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Por qué el Polo Norte magnético de la Tierra se está desplazando, según los científicos 

Por qué el Polo Norte magnético de la Tierra se está desplazando, según los científicos 
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El polo norte magnético de la Tierra ha estado desplazándose rápidamente en los últimos años desde Canadá hacia Siberia.

Un grupo de científicos europeos cree haber descubierto finalmente lo que está causando el movimiento del polo norte magnético.

Y es que en los últimos años se ha estado alejando de Canadá y dirigiéndose hacia Siberia, Rusia.

El desplazamiento ha sido tan rápido que ha obligado a realizar actualizaciones más frecuentes en los sistemas de navegación GPS, incluidos los que utilizan los mapas de nuestros teléfonos inteligentes.

El equipo, dirigido por la Universidad de Leeds, Inglaterra, asegura que el comportamiento se explica por la competencia entre dos masas magnéticas en el núcleo externo de la Tierra.

Cambios en los flujos de material derretido en el interior del planeta han alterado la fuerza de las áreas de flujo magnético negativo.

"Este cambio en el patrón de flujos ha debilitado la parte debajo de Canadá y ha aumentado ligeramente la fuerza del parche debajo de Siberia", explicó el doctor Phil Livermore.

"Es por eso que el Polo Norte ha dejado su posición histórica sobre el Ártico canadiense y ha cruzado la Línea Internacional de Cambio de Fecha. El norte de Rusia está ganando el 'tira y afloja'", le dijo a la BBC.

Tres polos

La Tierra tiene tres polos en su parte superior.

Un polo geográfico, que es donde el eje de rotación del planeta se cruza con la superficie.

El polo geomagnético es la ubicación que mejor se adapta a un dipolo clásico (su posición cambia poco).

Y luego está el Polo Norte magnético, que es donde las líneas de campo son perpendiculares a la superficie. Este es el que se ha estado moviendo.

Cuando lo identificó por primera vez en la década de 1830, el explorador James Clark Ross se encontraba en Nunavut, un territorio autónomo en el nordeste canadiense.

En aquel entonces no iba muy lejos ni muy rápido.

Pero en la década de los 90 empezó a desplazarse a latitudes cada vez más altas, cruzando la Línea Internacional de Cambio de Fecha a fines de 2017. En el proceso, llegó a estar a unos pocos cientos de kilómetros del polo geográfico.

Tierra
Tierra

El modelo anterior no encajaba

Utilizando datos de satélites que han medido la forma evolutiva del campo magnético de la Tierra en los últimos 20 años, Livermore y sus colegas han intentado modelar los vaivenes del Polo Norte magnético.

Hace dos años, cuando presentaron por primera vez sus ideas en la reunión de la Unión Americana de Geofísica, en el estado de Washington, sugirieron que podría haber una conexión con un chorro de material fundido que empuja el polo hacia el oeste desde el núcleo externo.

Pero los modelos no encajaban completamente y el equipo ahora ha revisado su evaluación para alinearse con un régimen de flujo diferente.

"El chorro está ligado a latitudes septentrionales bastante altas y la alteración del flujo en el núcleo externo responsable del cambio en la posición del polo está en realidad más al sur", explica Livermore.

"También hay un problema de tiempo. La aceleración del chorro ocurre en la década de 2000, mientras que la aceleración del polo comienza en la década de 1990".

El avance se ralentizará

El último modelo del equipo indica que el polo continuará avanzando hacia Rusia, pero en algún momento comenzará a disminuir. En su máxima velocidad, ha estado recorriendo 50-60 km al año.

"Nadie sabe si retrocederá o no en el futuro", le dijo el científico británico a la BBC.

La reciente carrera del polo llevó al Centro Nacional de Datos Geofísicos de EE.UU. y al Servicio Geológico Británico a emitir una actualización temprana del Modelo Magnético Mundial el año pasado.

Este modelo es una representación del campo magnético de la Tierra en todo el mundo. Se incorpora a todos los dispositivos de navegación, incluidos los teléfonos inteligentes modernos, para corregir cualquier error local de la brújula.

Livermore y sus colegas se apoyaron fuertemente en los datos adquiridos por los satélites de la misión Swarm de la Agencia Espacial Europea.

El equipo ha publicado su investigación en la revista Nature Geoscience.

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