Se trata de un ciclo en el que probablemente no has pensado mucho, pero es esencial para el ser humano.
La leche que le pones al café o al cereal en el desayuno, ¿de dónde viene? ¿Cuál es el origen de la carne que comes o el queso que utilizas en tu sándwich?
Es la hierba: la vaca se alimenta de esa pequeña planta y es así como todo comienza.
"Los seres humanos somos hierba carnificada. La domesticación de la variedad silvestre de esa planta es nuestro punto de partida como especie", afirma Tim Dee, autor del libro "Cuatro Campos", dedicado al análisis de hábitats en distintas partes del mundo.
Y añade: "Casi todo lo que vive en la Tierra, tiene alguna vinculación con la hierba. Tres de los principales alimentos que cosechamos y consumimos son el arroz, el maíz y el trigo, que pertenecen a esa especie. Es uno de los grandes motores del mundo".
Se han documentado alrededor de 11.000 especies de hierbas que crecen en todos los rincones del planeta.
Cerebros más grandes
Al pensar en esta planta, solemos imaginarlas pequeñas. Pero su tamaño varía, pueden llegar a ser tan altas como un bambú de 30 metros, cuyo tallo se utiliza para la fabricación de mástiles de barcos o pisos de parqué.
Muchas, sin embargo, son de tallo blando, pequeñas y perecen al año de dar su fruto.
En cualquier caso, el que se hubieran convertido en una parte tan importante de nuestra nutrición marcó nuestra evolución.
Cuando nuestros ancestros empezaron a comerlas pasamos de homínidos a humanos. Y cuando las cocinaron, nuestro cerebro cambió.
"En África, hace aproximadamente un millón de años, los elementos fundamentales para la sobrevivencia de los humanos eran el fuego y la habilidad de cocinar", explica Howard Thomas, profesor emérito de biología de la Universidad de Aberystwyth, en el Reino Unido.
"Al cocinar un almidón (la principal reserva energética de una gran variedad de vegetales) se genera, justamente, energía. Un momento clave en la evolución de la humanidad fue el momento en el que se empezó a cocinar la hierba: el tamaño del cerebro empezó a incrementarse", afirma Thomas.
El biólogo señala que, como consecuencia del consumo de almidón, la población se multiplicó por diez en pocos miles de años.
Secretos de sobrevivencia
La historia de las hierbas se remonta 70 millones de años. En ese entonces, las selvas dominaban la vegetación.
Y para subsistir, tuvieron que adaptarse. Lo lograron adoptando la manera de vivir de los árboles que "colonizaban", y cuya variedad era extensa.
"Desarrollaron tres armas. La primera fue su resistencia al fuego, su punto de crecimiento es bajo, lo que implica que el fuego le pasa por encima y puede volver a creer", indica Thomas.
"La segunda es que se adaptaron a los animales herbívoros y al que estos las pisaran sin mayor consecuencia. Y la tercera es que incluyeron a los humanos en su proceso de sobrevivencia: el maíz, por ejemplo, necesita ser cultivado por una persona, quien, a su vez, depende de ese grano para alimentarse", concluye el catedrático.
Curiosamente, las hierbas también comparten algo más con los seres humanos.
"Es fascinante como la molécula de clorofila (presente en todas las plantas) se parece a la de hemoglobina presente en nuestra sangre", comenta el artista británico Dan Harvey, quien se dedica a la creación de piezas de arte con grama como elemento principal.
Y prosigue: "La única diferencia es que en la clorofila tiene magnesio, mientras que la hemoglobina tiene hierro".
Probablemente en eso tampoco habías pensado. De ahora en adelante, cuando veas la hierba, quizás lo hagas de una manera diferente.