"Saber que era una persona altamente sensible fue el gran cambio en mi vida"
J tenía muy buen trabajo, muy buen sueldo. No sabía por qué, pero tuvo que dejarlo. Su entorno no entendía nada.
Las condiciones objetivas del trabajo eran buenas, pero las subjetivas, muy malas: estaba en el centro de Barcelona, donde había mucho estímulo, ruido, gente, tardaba mucho tiempo en llegar y el ambiente de banca era muy competitivo. Le generaba todo mucho estrés.
Aunque no estaba contento respecto a su decisión, sí que, en general, J se sentía mejor.
Podríamos decir que lo que le pasó a J le podría pasar a cualquiera. La diferencia es que él descubrió que era PAS, siglas para "persona altamente sensible".
"Era una activación emocional y sensorial muy intensa por demasiado tiempo. Estaba teniendo reacciones fisiológicas adversas", cuenta Anna Romeu, la psicóloga de este paciente.
¿Nos podría pasar a todos lo mismo que a J, es decir, saturarnos por un trabajo competitivo, lejos de casa y con un entorno con muchos estímulos? Sí, pero Romeu matiza.
"Es igual que le pasa a todo el mundo, pero con más intensidad. Lo que para todo el mundo es estresante, para la persona con alta sensibilidad lo es con más intensidad y más corto en el tiempo".
En el caso de RosaMar fue más drástico.
"Ya no vivía en mí"
RosaMar Mas también trabajaba en banca. Lo había hecho durante muchos años. Pero cada vez se le hacía más insoportable no solo el ambiente, los estímulos, sino tener que ofrecer productos financieros a la gente conociendo sus historias de vida. Cuenta que tenía demasiada empatía.
"Tenía una sobresaturación extrema. Ya no vivía en mí. Estaba perdida. Era mejor dejarlo todo y quedarme conmigo misma".
Así, rompió con todo: su vida, su pareja, su trabajo. Y se aisló.
"Busqué información para ver qué me estaba pasando, incluso le dije a la doctora de cabecera que me mandara al psiquiatra porque sentía que me pasaban muchas cosas", cuenta.
Dio con Karina Sergell, fundadora de la Asociación de Personas con Alta Sensibilidad de España (APASE), e hizo un taller con ella. "Allí me di cuenta con ella y con mis iguales de que sí que encajaba".
Cuenta a BBC Mundo que entender que era una persona altamente sensible fue un bálsamo total. "Al leer los libros (sobre este rasgo) me dio la sensación de que hablaban de mí. Esto fue el gran cambio en mi vida".
Qué es ser una persona altamente sensible
Los defensores de este término explican que ser PAS no es ni una enfermedad ni un trastorno de la personalidad, sino un rasgo de ella. De hecho, le llaman "tener el rasgo".
"Es una manera de ser, no es un problema", sostiene Anna Romeu.
Esta característica de la personalidad lo describió Eleaine Aron, psicóloga estadounidense, en los años 90 en su libro "The highly Sensitive Person" ("La persona altamente sensible") y lo define a través de lo que llama "los cuatro pilares" de la personalidad.
El primero es la gran capacidad para pensar profundamente, reflexionar sobre todos los temas, explica la psicóloga Anna Romeu, experta en acompañar a personas con alta sensibilidad y autora del libro en catalán "Soc sensible".
El segundo pilar es tener una gran empatía, "la capacidad para ponerse en el lugar del otro, entender las emociones de los demás", explica Romeu.
El tercero es la sensibilidad a las sutilezas desde el punto de vista sensorial, "captar lo que pasa en nuestro entorno más con la intuición".
Estos tres pilares, el sobreanálisis profundo, la empatía y la sensibilidad para captar el entorno, dan lugar al cuarto pilar.
"Como consecuencia de los tres anteriores está la facilidad de saturación por sobreestimulación, que hace que se llegue a un nivel de estrés alto".
Explica Romeu, así como el resto de especialistas consultados, que no basta con tener uno de los pilares o tres, sino los cuatro juntos.
Todo lo que sientes.. multiplicado por 10
RosaMar explica que, a partir de saber que era PAS, empezó a caer en cuenta de cosas más allá de que "no encajaba" o "era rara" o "demasiado empática".
Como tener que estar un domingo entero en cama, con todo a oscuras y en absoluto silencio después de una semana llena de estímulos.
"Mi cuerpo no era capaz de escuchar, leer, ver u oler nada. Estaba agotada".
"Pensamos 10 veces más, enlazamos las cosas, lo que captamos, lo que olemos, escuchamos... Nos vamos a otro mundo. Empatizamos más, sin buscarlo. Y no es lo mismo ver una a una a la gente que entrar en unos grandes almacenes. Llegamos a tanta sobreestimulación que saturamos. Hay quienes les da dolor de cabeza, otros entran en ataque de pánico... Pero es superable", explica.
Así que, una vez supo lo que le pasaba, empezó a ponerle solución.
"Fui al centro comercial un sábado por la tarde. Me expuse de lleno para ver qué me estaba pasando".
"Nada más llegar, empecé a recibir estímulos: el olor a pintura, gasolina, el ruido de las escaleras, el centro que estaba lleno a reventar, niños llorando, músicas, luces... Cuando llegué de nuevo al coche estaba que me caía. Fui a casa, me pegué una ducha y cerré las persianas".
