Sexo, amor y creatividad: los ménage à trois más productivos de inicios del siglo XX
¿Cuán modernos son los tríos?
Para muchos, las relaciones consensuadas entre tres o más personas son una de las herencias de nuestro tiempo.
Pero nada mejor para constatar su antigüedad que retroceder en el tiempo. Y ¿qué mejor forma que a través del arte?
Es lo que hace Modern Couples (Parejas modernas), una exposición en la galería de arte Barbican de Londres que, en colaboración con el Centro Pompidou-Metz de Francia, vuelve a examinar las asociaciones creativas entre artistas de la primera mitad del siglo XX.
Con más de 40 parejas (de una larga lista inicial de más de 200), la muestra analiza cómo los experimentos artísticos y literarios de la vanguardia también se acompañaban de ensayos de vida y de amor.
Y uno de los hallazgos más impactantes de la exhibición es cuán fluidas, porosas o expandibles fueron muchas de estas relaciones.
De hecho, un factor común en la exposición es que no abundan las relaciones en base a dos.
"Parejas es un término elástico. Y, por supuesto, las relaciones a tres bandas no son fáciles, aunque hay muchas dentro de esta exposición", comenta Jane Alison, la curadora de la muestra.
Entre los elegidos para la muestra de tríos, algunos conforman un mensaje alegre; otros un tanto tenso.
Algunos llegaron a acuerdos tranquilos dentro de los matrimonios existentes, mientras que otros defendieron una relación abierta como un acto político radical.
Parejas de a tres
Es el caso de PaJaMa, como se conoce al trío que duró 20 años entre Paul Cadmus, Jared French y Margaret French.
Todo comenzó cuando Cadmus, un pintor gay que se hizo conocido por sus escenas de hombres estilizados y musculosos conoció a Jared French (otro pintor figurativo del llamado "realismo mágico") y se convirtieron en amantes.
Pero Jared se casó con Margaret en 1937 y, desde entonces, comenzó una nueva relación fluida de tres vías que también encontró expresión en fotografías que se tomaron conjuntamente.
Se fotografiaron entre sí y junto a sus amigos, pero estas imágenes cuidadosamente compuestas fueron un proyecto privado, que solo se compartió entre sus círculos íntimos, hasta que se hicieron públicas en la década de 1980.
Pero no fueron los únicos.
Un trío que no quería serlo
George Platt Lynes, Glenway Wescott y Monroe Wheeler fueron otros artistas que trataron de explorar también los límites de las relaciones humanas.
Lynes estaba detrás de la lente: sus fotografías homoeróticas en blanco y negro, con una elegancia fresca, tienen algo de candor en sus retratos. No es de extrañar que fue uno de los inspiradores de Robert Mapplethorpe.
Wheeler, que era director de publicaciones del MoMa de Nueva York, ya estaba en una relación con Wescott, un exitoso novelista, cuando Lynes llegó a sus vidas en la década de 1920.
Su ménage à trois no estuvo exento de tensiones: Lynes reemplazó a Wescott en los afectos de Wheeler, o al menos en su cama: a menudo Wescott era el que debía dormir solo.
Wescott también se sintió atraído por Lynes, pero no fue correspondido.
Un extenso extracto de su diario en 1937, reimpreso en el catálogo del programa, transmite su "deseo de roer" al amante de su amante y profundiza en detalles bastante extensos sobre el pene de Lynes.
"Wescott escribió un libro increíble, "The Pilgrim Hawk", que trata sobre su frustración sexual. Monroe Wheeler lo alentó a hacer de sus propias experiencias el tema de su trabajo", explica Alison.
En 1943, después de 17 años, Lynes abandonó la relación, pero Westcott y Wheeler pasaron un total de 68 años no monógamos juntos.
Amor libre soviético
La apertura en las relaciones era vista como un acto político y, por eso, en Rusia, la revolución se extendió al matrimonio: la necesidad de libertad sexual y la liberación de la mujer eran parte de algunas teorías marxistas.
