En 1962 una mujer japonesa, Utako Okamoto, creó con su esposo un potente fármaco llamado ácido tranexámico, con el que estaba convencida de que podría evitar la muerte por hemorragia de muchas mujeres que daban a luz.
Ese fue el principal motivo por el que desarrolló la medicina.
Pero en el Japón de postguerra, en el que no abundaban las científicas, Okamoto no logró convencer a los doctores locales de que hicieran un ensayo clínico con las mujeres que sufrían hemorragias postparto.
Así que el fármaco acabó en manos de una compañía farmacéutica que lo promocionó para tratar la reglas de sangrado abundante. Y así fue como el ácido tranexámico quedó semiolvidado durante décadas.
Más de medio siglo después, la hemorragia postparto es la principal causa de muerte materna en el mundo: se estima que cada año 100.000 mujeres mueren desangradas poco después del parto,1 cada 6 minutos.
Pero ahora un amplio estudio de la Escuela de Londres de Medicina Tropical e Higiene acaba de darle la razón a Okamoto.
Eficaz, seguro y encima barato
"El ácido tranexámico puede reducir en un tercio el riesgo de que una mujer muera desangrada", le dijo a la BBC Haleema Shakur , la investigadora que coordinó el estudio, cuyos resultados acaban de ser publicados en la prestigiosa revista médica The Lancet.
Desempeña la función opuesta a un anticoagulante. Se administra como una inyección y debe ser utilizada en un período de tres horas después del parto.
Tras una investigación en la que participaron 20.000 mujeres de 21 países, los investigadores confirmaron que el fármaco es, en efecto seguro y eficiente, porque detiene rápidamente las hemorragias al ayudar a mantener intactos los coágulos que se forman naturalmente en la sangre.
Por si eso fuera poco, es muy barato, entre otros motivos porque es fácil de producir y porque ya no tiene patente.
De hecho, el ácido tranexámico ya está ampliamente disponible en muchos países, en cientos de productos genéricos que están dirigidos principalmente a las mujeres que tienen períodos de sangrado muy abundante.
En Reino Unido, por ejemplo, donde puede adquirirse sin receta médica, cuesta menos de US$4 y en Pakistán un cuarto de esa cantidad.
Además de barato, el ácido tranexámico tampoco tiene efectos secundarios que aumenten el riesgo de muerte de las mujeres por otra causa durante el sangrado, según el estudio.
Un uso potencialmente inmediato
Según le dijo a la BBC la investigadora Haleema Shakur, su uso para prevenir la muerte por hemorragia postparto podría ser inmediato, dado que el fármaco ya se utiliza como medicamento.
Normalmente, dice la científica, pueden pasar 10 años desde que se hace un experimento clínico hasta que se implementa el uso de un medicamento en humanos.
Pero en este caso no habría por qué esperar, según Shakur.
La investigadora de hecho señaló que en 2010 otro estudio probó la utilidad de este mismo fármaco para tratar la hemorragia por trauma y en cuestión de dos semanas tras los resultados las autoridades médicas militares de Reino Unido empezaron a utilizarlo para tratar a los heridos en el frente de batalla.
Según Shakur, para que se adopte el uso del ácido tranexámico en el tratamiento de la hemorragia postparto hace falta que se avance en tres aspectos:
- Que los médicos conozcan los resultados de este estudio
- Que el medicamento esté disponible en los países con los mayores índices de muerte por hemorragia postparto
- Que los ministros de Salud de los respectivos países le den prioridad a este problema
La Organización Mundial de la Salud dijo que actualizaría sus recomendaciones sobre el tratamiento para la hemorragia postparto.
"No debería haber niños huérfanos que crecen sin madre por no tener acceso a un fármaco que cuesta un dólar", le dijo a la BBC el profesor Ian Roberts, uno de los investigadores que participaron en el estudio.
Utako Okamoto, "una inspiración"
El equipo británico de investigadores entrevistó a la creadora del ácido tranexámico al inicio de su estudio.
Para entonces su marido, Shosuke, ya había muerto.
"Va a ser bueno, va a ser eficaz", dijo la científica en un video que grabaron.
"Sin hacer el estudio, yo ya sé que será eficaz".
En medio de la pobreza del Japón de postguerra Utako y su marido decidieron empezar a hacer experimentos con sangre porque podían donar sus propias muestras para el estudio.
"Queríamos trabajar en algo internacional, queríamos descubrir un nuevo fármaco para mostrarle a la humanidad nuestra gratitud", dijo la científica.
"Pensamos que esto sería útil".
Roberts dice que su testimonio lo dejó impresionado y fue una fuente de inspiración.
Okamoto murió en abril del año pasado, a los 98 años, sin haber cumplido aún con su sueño de salvar vidas a una escala masiva.