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Septicemia, la infección por la que perdí la nariz y las piernas

Septicemia, la infección por la que perdí la nariz y las piernas
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Liz Frood tenía buena salud y estaba en forma cuando empezó a sentirse mal, así que pensó que debía ser un virus estomacal. Nada le hizo sospechar que tenía septicemia, o sepsis, una infección grave y potencialmente letal que dejó un impacto profundo en su vida.

Cuando la británica Liz Frood empezó a sentirse mal no se alarmó. Tenía buena salud y estaba en forma, así que pensó que lo que tenía era probablemente un virus estomacal.

"Los temblores que me recorrían todo el cuerpo sí que me parecieron extraños. Nunca había sentido eso antes", admite ante la cámara de la BBC, y cuenta que se convenció a sí misma de que era "un síntoma como de gripe".

Era agosto de 2015 y Liz, académica de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, estaba a punto de sucumbir ante una infección potencialmente letal que mucha gente desconoce, llamada septicemia y también conocida como sepsis.

"Para cuando perdí la sensibilidad en las manos y en las piernas, que además me dolían mucho, yo creo que ya no era capaz de pensar bien sobre qué me estaba pasando", dijo la especialista en egiptología.

Lo que en realidad sufría dejó un impacto profundo en su vida: le hizo perder parte de la nariz y las dos piernas por debajo de las rodillas.

Aunque esas son solo las consecuencias "más visibles y más obvias".

"A veces no reconozco mi propia cara"

"También perdí el oído derecho. Ahora soy totalmente sorda en ese lado", añadió Liz.

"Me tuvieron que reconstruir la nariz, pero ya no siento que sea la mía, está como aplastada. A veces de hecho siento que no reconozco mi propia cara y esa es una sensación muy rara".

"Pero lo más devastador son las manos", dijo.

"Ambas manos tuvieron que ser significativamente reconstruidas. Llevo guantes para cubrir la peor parte de los daños".

Los doctores tuvieron que usar carne de su muslo y de su ingle para reconstruir la amplia zona de tejidos que perdió en sus manos.

Una "asesina silenciosa"

La septicemia es la principal causa de muerte por infección en el mundo.

Cicatrices en el brazo de Liz Frood
Cicatrices en el brazo de Liz Frood

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se produce cuando el sistema inmunológico, o la forma en la que el cuerpo responde ante los organismos infecciosos, se sobrecarga y exagera su respuesta ante una infección.

El problema inicial puede ser leve y comenzar en cualquier parte, desde un corte en un dedo hasta una infección urinaria, por ejemplo.

Pero si no se trata a tiempo puede causar daños catastróficos en el cuerpo, como lesiones en los tejidos, fallo general de los órganos e incluso la muerte.

Se desconoce qué desencadena exactamente la septicemia, que afecta a unos 20 millones de personas al año en el mundo y mata a unos ocho, de ahí que con frecuencia se apode como una "asesina silenciosa".

Por eso diagnosticarla cuanto antes es de vital importancia. Varias investigaciones sugieren que el 80% de los casos de septicemia se puede tratar favorablemente si se diagnostica en la primera hora. Pero si no, con cada hora que pasa se incrementa el riesgo de muerte.

El problema es que identificar un caso de sepsis es difícil, ya que los primeros síntomas varían mucho y además se pueden confundir fácilmente con gripe u otras infecciones, como le ocurrió a Liz Frood.

Ilustración de una infección en la sangre.
Ilustración de una infección en la sangre.

Normalmente los pacientes presentan presión baja y temperatura alta. Según el Fondo de Septicemia del Reino Unido, las 6 señales más comunes de alarma son:

  • Dificultades para hablar o confusión
  • Escalofríos o dolor muscular
  • Ausencia de orina
  • Dificultades severas para respirar
  • Que el paciente se sienta "como que va a morir"
  • Manchas en la piel o decoloración

Casi medio año en el hospital

Cuando Liz finalmente fue al hospital, se quedó allí cinco meses.

Liz Frood, especialista en egiptología y sobreviviente a la septicemia
Liz Frood, especialista en egiptología y sobreviviente a la septicemia

"Cuando ingresé en el hospital mi hijo tenía 11 meses", recuerda Liz. "Era un bebé".

"Cuando salí del hospital todo lo que tenía que ver con tener un hijo, cosas que como padre se espera que puedas hacer, yo sentía que no las podía hacer".

"Esa fue una área de pérdida", admite con tristeza.

"Es lo que es. Y hay que aceptarlo", dice con un respiro al pensar en su situación actual, casi tres años después.

"Solo se vive una vez y tienes que hacer lo posible con lo que te toca", pero "todavía no estoy en el punto en el que pueda ver las nuevas oportunidades que pueden surgir y ver el lado positivo, porque si pudiera volver atrás en el tiempo y tener la vida que tenía antes lo haría en un segundo".

"Pero siempre salen cosas buenas de situaciones como esta...".

 

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