"¿Acaso no puedes recordar tu nombre?", solían decirle los colegas de Rob Hackett en broma.
Era fines de 2017 y el anestesista británico había decidido empezar a ingresar a las salas de operaciones con su nombre y profesión escritos en el gorro, algo tan vistoso que era ineludible para sus colegas.
Y esa era justamente la idea: que lo detectaran y leyeran con facilidad.
Un año y medio después, su iniciativa #TheatreCapChallenge ("desafío del gorro de quirófano") se volvió viral y, según Hackett, ya está salvando vidas.
"Desde hace más de 10 años que me enfoco en mejorar la seguridad de los pacientes", cuenta el médico a BBC Mundo desde Sídney (Australia), donde vive desde hace dos décadas.
Su interés en el tema comenzó tras presenciar la muerte de una madre joven por una serie de "peligros que aún existen": "soy consciente de que otra gran cantidad de personas continúa muriendo innecesariamente por estos mismos problemas".
Esos "peligros" o "problemas" se llaman errores médicos.
En Estados Unidos, por ejemplo, los errores médicos son la tercera causa de muerte, según un estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins y publicado en la revista British Medical Journal en 2016.
Y, de acuerdo con la última guía para cirugías seguras de la Organización Mundial de la Salud, la comunicación es la raíz de 70% de los "miles de eventos adversos reportados (dentro de los quirófanos) entre 1995 y 2005" .
Hackett ha sido testigo directo o indirecto de todo ello.
Durante sus 12 años como anestesista, ha sabido de estudiantes a los que piden que terminen una operación porque los confunden con novatos en fase de entrenamiento.
O pacientes que sufren infartos porque no recibieron la compresión torácica (maniobra de primeros auxilios) a tiempo por la sencilla razón de que nadie en la sala quirúrgica se dio por aludido cuando se dio la orden.
Así que se propuso buscar medidas para cambiarlo.
#TheatreCapChallenge
"Conocí la llamada ciencia de los factores humanos a principios de 2015 y el tema me motivó aún más después de asistir a una serie de presentaciones del experto en seguridad médica (Rollin) 'Terry' Fairbanks", cuenta Hackett.
Fue en esa época que intentó introducir en la sala de operaciones lo que definió como "otra iniciativa obvia de seguridad": "Fui sometido a intensas amenazas e intimidaciones por parte del personal de mayor jerarquía dentro de uno de mis propios hospitales".
"Tal vez fue entonces cuando me di cuenta de que había pocas posibilidades de cambio y mejora dentro de los marcos de asistencia sanitaria existentes", agrega.
Abandonó esa idea pero seguía pensando que algo debía cambiar.
La idea de los gorros con nombres llegó de una forma inesperada: leyendo el libro de autoayuda "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas" del estadounidense Dale Carnegie.
"Cuanto más lo pensaba, más obvia y fantástica me parecía la idea", confiesa. "Crea una mejora en la atención al paciente y expone los marcos de atención médica en los que nos basamos para resistirnos al cambio".
Pero a la iniciativa le faltaba masificación.
La idea llegó de la entonces estudiante para partera Alison Brindle, quien propuso usar el hashtag #TheatreCapChallenge en redes sociales, cuenta Hackett.
https://twitter.com/AlisonBrindle/status/975727399143923712
En Twitter, en los últimos dos meses, el hashtag ha sido usado principalmente en Reino Unido y Estados Unidos, pero Australia, España y México le siguen en menciones, según la herramienta Hashtagify.
Además, organismos como las asociaciones de anestesistas de EE.UU. y Australia han apoyado públicamente la iniciativa.
La Asociación Estadounidense de Asistentes Médico Quirúrgicos, por ejemplo, lo agregó a su lista de políticas e informó: "Es una idea simple y gratuita que ayuda a mejorar la comunicación en una emergencia, especialmente en instituciones más grandes donde puede ser más difícil identificar a colegas y caras nuevas".
"Experimento psicosocial"
Cuando Hackett comenzó con la iniciativa, creó un video donde explica que "saber los nombres de las personas y sus roles es una habilidad no técnica esencial para el trabajo en equipo".
En situaciones de emergencia como un paro cardíaco, cuando el personal está corriendo hacia el quirófano, saber "quién es quién" marca la diferencia, continúa.
"Orquestamos al equipo con extrema eficiencia y el paciente tiene mayores probabilidades de sobrevivir".
Desde que se convirtió en "el loco" que lleva su nombre escrito en la frente hasta la actualidad, Hackett ha escuchado numerosas críticas.
Las principales, cuenta a BBC Mundo, son el costo, la falta de evidencia científica para llevar adelante la experiencia y la vergüenza de verse "poco profesional".
Pero Hackett tiene argumentos para cada crítica.
Si bien hoy en día lleva un gorro con sus datos bordados, en un principio simplemente lo había escrito a mano. Por eso, agrega, el costo de implementación es cero.
Respecto a las pruebas, el británico cita una investigación de la Escuela Imperial de Anestesia de Reino Unido presentada en Londres el año pasado que afirma que los cirujanos saben el nombre de menos de la mitad (44%) del personal médico dentro del quirófano.
"Conocer y reconocer a los miembros del equipo por su nombre ha sido cuantitativa y cualitativamente asociado con una mayor confianza, compromiso laboral y resultados clínicos", dice otro estudio publicado el año pasado por la revista British Journal of Anaesthesia.
El trabajo, que analizó el impacto de #TheatreCapChallenge en un hospital en Reino Unido, afirma que el recuerdo de nombres aumenta con los gorros, algo que no sucedió en otro estudio que incluyó una chapa identificatoria en el pecho.
Además, de acuerdo a ese mismo estudio, 94% de los anestesistas y enfermeros apoyaron la iniciativa.
"La reacción de los profesionales médicos ha sido fascinante", confirma Hackett.
Según una encuesta realizada por PatientSafe Network, una organización sin fines de lucro sobre seguridad del paciente que Hackett dirige, 86% del personal apoya la iniciativa.
"El apoyo fue unánime por parte de los estudiantes de enfermería y medicina, aquellos que son nuevos en la atención médica", dice, agregando que lo mismo ha sucedido con los pacientes.
"Sin embargo, el apoyo fue menor entre quienes tienen la mayor influencia: el personal que ha estado en la industria durante más de 20 años", reconoce.
Y es aquí donde entra el factor del profesionalismo y prestigio.
En palabras de Hackett, el #TheatreCapChalleng "es como un experimento psicosocial internacional masivo, que expone fácilmente dónde la cultura de la atención médica está fallando".
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