La mano humana es extraordinaria.
No solo nos permite arrojar, agarrar o recoger cosas, sino que también es un indicativo de salud.
Evaluando la cantidad de fuerza que una persona puede generar con su agarre de manos, los investigadores pueden comprender la fuerza de una persona, conocer la velocidad a la que envejece e incluso diagnosticar ciertas afecciones de salud, como enfermedades cardíacas y cáncer.
La fuerza del agarre se puede medir usando un dinamómetro, con el cual la persona lo agarra de la misma forma que sostendrían un vaso, con el codo echado hacia un lado y colocado en ángulo recto.
Entonces se exprime el instrumento durante unos cinco segundos. La prueba se realiza en ambas manos, normalmente con tres apretones por mano, y entonces se mide la fuerza media.
Los hombres de entre 20 y 30 años poseen la mayor fuerza, mientras que las mujeres mayores de 75 tienen la menor.
En las personas entre 20 y 29 años, el apretón medio es de 46 kilogramos de fuerza en hombres y 29 kilogramos en mujeres. Esta medida decrece hasta 39 y 23,5 kilogramos respectivamente cuando la persona alcanza entre 60 y 69 años de edad.
¿Qué significa tener menos fuerza en las manos?
Algunas investigaciones han mostrado que tener una fuerza de agarre menor que la media si se compara con el mismo género y rango de edad se asocia a un mayor riesgo de fallo cardiovascular. Una fuerza menor indica cambios perjudiciales en la estructura y funciones del corazón.
De forma similar, un apretón más débil puede predecir una muerte cardíaca, muerte por cualquier otra causa e ingresos en hospitales por un fallo en el corazón.
La fuerza de un apretón de manos también puede ser útil para predecir la supervivencia al cáncer. Aunque la supervivencia se base en otros factores como el tipo de cáncer y el tiempo de diagnóstico, un estudio afirma que sus pacientes tuvieron más posibilidades de superar cáncer de pulmón mientras más fuerte era su apretón.
Ser diagnosticado con cáncer colorrectal, de próstata o pulmón en hombres y mama o pulmón en mujeres está asociado con una reducción de cinco kilogramos de fuerza en la mano en las personas que tienen entre 60 y 69 años.
Este deterioro también se vinculó a un aumento en las posibilidades de morir con cáncer colorrectal en hombres y de mama en mujeres.
La obesidad también está asociada a un apretón más frágil en una etapa más adulta. La presencia de grasa alrededor de un músculo reduce su eficacia.
Un trabajo reciente mostró que las personas que desarrollan diabetes tipo 2 tienen un apretón de manos más débil. Probablemente, esto está causado por la presencia de grasa en los músculos, haciéndolos menos eficientes y consecuentemente provocando inactividad y empeoramiento muscular.
La fuerza de la mano disminuye con la edad. Mientras el cuerpo pierde masa muscular cuando envejece, también pierde fuerza en su mano.
El envejecimiento provoca una disminución de la masa (y función) muscular, a un ritmo de 1% anual a partir de la mediana edad. Esto puede resultar en una pérdida de hasta el 50% de la masa muscular entre los 80 y los 90 años de edad.
Pero el envejecimiento progresa a diferentes ritmos en las personas.
Esto significa que la fuerza de agarre podría disminuir por los cambios relacionados con la edad en el sistema nervioso, donde las señales no viajan tan rápido, o por la pérdida de masa muscular en los brazos.
Otro estudio ha demostrado que la fuerza de agarre reducida en los adultos mayores se asocia con una función cognitiva más baja.
Pérdida muscular
La pérdida muscular ocurre en todo el cuerpo cuando desarrollamos ciertas dolencias de salud y envejecemos.
Sin embargo, la fuerza puede ser difícil de medir en varias zonas, de ahí que las manos sean tan importantes. Su habilidad para producir tanto movimientos refinados como potentes les hace ser un buen indicador general de salud.
Cuando enfermamos, incluyendo diabetes, corazón o cáncer, se reduce la habilidad de nuestros músculos de generar fuerza. También se deteriora la funcionalidad y movilidad de los mismos.
Esto resulta de una combinación de factores, como la reducción de la función del corazón de permitir movimientos prolongados, la pérdida de eficiencia y masa muscular y la fatiga.
Ciertas condiciones de salud también pueden causar fatiga, lo que nos hace menos propensos a movernos y hacer ejercicio, provocando un ciclo de mayor pérdida muscular y disminución de la fuerza.
El cáncer, en particular, puede limitar el funcionamiento de nuestro sistema digestivo, dificultando el consumo de alimentos y reduciendo el apetito.
Los alimentos que comemos, especialmente las proteínas, son importantes para mantener la masa muscular y la fuerza. Sin alimentos adecuados que nos den energía, el cuerpo debe aprovechar sus reservas internas para generarla.
Una de las principales formas en que lo hace es quemando el tejido que no se está utilizando, y el músculo es el combustible favorito para esta situación. La pérdida de masa corporal reduce las reservas naturales del cuerpo y, potencialmente, su capacidad para soportar enfermedades crónicas prolongadas.
Una de las claves para el mantenimiento de la salud y de la fuerza muscular es hacer ejercicio. Los músculos se descomponen si no se usan.
Por ejemplo, es bien sabido que hacer que los pacientes caminen después de una cirugía previene la pérdida de músculos y huesos y reduce la duración de la estadía en el hospital.
De cualquier manera, un fuerte apretón de manos puede ofrecer más información sobre ti de lo que piensas.
Adam Taylor es profesor de anatomía en la Universidad de Lancaster en Reino Unido.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Haga clic en este enlace para leer la nota original en inglés.
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