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La poderosa mujer encargada de acabar con la corrupción en Volkswagen

La poderosa mujer encargada de acabar con la corrupción en Volkswagen
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La contrataron como parte de la junta directiva de la empresa después del escándalo del Dieselgate para que ordenara la casa. Werner cuenta cómo desarrolló su carrera en una industria dominada por hombres y cuáles son los desafíos de las mujeres para llegar a lo más alto del poder en las grandes firmas.

Hiltrud Werner sabe cómo manejar una reunión llena de hombres.

Como la única mujer en el directorio de Volkswagen, ella es un caso raro en los altos niveles de la industria alemana.

Sin embargo, su ascenso no fue el resultado de un esfuerzo por mezclarse entre los directivos.

Su primera aparición frente a un consejo directivo lleno de hombres fue hace menos de una década en una firma que prefiere no nombrar.

"Recibí un mail muy agradable diciendo que por favor vistiera pantalones, dado que en el directorio no estaban acostumbrados a las faldas", recuerda con una sonrisa.

"Por supuesto me puse un vestido rosado".

Un cáliz envenenado

Con 52 años, entró al consejo directivo de Volkswagen en febrero de 2017, en uno de los momentos más turbulentos en la historia del fabricante de autos.

Como jefa de Integridad, tenía la misión de poner la casa en orden y reformar una cultura corporativa que prefirió cerrar los ojos frente al escándalo del Dieselgate (cuando en 2015 se descubrió que la empresa alteraba los resultados de los controles técnicos de emisiones contaminantes).

En la prensa alemana habitualmente es retratada como una figura del tipo "enfermera jefe", contratada para limpiar el desastre hecho por hombres que deberían haber sabido lo que estaba pasando.

Es una caracterización que a ella no le gusta, señalando que hay mujeres acusadas en algunas de las investigaciones sobre el caso.

Sin embargo, es difícil no ver la ironía de su nombramiento: cuando finalmente una mujer llega a lo más alto de Volkswagen, le entregan un cáliz envenenado.

Volkswagen
Volkswagen

Werner considera un honor que le pidieran encargarse del giro en la empresa, pero no se hace grandes ilusiones.

Hasta ahora, el escándalo de las emisiones le ha costado a la firma cerca de US$31.000 millones y su proyección es que 2019 será el año más difícil en la historia de Volkswagen.

La presión sobre ella no es solo interna. Sus esfuerzos son seguidos de cerca por el supervisor externo designado por la justicia, Larry Thompson, un exfiscal general estadounidense que trabajó en los procesamientos de los ejecutivos de la empresa Enron y cuya misión es evaluar si los programas "éticos" de la compañía son lo suficientemente sólidos como para prevenir más actividades criminales.

Eslogan nazi

Desde la entrevista hecha con Werner para esta nota, Wolkswagen ha enfrentado nuevos titulares negativos.

Su director ejecutivo, Herbert Diess, tuvo que salir a pedir disculpas por hacer referencia a un eslogan nazi, mientras que reguladores estadounidenses interpusieron un recurso legal contra la firma, argumentando que engañó a los inversionistas en el período previo al Dieselgate.

"Aún estamos ocupados en el análisis de la raíz del asunto", explica Werner.

El origen del escándalo, señala, es "complejo" y la empresa sentía que es "demasiado grande como para fallar" y no hubo suficiente reflexión. Los empleados pensaron que lo que hacían, "en el contexto de la firma, estaba bien".

Para tratar de remediar aquello, Werner y su equipo han rediseñado las especificaciones del trabajo que deben realizar más de 2.000 personas, "para asegurar que los roles y las responsabilidades están claras y que todos entienden cuáles son sus obligaciones".

Pero ella no se contenta con desafiar la cultura de una de las mayores empresas alemanas, y tiene su mira puesta en transformar la actitud de sus compatriotas sobre las mujeres en el poder.

Esa tarea puede llegar a ser incluso más abrumadora; Alemania, según explica, fue una de las últimas economías desarrolladas en aprobar una ley antidiscriminación en 2006.

Y hasta el momento en que este artículo fue escrito, ninguna de las mayores 30 firmas del país tenía una directora ejecutiva mujer.

El Índice Reykjavik, una encuesta hecha entre 10.000 personas en los países del G7 (grupo de naciones con gran peso político, económico y militar) detectó que solo el 29% de los alemanes se sentiría cómodo teniendo a una mujer a la cabeza de una gran empresa.

En contraste, el 60% de los británicos dijo que se sentiría muy a gusto.

Consejo directivo de Volkswagen .
Consejo directivo de Volkswagen .

Falta de progreso

Cuando aparece en público exigiendo pago igualitario e igualdad de oportunidades, "la gente cree que soy la jefa de recursos humanos", cuenta.

En otras palabras, no ven su causa como un tema central en la administración de la firma.

La falta de progreso en el terreno comercial, dice, contrasta con lo que ocurre en la política.

Angela Merkel lleva 14 años como canciller de Alemania. Su más probable sucesora, Annegret Kramp-Karrenbauer, es una mujer, y la misma situación se repite con Andrea Nahles, que lidera a sus socios de coalición.

Hiltrud Werner y Angela Merkel tienen algo en común: las dos crecieron en Alemania del Este, donde "más del 90% de las mujeres trabajaban", dice Werner.

Con simpatía, recuerda cómo Merkel fue públicamente desestimada por su predecesor, Gerhard Schroeder, inmediatamente después de su primera victoria en 2005.

Sede central de Volkswagen
Sede central de Volkswagen

"Merkel es vista como neutral en términos de género", comenta Werner. "Siempre viste pantalones, ropa aburrida, se podría decir".

En contraste, la ejecutiva de Volkswagen se esfuerza por hacer lo contrario: "No quiero ser una mujer vestida como hombre, habitualmente visto vestidos de colores".

No tener hijos, le ha ayudado a Merkel a superar algunos prejuicios.

"Nunca ha sido vista como la madre trabajadora que deja a sus hijos en casa", dice Werner.

"Ella no tuvo que superar todas las dificultades que otras mujeres enfrentan cuando están en puestos de liderazgo".

"Por eso aún tenemos un largo camino por recorrer en Alemania, dado que el modelo a seguir, es solo la mitad del modelo".

Angela Merkel
Angela Merkel

Combustible y electricidad en la sangre

Con todo, Werner reconoce que al inicio de su carrera de 28 años en la industria automotriz, tuvo que buscar una "estrategia de sobrevivencia" y tuvo que aprender "el lenguaje de los hombres".

"Si te preguntan qué auto conduces, y respondes uno rojo, es una mala respuesta".

Aprendió a mostrar fotos de su auto a sus colegas, destacando el poder del motor y lo estimulante que es manejarlo en los caminos de los Alpes.

Este ajuste en el discurso, fue una parte de "asegurar que todos entendieran que amas el producto", apunta.

En la medida que Volkswagen intenta reparar su reputación, Werner quiere que los cientos de miles de empleados escuchen el mismo mensaje: que ella tiene los mejores intereses de la industria automotriz en el corazón.

"Tengo mucho combustible en la sangre", dice, haciendo una pausa para referirse al próximo desafío de la empresa.

"Quizás en el futuro debería decir que tengo electricidad en la sangre".

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