Nuestro propio sistema inmunológico puede ser un arma fundamental para combatir el cáncer: esa es la premisa detrás de la terapia galardonada este lunes con el Premio Nobel de Medicina 2018.
Y se trata de una terapia que tiene al menos un paciente muy famoso: el expresidente de Estados Unidos Jimmy Carter.
Hace tres años, el exmandatario que en 2002 recibió el Premio Nobel de la Paz, pensaba que solo le quedaban algunas semanas de vida. "Estoy preparado para lo que sea y espero una nueva aventura", afirmó en agosto de 2015 en una rueda de prensa en su natal Georgia. "Esto está en las manos de Dios".
Tenía 90 años y los médicos le acababan de retirar parte del hígado pero también le habían encontrado cuatro focos de melanoma en el cerebro.
Sin embargo, solo cuatro meses después, Carter sorprendía al mundo con la noticia de que no quedaba rastro de cáncer en su organismo.
El demócrata que gobernó EE. UU. entre 1977 y 1981 se había sometido a radioterapia y a un tratamiento con pembrolizumab, un medicamento que prepara al sistema inmunitario para que combata los tumores. A los tres meses, los facultativos decidieron dejar de administrárselo: los escáneres arrojaban que Carter estaba libre de la enfermedad.
El guardián de nuestro cuerpo
El pembrolizumab es una medicina desarrollada a partir del descubrimiento del japonés Tasuku Honjo, uno de los inmunólogos galardonados este año con el Nobel de Medicina.
Tanto él como el estadounidense James P. Allison estudiaron, cada uno por su cuenta, como una proteína le sirve de freno a los linfocitos T, las células principales de nuestro sistema inmunitario.
Los linfocitos T son un tipo de glóbulo blanco que nace en la médula espinal y circula por nuestro organismo a modo de guardián protector. Cuando encuentra alguna amenaza, por ejemplo un virus, comienza a actuar para eliminarla.
Honjo descubrió que existe una proteína, la PD-1, capaz de detener al linfocito T de atacar aquello que nos pone en peligro. Allison estudió una que cumple la misma función pero con una estrategia diferente, la CTLA-4, y trabajó en cómo usarla para combatir los tumores.
El método de Allison da buenos resultados contra el melanoma, aunque el de Honjo es más integral, ya que actúa contra una mayor diversidad de cánceres como el de pulmón o el renal.
En el caso de Carter, se usó el pembrolizumab, que inhibe la PD-1.
El melanoma anula la capacidad de ataque de los linfocitos T, pero el pembrolizumab corta este efecto y permite a las células combatir el tumor sin que la proteína las detenga.
Además, el medicamento funciona como anticuerpo, provocando a estas células inmunitarias para que actúen.
El pembrolizumab no es el único fármaco que ha surgido de estos descubrimientos premiados con el Nobel. Ahora existen otros que también dan esperanzas a quienes tienen un cáncer avanzado y que antes era incurable.
Aunque no siempre funcionan para todo el mundo, pero en algunos pacientes ha sido muy eficaz, eliminando el tumor al completo incluso cuando ya había comenzado a extenderse por el cuerpo.
Carter es uno de ellos. No solo sobrevivió al cáncer sino que hoy, a sus 94 años, continúa con su actividad de apoyo social y promoción de la democracia a través del Centro Carter.