Foto: Andrea Kane/IAS, Princeton)
Voevodsky en un charla en Princeton (Foto: Andrea Kane/IAS, Princeton)

La idea es "sutil, pero genial, brillante", sentencia.

Kapulkin cuenta que incluso a él mismo, siendo ya matemático, le costó trabajo comprender la relevancia que tendría este cambio.

"Antes los matemáticos presentaban sus trabajos y pasaban décadas para que se pudieran detectar errores en ellos, si es que sucedía", dice. Y añade que en parte Voedvodsky podría haberse concentrado en ese trabajo porque "sabía que sus investigaciones eran tan abstractas que nadie podría revisarlas".

"En una forma sencilla, sus innovaciones ayudan que las prácticas matemáticas informáticas sean comprensibles para las computadoras", le explica a BBC Mundo Robert Harper, científico de computación de la Universidad Carnegie Mellon de Pittsburgh, EE.UU.

Harper asegura que era "cálido y modesto, a pesar de sus logros monumentales".

Los expertos también cuentan que Voevodsky siempre ayudó a investigadores más jóvenes y que siempre estaba dispuesto a aprender de los demás. "En cada discusión estaba dispuesto a cambiar sus ideas si alguien le demostraba lo contrario", asegura Kapulkin.

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