Luego pensó las soluciones: "Ponerme unos tapones para los oídos o auriculares con música de mi gusto, gafas de sol, sombrero si hacía falta para taparme. Pensé en la opción de ir cuando hubiera menos gente. Y estuve yendo por 3 meses de modo semanal. A día de hoy cuando voy ya no llevo nada. Si veo que me agobio, me pongo auriculares y ya está".
La clave, dice, es conocerse y anticiparse a la sobreestimulación. Ella llegó a ese camino a través de terapia y, hoy día, acompaña a otras personas altamente sensibles en este proceso.
Un término polémico
En internet aparecen múltiples tests para descubrir si se es o no persona altamente sensible. Cada vez se ven más personas, entre psicólogos, coachs personales y diversos gurús de autoayuda, hablan sobre el término y sus características.
También hay crítica, como el estudio "Ambigüedades conceptuales y problemas de medición en la sensibilidad del procesamiento sensorial" hecho por Susan Hellwig y Marcus Rothb, ambos del departamento de Psicología de la Universidad de Wuppertal y de Duisburg-Essen (Alemania), respectivamente.
Ellos defienden que sus datos sugieren que las características de las personas altamente sensibles "se superponen en gran medida con los rasgos de personalidad establecidos".
Es decir, con los 5 grandes factores que se usan de modo tradicional para determinar los rasgos de la personalidad de alguien y que son: el factor de apertura a nuevas experiencias, el de responsabilidad o escrupulosidad, el factor de extroversión, el de amabilidad y el factor N, que marca el neuroticismo o la inestabilidad emocional.
Para Hellwig y Rothb, no existe la categoría de persona altamente sensible, sino que "según su relación con la capacidad de reconocimiento de emociones (el rasgo) puede explicarse completamente por el neuroticismo y la apertura a la experiencia".
Romeu defiende "el rasgo" y cuenta que el término "hasta hace pocos años no se conocía y estamos intentando entender qué pasa y cómo funciona el cuerpo para explicar ciertas reacciones. Es un boom por la novedad, pero el hecho de descubrir esto, normaliza y da explicación a cosas que no se entendían".
Y se refiere a que, en consulta, ha tenido pacientes a los que les costaba clasificar.
"Tenían síntomas varios pero no entraban dentro de los trastornos, incluso no estaban respondiendo a medicación psiquiátrica. Y con solo comprobar si eran o no PAS, analizando desde ese punto de vista, las cosas cobran sentido. Es un modo de atender mejor a las personas, de no convertir en patológico lo que no lo es".
Qué hacer si sospechas que eres PAS
Karina Zegers fundó la Asociación de Personas con Alta Sensibilidad de España (APASE) cuando, tras darse cuenta de que ella era PAS, vio que apenas había información.
Explica que hay tests que puede hacerse, "pero es un test binario y si buscas una respuesta es seguro que lo hagas con trampa". Por eso dice que es mejor trabajar a través de los pilares "y excluir que se tenga algún trastorno".
Por lo tanto, además de informarse al respecto, en caso de que algo no encaje, lo mejor es siempre acudir a un especialista.
Anna Romeu también aboga por informarse, ver qué significa esto. "Y luego, adapta tu modo de vida a tu modo de ser en lo que puedas, busca gente como tú, que te entienda y pueda darte consejo".
En cualquier caso, aclara Romeu, "ser PAS te da una explicación, no una justificación. Nada justifica que no hagas un trabajo al respecto si esto significa un problema en tu vida".
Zegers explica que lo importante a partir de aquí es el autocuidado. "Qué te hace bien, qué te hace relajar: mantener las horas de sueño, cortar tu día en pequeños partes, hacer pausas, aprender a decir no. Hay muchas herramientas que cada uno puede aprender a aplicar".
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Qué hacer con los niños
Muchos adultos, nos dicen tanto Anna Romeu como Karina Zeberg, se dan cuenta de que tienen "el rasgo" porque sus hijos lo tienen.
Al igual que con el adulto, lo primero es determinar que no hay un trastorno u otro problema con un especialista.
Así hizo la propia Romeu cuando empezó a ver que su hijo tenía unas características distintas desde bebé.
Por ejemplo, reaccionaba distinto a su hermano mayor a los estímulos del entorno, se molestaba mucho con los ruidos de la casa e incluso se ponía las manos en los oídos para no escuchar el aspirador.
Primero comprobó con el otorrino que no tenía problemas, luego empezó a leer y se puso en contacto con APASE, con quienes descubrió que su hijo era altamente sensible.
Como psicóloga, su consejo para los padres es, primero, que se informen con especialistas y asociaciones. Después, enseñarle al menor a tolerar aquellos estímulos que son inevitables. Y, en el caso de lo evitable, ser permisivos y dejarle actuar según su necesidad.
"Mi hijo en la guardería salía agobiado, pero le fui enseñando qué hacer porque eso no puede evitarlo".
Karina Zegers aconseja darles acceso a cosas artísticas, "que tengan mucho contacto con la naturaleza, mucho reposo, mucho libro, arropar y no criticar, fomentar su empatía si se preocupa por un amigo y alimentar su necesidad de poder contribuir".