Los tomates no están ayudando. En lugar de crecer sobre la rejilla, las plantas se están entrelazando por todas partes sobre el lecho del jardín y se inclinan, amenazadoramente, sobre una joven vid.
En una cálida tarde de agosto, Pauline Benetti y Diane Kelsey intentan enseñar a la planta a trepar atando sus tallos a la estructura de madera y metal.
Es temporada alta para los jugosos frutos rojas, pero estos dos voluntarios no solamente están luchando con estas plantas para concluir la cosecha de final de verano. Quieren conseguir que los tomates crezcan en la dirección correcta dentro del invernadero a lo largo de todo el año.
Su trabajo forma parte de un programa de cinco años realizado por la Asociación de Invernaderos Geotérmicos (GGP, por sus siglas en inglés) en Pagosa Springs, Colorado.
La organización, en coordinación con esa localidad del sudoeste de Colorado, está convirtiendo las aguas termales más profundas del mundo en algo mucho más que un destino turístico: está usando esa fuente de energía renovable para cultivar alimentos para la comunidad durante todo el año.
Pagosa Springs es una localidad bien conocida en el oeste de Estados Unidos por su enfoque único sobre la energía geotérmica, la energía derivada del propio calor de la Tierra. El cultivo de alimentos usando fuentes geotérmicas, sin embargo, es una innovación.
Tres invernaderos
En el centro del pequeño pueblo, a orillas del río San Juan, hay tres llamativos invernaderos geodésicos de 13 metros de diámetro cada uno.
Contrastan vivamente con los antiguos edificios de la calle que se encuentra más arriba. Todos albergarán jardines, pero cada uno tendrá una misión distinta.
El primero, el domo de la educación, fue construido en 2016. Es el único de los tres que ya está funcionando. Los voluntarios se detienen allí para podar y plantar cada día. Más de 300 estudiantes lo han visitado para aprender acerca de las plantas y practicar sus habilidades matemáticas y científicas.
"Todo lo que hacemos está enfocado en enseñar agricultura sostenible a la próxima generación y en cultivar alimentos todo el año, lo que es bastante especial (a una altura de 2.180 metros sobre el nivel del mar)", dice Sally High, una exprofesora de ambientalismo y tesorera de la directiva de la GGP.
Las aguas geotermales proceden de los pozos del pueblo, gracias a un acuerdo de acceso hecho con el pueblo.
Un intercambiador térmico dentro de cada invernadero usa el líquido geotermal para calentar el agua corriente, que es canalizada a través de una tubería que atraviesa el suelo del invernadero durante los fríos meses de invierno. Luego, el fluido geotermal regresa a su ruta natural.
Este circuito cerrado es lo más próximo posible al no consumo, lo que quiere decir que prácticamente no se consume agua durante ese proceso, pues la mayor parte de esta regresa a la tierra.
Al mismo tiempo, permite al invernadero mantener una temperatura constante cercana a los 14 ºC en las noches más frías de invierno y a 32 ºC en los más cálidos días de verano (un estanque, ventiladores, un sistema de rocío y las ventanas también ayudan a regular la temperatura).
Eso permite que los calabacines, la col rizada y la remolacha puedan ser cultivados en cualquier momento del año, una ventaja adicional para un pueblo ubicado en una montaña alta, en la que la temporada de cosecha promedio libre de heladas dura menos de 80 días.
El método será similar en el invernadero de la comunidad, cuya apertura está prevista antes de fines de este 2018. Allí, organizaciones civiles locales -como los bancos de alimentos y las asociaciones de veteranos- tendrán sus propios huertos en los que cultivarán alimentos para alimentar a sus comunidades.
El invernadero de la innovación, que empezará a funcionar en 2019, tiene un objetivo distinto.
Contendrá un sistema de cultivo hidropónico, granjas piscícolas y plantas que, juntos, formarán parte de un sistema simbiótico -en el cual los desechos de los peces servirán de abono a las plantas y estas filtrarán el agua de los peces- que usará una décima parte del agua requerida por un método tradicional de cultivo.
Será un ambiente controlado, por lo que el domo estará cerrado al público en general y solo se abrirá para exhibiciones y visitas especiales.
"Los mercados agrícolas funcionan de forma estacional. Eso lleva la agricultura en Colorado a ser muy local y a funcionar todo el año", dice High, quien ve el proyecto de los invernaderos de Pagosa como un motor económico y turístico para esa localidad. "Nuestros recursos geotermales están subutilizados y subvalorados".
Energía abundante y subutilizada
Los indios UTE descubrieron las aguas terapéuticas del área en el siglo XIX.
