Finlay MacFarlane se había negado a reconocer que fue víctima de una violación hasta que volvió a encontrase con el autor meses después.
"Mi mundo se derrumbó cuando lo vi", le cuenta a la BBC.
"Me quedé petrificado. Nunca antes había experimentado algo así en mi vida".
MacFarlane es de Edimburgo y tenía apenas 18 años cuando conoció a un hombre en un club nocturno de una ciudad del oeste de Escocia.
Solo había estado en ese local una vez y aquella noche celebraba el cumpleaños de un amigo.
Mientras sus amigos fumaban fuera, él se quedó solo dentro.
"Un desconocido se ofreció a comprarme una copa", dice Finlay.
"Simplemente pensé que era un gesto bonito".
Recuerdos confusos
Después, la noche se volvió borrosa, relata el joven.
Apenas recuerda nada hasta que se despertó a la mañana siguiente sintiéndose muy extraño y ansioso.
Sus amigos le ayudaron a reconstruir parte de la noche, pero le contaron que hubo un momento en el que desapareció. Se dejó su abrigo y su bolso en el local.
Lo habían encontrado en el suelo a las puertas de un supermercado rodeado de gente.
"Aparentemente me encontraba mal, pero no recuerdo nada de eso", asegura.
Los transeúntes querían llamar a una ambulancia, pero sus amigos lo llevaron de vuelta al apartamento donde se estaban alojando.
A la mañana siguiente, un amigo cercano le contó que, cuando lo encontraron, llevaba los botones del pantalón desabrochados y su bufanda atada a la cintura, como si fuera un cinturón.
Él sabía que había algo raro en todo lo que le contaban, pero tampoco encontró ninguna prueba física que le hiciera sospechar de una violación.
A medida que pasaban los días, notó que estaba muy sensible y se enfadaba fácilmente.
"Tenía la sensación de que había pasado algo y como que estaba tratando de sepultarlo", explica.
"Me inventaba miles de excusas para decirme a mí mismo que no había pasado, pero al mismo tiempo estaba atacando constantemente a mis amigos y empecé a convertirme en una persona horrible".
El encuentro
Meses más tarde, el joven volvía en tren de Glasgow, en Escocia, cuando vio a quien le había ofrecido aquella bebida en el bar.
El hombre lo reconoció, cuenta MacFarlane, y comenzó a escribir un mensaje en su celular. Después se lo enseñó.
En él le contaba lo que había ocurrido en su anterior encuentro.
"Fue la confirmación inequívoca de que había sido agredido sexualmente. Me habían violado. Lo único que quería era bajarme del tren, pero no conseguí moverme", recuerda.
"No es que él fuese una persona particularmente imponente o con un aspecto aterrador, era, de hecho, más pequeño que yo. No me intimidaba físicamente, pero aun así me quedé petrificado".
Finalmente logró bajarse del tren y escapar.
Cuando llegó a casa se puso a llorar. "Simplemente me derrumbé", cuenta.
Las secuelas
Fue un momento muy turbulento en su vida. Acababa de cumplir 18 años y nunca había tenido una relación sexual. Tampoco había contado a su familia ni a muchos de sus amigos que era gay.
Él cree que de alguna manera intentó enterrar lo que le había pasado como un mecanismo para superar el trauma. Pero el resultado fue que empezó a tener pesadillas por la noche, era incapaz de acercarse a la gente y le irritaban las bromas más estúpidas.
"Siempre fui una persona muy alegre, carismática y divertida, pero había cambiado por completo", se lamenta.
"Estaba muy decaído. No tienes control sobre tu vida, sobre tu propio cuerpo y sobre las reacciones que tenía".
La escapada
Finalmente el joven se centró en entrar en una escuela de teatro y se marchó a Londres.
De eso hace ya casi siete años, y todavía hoy continúa lidiando con lo que pasó aquella noche.
Ahora ha decidido renunciar al derecho al anonimato que le da su condición de víctima de agresión sexual para poder hacer campaña y crear conciencia sobre la violación masculina.
También busca mejorar la atención que reciben las víctimas.
En todo Reino Unido, los hombres víctimas de una violación son aproximadamente el 5% del total de las agresiones sexuales denunciadas, pero la policía creen que las cifras son mucho más altas.
MacFarlane nunca acudió a las autoridades y ahora se arrepiente de no haberlo hecho.
Él hubiera deseado que la gente que lo encontró aquella noche al lado del supermercado hubiese llamado a la ambulancia, pero una vez que sus amigos se lo llevaron, le preocupaba que su familia pudiera enterarse.
"Quería olvidarlo todo y borrarlo de mi mente", sostiene.
"Me preocupaba lo que la gente pudiera pensar de mí y si solo me verían ya como una persona que ha vivido algo traumático"
En los últimos años, ha decidido admitir lo que sucedió.
"No estás solo"
"Como me sentía culpable por no haber acudido a la policía, pensé que podía pagar mis propios pecados siendo un defensor de otras personas".
Él insiste en que personas como él, que han sido víctimas de una agresión sexual, deben saber que no están solos.
"El problema es que la gente no habla abiertamente y te sientes alienado", dice.
"Yo los alentaría a que comiencen a hablar sobre el tema porque cuanto más lo hagan, más podrán eliminar todas las capas que se han echado encima para intentar superarlo".
Sabe que la mayoría de las víctimas de agresión sexual son mujeres, pero la suposición de que los hombres no sufren este tipo de delitos es errónea.
"Le sucede a hombres y mujeres de la misma manera", dice.
"No es tu culpa y no hiciste nada malo. Es un crimen y es horrible", concluye.