"Spider-Man: No Way Home", el veredicto de la BBC sobre la nueva cinta del Hombre Araña
Aquí tienes una trivia de fin de año: ¿cuántas películas de Spider-Man ha habido en los últimos 20 años?
Según mi recuento, hubo tres dirigidas por Sam Raimi y protagonizadas por Tobey Maguire, dos dirigidas por Marc Webb y estelarizadas por Andrew Garfield, una animación (Spider-Man: Into the Spider-Verse), y dos estrenos recientes dirigidos por Jon Watts e interpretadas por Tom Holland.
Eso hace que la tercera película de Watts-Holland, Spider-Man: No Way Home (en América Latina "Spider-Man: Sin Camino A Casa"), sea la novena oportunidad que hemos tenido de ver a Peter Parker con su traje azul y rojo, eso sin incluir sus apariciones en The Avengers y Capitán América.
Es cierto que eso parecería ser más que suficiente. Pero la magia de No Way Home es que utiliza todas esas películas anteriores de Spider-Man para su beneficio.
Sí, las referencias a lo que podríamos llamar el Spider-Man de las partes uno a la ocho dependen de la nostálgica lealtad de los fanáticos del Hombre Araña, pero también enriquecen la nueva película, aumentando su profundidad emocional y alcance.
Incluso mejoran las películas anteriores, de manera retroactiva, agregando nuevas facetas a los personajes que pensamos que habíamos visto por última vez y les dan las despedidas trascendentales que quizás no tuvieron la última vez.
Los escépticos de los superhéroes probablemente no se convertirán a este culto.
Pero si tienes algo de amor por el género, entonces No Way Home pondrá una sonrisa tonta en tu rostro durante dos horas, y puede que les salgan algunas lágrimas de los ojos.
El giro más inesperado
Todo comienza con el desenmascaramiento de Spider-Man.
En la era de la dupla Raimi-Maguire, J, Jonah Jameson-interpretado por el magníficamente gruñón JK Simmons- era el editor de un periódico de la gran ciudad.
En una actualización astutamente satírica, regresa ahora como presentador de su propio sitio web de noticias conspirativas. Y todavía detesta al amigable Spider-Man.
Cuando le dice al mundo que Spidey es realmente Peter Parker, el escándalo se desvanece demasiado rápido, pero la mala publicidad es suficiente para evitar que Peter, su novia MJ (Zendaya) y su amigo Ned Leeds (Jacob Batalon) sean aceptados por la universidad de su elección.
Exagerando un poco, Peter le ruega al mago residente de Marvel, Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), que lance un hechizo que borrará su identidad dual de los recuerdos de todos en el universo.
Cualquiera que haya analizado los tráileres o las entrevistas publicitarias sabrá que esas personas incluyen al enloquecido Green Goblin (Willem Dafoe) de la primera película de Spider-Man de Raimi, al altivo Doctor Octopus (Alfred Molina) de la segunda, más Electro (Jamie Foxx) de El Sorprendente Hombre Araña 2: La venganza de Electro.
A ellos se unen otros personajes, pero no estropearé la diversión diciendo quiénes son.
Lo que revelaré es el giro más inspirado de la película.
Doctor Strange quiere devolver a estos intrusos a las realidades alternativas a las que pertenecen, pero Peter se da cuenta de que en esas realidades, los supervillanos serán asesinados en peleas con Spider-Man.
En lugar de enviarlos a la muerte en otra dimensión, insiste en intentar reformarlos. Su misión, como él dice, no es "patear traseros", sino "salvar traseros".
No al apocalipsis
Por supuesto, esta es una idea desastrosamente temeraria, pero supone un cambio refrescante con respecto a los esquemas de destrucción masiva de la mayoría de las películas de superhéroes.
Y, en su noble ingenuidad, el plan de Peter devuelve la historia de Spider-Man al tema que definió los cómics originales: los sacrificios, las dolorosas consecuencias y las grandes responsabilidades que conllevan un gran poder.
Si las dos últimas películas de Watts-Holland se apoyaron demasiado en las relaciones de Peter con machos alfa como Tony Stark y Nick Fury, éste recuerda que él es esencialmente un chico de Nueva York desaliñado y estresado que está tratando de resolver las cosas por sí mismo.
Es justo decir que Spider-Man: Into the Spider-Verse trató el concepto de universos alternativos de manera aún más brillante en 2018.
También es cierto que si la parte más emocionante de No Way Home es el regreso de personas que estaban en otras películas, entonces no llega a las películas trascendentales de Raimi-Maguire.
Pero no se puede negar la emoción de ver a tantos de los mejores actores de la serie y a los personajes más icónicos juntos.
Los verdaderos superpoderes
Los realizadores también tienen cuidado de no exagerar los guiños al posmodernismo. Entre su química cómica y sus trágicos defectos, hay algo muy humano en estos superhumanos.
Las secuencias de acción de No Way Home son rápidas y frenéticas, pero siempre coherentes, y los efectos digitales que revolucionan la ciudad tras el inicio son espectaculares.
Pero los verdaderos superpoderes de la película son sus interpretaciones entrañables y un guion de Chris McKenna y Erik Sommers que entrelaza la historia de angustia adolescente y la calamidad cósmica con toda la lógica y la agilidad tonal que hacen que los mejores cómics de superhéroes sean tan atractivos.
Además, No Way Home no se trata solo de mirar hacia atrás en películas antiguas. También abre nuevas vías para el Universo Marvel, o el Multiverso Marvel, para ser más precisos.
Hasta ahora, este no ha sido el año más exitoso para los éxitos de taquilla del estudio.
Black Widow, Shang-Chi and the Legend of The Ten Rings y Eternals fueron prometedoras en el papel, pero decepcionantes en la pantalla.
Colectivamente, me dejaron con la sensación de que Marvel se había quedado sin fuerza, al menos en lo que respecta a sus aventuras cinematográficas.
Pero No Way Home me dejó ansioso por ver a dónde podrían ir Spidey y Doctor Strange después, y eso hace que este Spider-Man sea uno de los más asombrosos de todos.