¿Por qué el trastorno de hiperactividad con déficit de atención se diagnostica menos en mujeres?
La mente de Emily Johnson-Ferguson ha estado siempre a todo correr. Los desórdenes alimenticios que empezó a experimentar cuando era una adolescente fueron e realidad un intento para lograr que su cerebro fuera más lento. Los médicos culpaban lo que ocurría a problemas familiares y de estrés, pero ella sabía que no era así.
Solo el año pasado, a los 42 años de edad, llegó Emily a la raíz de su problema: trastorno de hiperactividad con déficit de atención (THDA)
Pero Emily no está sola en esto. Aunque la imagen estereotípica de este síndrome es un niño brincando de un lado al otro en un salón de clases, esta no pinta la realidad completa. Las chicas también padecen THDA y muchas se quedan sin el diagnóstico y el tratamiento que podría cambiar sus vidas.
El THDA es un desorden de desarrollo neurológico que se presenta de tres maneras: poca atención, hiperactividad-impulsiva, o una combinación de las dos.
Las personas con poca atención pueden olvidar cosas, tener dificultades para organizarse y distraerse con facilidad. Aquellos con hiperactividad y comportamientos impulsivos pueden tener dificultad para quedarse quietos e interrumpen conversaciones de manera constante.
Esta condición se diagnostica usualmente en la infancia, pero la mayoría de las personas no logra superarla por completo. Y para aquellos a los que no se les descubre en la niñez, al entrar en la edad adulta les causa muchos problemas.
"Quedé a mi suerte en la universidad y no me podía concentrar en nada", dice Emily Johnson-Ferguson. Intentó cambiando de cursos, pero no sirvió de nada. La bulimia persistió durante toda su carrera y durante los siguientes 20 años usó alcohol, cafeína y bebidas azucaradas como una forma de automedicación, algo común entre adultos con THDA.
Y a medida que su matrimonio se resquebrajaba, Emily encontraba la vida cada vez más difícil. En un esfuerzo por empezar de nuevo, dejó atrás todos sus malos hábitos. pero no encontró respiro para sus síntomas. De hecho, empeoraron.
En sus peores momentos se quedaba por días seguidos en la cama. "No me podía concentrar en nada".
Déficit de atención
Existe una diferencia concreta en la prevalencia del trastorno en los chicos comparado con el de las chicas.
En un estudio de 2.332 gemelos de diferentes sexos, la psicóloga clínica de la universidad de Washington Anne Arnett encontró que la diferencia de sexos en el diagnóstico podía explicarse por la diferencia en la severidad de los síntomas: los muchachos tendían a tener unos síntomas más severos y extendidos que las muchachas.
"Lo que vemos es, de hecho, una diferencia neurobiológica", dice Arnett. Y agrega: "No está claro por qué es así. Puede ser que niñas tengan un efecto protector a nivel genético".
Pero el tamaño real de la diferencia no es claro.
Cuando se trata de hacer diagnósticos en el mundo real, a los chicos se les realizan más que a los chicas. Cuando se miran los estudios sobre quien reúne los criterios para ser diagnosticado en toda la población, la tasa todavía favorece a los muchachos, pero mucho menos. Dependiendo de en cuál investigación te fijes, la tasa de chicos con THDA comparada con las chicas puede estar entre 2 a 1 y 10 a 1.
"Esto parece indicar que en realidad hay muchas más mujeres afectadas por THDA" dice Florence Mowlem, socia de la consultora de salud Aquarius Population Health. "Pero, por alguna razón que no entendemos, no parecen estar recibiendo los diagnósticos clínicos con la frecuencia de los hombres".
Algunas investigaciones sugieren que la chicas necesitan tener síntomas más severos y visibles que los chicos para que las diagnostiquen. En un estudio con 283 niños entre los 7 y los 12 años, Mowlem y sus colegas se fijaron qué diferenciaba a los niños y las niñas que habían sido diagnosticados de aquellos que tenían mucho de los síntomas pero no habían recibido el diagnóstico.
Mowlem, quien era candidata a doctorado en el momento del estudio, encontró que los padres, en sus propias calificaciones, parecían restarle importancia a la hiperactividad y los síntomas impulsivos de las niñas, mientras que realzaban los de los niños.
También encontraron que las niñas que se ajustaban a los criterios tendían a tener más problemas emocionales y de comportamiento que las niñas que no lo hacían. Esto no era igual para los niños.