Entre los artistas de vanguardia, el matrimonio monógamo fue considerado bastante burgués.
Fue en aquel entonces, cuando Osip y Lilya Brik vieron a Vladimir Mayakovsky leyendo un poema en una fiesta en 1915 y ambos "se enamoraron apasionadamente de él", según cuenta Emma Lavigne, directora del Pompidou-Metz.
De hecho, se dice que cuando Osip descubrió que Lilya se había acostado con Mayakovsky, le dijo: "¿Cómo puedes negarle algo a ese hombre?"
Mayakovsky finalmente se mudó con la pareja y su ménage à trois fue público.
Duró 15 años, hasta el suicidio de Mayakovksy en 1930, a los 36 años. Más tarde, ese mismo año, Lilya se divorció de Osip.
Aunque la relación puede haber sido duradera, también fue tempestuosa.
Los tres tenían otros amantes y los celos eran un problema para el melodramático Mayakovsky.
Trío a la británica
En Reino Unido, en Bloomsbury Square, otras relaciones poliamorosas también marcaron los derroteros del arte en el siglo XX.
Las hermanas Vanessa Bell y Virginia Woolf diseñaron sus vidas íntimas en nuevas formas, como lo hicieron con la pintura y la literatura.
Vanessa se casó con el escritor Clive Bell en 1907 y tuvieron dos hijos, pero a pesar de que su matrimonio fracasó y ambos tuvieron otras relaciones, nunca se divorciaron y permanecieron en la vida del otro.
Clive organizó dos exposiciones influyentes de postimpresionismo con el historiador del arte Roger Fry, quien, al mismo tiempo, estaba teniendo una aventura con Vanessa.
Fry, Vanessa y el pintor Duncan Grant formaron el taller Omega en 1913, donde fabricaban muebles, telas y cerámicas en colores y patrones fauvistas brillantes y llamativos.
Los afectos de Vanessa se trasladaron a Grant, y juntos se mudaron a Charleston, una granja en Sussex que convirtieron en una obra de arte viva, en la que pintaron todas las superficies disponibles.
Su colaboración artística fue duradera, incluso si su unión sexual fue más fugaz: Grant, aunque tuvo un hijo con Vanessa, generalmente prefería a los hombres.
Su amante, David 'Bunny' Garnett, se unió a ellos para vivir en Charleston.
La granja fue un centro para la creación a lo largo de los años: Fry diseñó un espacio de estudio allí; otro de los amantes de Grant, el economista Maynard Keynes, vivió allí. Clive Bell también tenía su propia habitación.
El caso de los Wolfs
Los Woolf, Virginia y su esposo Leonard, fueron otra pareja poco convencional.
El apoyo entre ambos fue importante de manera creativa: Leonard ayudó a Virginia a sobrellevar el difícil nacimiento de cada nuevo libro y sus problemas de salud mental.
La pareja también creó la Imprenta Hogarth en 1917; Virginia estableció el tipo de letra, mientras que Leonard se encargó de las tintas y la impresión.
Su matrimonio fue afectuoso, aunque se cree que no tuvieron "éxito" en la cama: Virginia no toleraba muy bien la intimidad sexual porque había sido abusada por sus medio hermanos cuando era niña.
Sin embargo, fueron también una "relación abierta": Virginia tuvo un breve pero significativo trato con la escritora y diseñadora de jardines Vita Sackville-West, una situación que Leonard conocía y toleraba.
Si bien hay especulaciones sobre la naturaleza exacta de la relación de ambas, parece probable que fuera sexual y ciertamente romántica.
Virginia inmortalizó a Sackville-West en 1928 en su novela fantástica Orlando, que trata sobre un joven poeta que vive durante tres siglos y se convierte en una mujer a mitad de camino.
La obra se basa en la vida de Sackville-West, Knole y la primera edición contó con ilustraciones de ella y de sus antepasados.
Con su fluidez de género y sus orígenes lésbicos, Orlando se ha convertido en un texto icónico de la cultura queer y es visto como el fruto de una pareja muy moderna.