Más de un siglo después, en 1982, el pueblo, con la ayuda del Departamento de Energía, creó un sistema de calefacción que usa el agua geotermal para dar calor a unos 60 negocios y viviendas locales y que derrite la nieve en las aceras de esa pequeña localidad (existen unos 20 sistemas similares en otras partes de Estados Unidos).
"Es una fuente de energía que funciona 24/7/365. No es intermitente como la solar o la eólica. El proyecto para su uso directo? es totalmente replicable", dice High.
Pagosa Springs no está sola en el cultivo de alimentos con fuentes geotermales. Pero este proceso aún es poco frecuente en Estados Unidos. Según la revisión más reciente sobre instalaciones de uso directo de energía geotermal en ese país, realizada en febrero de 2017, se censaron apenas 29 invernaderos.
"Algo único de las fuentes geotermales, además de su capacidad para dar energía, es que también pueden proveer de estos otros servicios a una comunidad que permiten que esta sea más autosuficiente", afirma Katherine Young, gerente de programa del NREL para energía geotermal.
La mayor parte de las conversaciones sobre energía geotermal se enfocan en Islandia, donde este recurso natural representa un 25% de la producción de electricidad del país y donde 90% de las viviendas están calentadas geotermalmente.
Otros países europeos tienen acceso a fuentes de energía geotermal temperaturas medias y bajas, lo que de alguna manera las limita, dado que las temperaturas más altas son más apropiadas para la producción de electricidad. Pese a ello, al menos 13 países las aprovechan para sus invernaderos, entre otros usos.
Pero Estados Unidos no ha tomado plena conciencia de su potencial geotermal. De acuerdo con el Departamento de Energía (DOE, por sus siglas en inglés), "Estados Unidos es líder en el mundo en capacidad geotermal instalada, con más de 3,7 gigavatios", la mayor parte de la cual se encuentra en el occidente del país.
Sin embargo, un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts, realizado en 2006, halló que la inversión en tecnología podría llevar a acceder a más de 100 gigavatios en las próximas cinco décadas, cubriendo así más de 10% de la demanda de electricidad del país.
El año pasado, el DOE anunció una inversión de US$4 millones en seis estudios de factibilidad sobre el uso directo de esta energía.
"Hay una tonelada de calor bajo la superficie de Estados Unidos y puede ser aprovechada en todas partes. Esto puede tener un papel significativo en la economía de energía en el país", dice Young.
Beneficios comunitarios
Hasta ahora, el Proyecto GGP ha estado financiado fundamentalmente con subvenciones, incluyendo unos US$174.500 que recibieron recientemente del Plan de Agua de Colorado y de la Junta de Conservación de Agua de Colorado, así como de donaciones.
Pero a medida que se acerca la conclusión del último domo, el equipo quiere contratar un gerente, su primer empleado.
Los recursos provendrán de donantes privados, así como de la venta de los alimentos del domo de la innovación en los restaurantes locales y mercados agrícolas.
Los visitantes también pueden comprar tomates y lechugas del domo de la educación, en los dos días a la semana que está abierto al público. Parte de su producción también termina en los mercados agrícolas.
Durante este verano, los vegetales cultivados en el invernadero de la educación fueron usados en la preparación de las comidas ofrecidas como parte del programa de alimentación gratuita para niños necesitados.
Para los jóvenes locales como Tucker Haines, el invernadero de la educación les permite mucho más que la oportunidad de aprender sobre alimentos y cultivar comidas frescas. Durante el último año escolar, cada lunes este joven de 13 años iba desde la escuela secundaria de Pagosa Springs hasta el parque GGP.
Su profesor de matemáticas pensaba que las actividades prácticas podrían ayudar a que finalmente entendieran las fórmulas y las fracciones que estudiaban en clase.
Así, Tucker y sus compañeros medían los jardines y las plantas y llevaban calendarios en los que apuntaban cuándo las semillas germinaban. También plantaron y recolectaron coles, coliflor y repollo.
"En mi clase de matemática normal me costaba entender bien las cosas", contó Tucker. Sin embargo, de repente, los números comenzaron a tener sentido.
"Esto hizo que disfrutara de las matemáticas", apuntó su madre, Nancy Haines.
La experiencia de Tucker es el tipo de beneficio comunitario que High y el resto de los miembros del proyecto GGP esperaban conseguir cuando iniciaron su misión hace una década.
"Es un laboratorio viviente que tenemos justo allí, en mitad del pueblo", comenta Cindy Schultz, responsable de planeación de Pagosa.
"Esto le da a la gente una idea de lo que es posible", agrega.