En un estudio similar con 19.804 mellizos suecos publicado el año pasado, Mowlen y sus colegas encontraron que las chicas -no los chicos- tenían mayores probabilidades de ser diagnosticadas si sufrían de hiperactividad, de ser impulsivas y problemas de comportamiento.
Las muchachas también pueden ser mejores que los muchachos al tratar de compensar sus síntomas de THDA, lo mismo que son mejores para enmascarar sus síntomas de autismo.
"Es menos probable ver a la niñas saltando por el salón de clases, peleando con sus compañeros y con los profesores", dice Helen Read, una consultora en sicología y THDA para el sistema de salud británico.
"Una niña que hiciera esto sería tan criticada por sus compañeros y por otras personas, que simplemente es mucho más difícil para ellas comportarse de esa manera".
Incluso cuando son hiperactivas, las chicas probablemente son más locuaces o rebeldes. Por ello, tanto los padres como los profesores pueden no darse cuenta que esto es causado por THDA, especialmente porque se espera que las jovencitas sean más sociables que los jovencitos.
Pero se necesita más investigación para saber cuán grande es el problema.
Similitud de síntomas
Si las chicas están en desventaja porque tienen síntomas menos estereotípicos, puede que no sean las únicas: los chicos que sufren de THDA solamente con déficit de atención también pueden que estén siendo menos diagnosticados.
Es un lugar común que las niñas prestan menos atención que los niños. Algo que es un mito, asegura Elizabeth Owens, profesora clínica asistente en el Departamento de Sicología en la Universidad de California-Berkeley (EE.UU.).
Owens dice que la mejor evidencia disponible indica que las tasas de poca atención son las mismas para ambos sexos.
"Lo de ser poco atento es común para ambos, pero tiende a ser poco reconocido y diagnosticado porque generalmente no están causando problemas en el salón de clases", añade.
De hecho, los niños y niñas con THDA se parecen mucho más de lo que se diferencian, dice Owens. "Subraya el hecho de lo serio que es en las niñas. Durante mucho tiempo se le ha descartado".
Una diferencia, sin embargo, es que las chicas con THDA combinado -déficit de atención e hiperactividad- corren un mayor riesgo de ser autodestructivas cuando ingresan a la edad adulta. Las mujeres con la condición también tienden a desarrollar ansiedad y depresión más tarde en la vida.
Como parte de un estudio que empezó en los años 90, Owens y sus colegas siguieron durante dos décadas a 228 muchachas, 140 de ellas con THDA.
En el segundo y tercer seguimiento, cuando las participantes tenían un promedio de edad de 19 y 25 años respectivamente, encontraron que las jóvenes que habían sido diagnosticadas en la infancia con THDA combinado corrían mayor riesgo de autolesionarse o intentar suicidarse.
En teoría, reconocer y tratar THDA de manera temprana debería ayudar mitigar los riesgos, pero Owens dice que no hay evidencia que muestre que esto sea verdad. "Es una condición crónica, no es algo que trates y vaya a desaparecer".
Sin embargo, el tratamiento por THDA puede hace una gran diferencia en el día a día.
Poco después de que Johnson-Ferguson fuera finalmente diagnosticada, empezó a tomar medicamentos, un estimulante llamado lisdexamfetamina.
"Al día siguiente me senté a ver la telenovela", dice. "Fue como caminar en cámara lenta por tres días".
Pero tiene que esforzarse para estar segura de beneficiarse de la medicina: hacer ejercicio, comer sano, beber menos alcohol y dejar la cafeína.
Y ha valido la pena. "La planeación que puedo hacer ahora en el trabajo es increíble. Es como si fuera otra persona", asegura.
Más allá de la medicación, saber que los problemas que has enfrentado toda la vida no son por tu culpa significan liberarse de un gran peso. Sobre su vida antes de ser diagnosticada, Johnson-Ferguson dice que fueron "42 años de sentirse completamente diferente al resto del planeta".
Ahora puede usar los aspectos positivos de su condición -como hiperfocalizarse en proyectos a corto plazo- en una exitosa carrera en marketing de teatro, al mismo tiempo que entiende mejor sus carencias.
Pero no todas tienen tanta suerte. Hasta que no desechemos la imagen estereotípica de cómo luce tener THDA y no se llegue al fondo de por qué tantas jóvenes con la condición no son diagnosticadas de manera correcta, muchas mujeres terminarán viviendo con síntomas que tendrán efectos drásticos en sus vidas sin saber que pueden obtener ayuda.