En el condado de Staffordhire, en el centro de Inglaterra, hay un bosque protegido por una cerca de tres metros de alto.
Su suelo está atravesado por extraños tubos metálicos. Y, en medio de la hojarasca, están emplazados unos inmensos mástiles que bombardean el entorno con dióxido de carbono.
No se trata del set de una película de ciencia ficción: es parte de un experimento que intenta averiguar cómo responderán estos espacios verdes a los niveles de CO2 estarán presentes en la atmósfera, según estimados, para mediados de siglo.
Intercambio
El rol de las plantas en la absorción de CO2 es una de las grandes incógnitas de la climatología.
El CO2 es un fertilizante, y los investigadores creen que a medida que aumentan sus niveles, los árboles fijarán más CO2 en sus troncos, raíces y materia orgánica en la tierra.
Sin embargo, creen que este efecto fertilizante se limitará en el tiempo en función de otros factores como la falta de nutrientes, la escasez de agua y el aumento de las temperaturas.
Actualmente los bosques y los humanos mantienen un intercambio que los beneficia mutuamente: los árboles se alimentan de CO2, a la vez que lo almacenan.
Si no lo hicieran, permanecería en la atmósfera, y esto haría que aumentara la temperatura del planeta.
¿Hasta cuándo?
Se estima que los árboles almacenan entre un cuarto y un tercio del dióxido de carbono producido por la quema de combustibles fósiles.
Uno de los grandes imponderables en la ciencia del clima es por cuánto tiempo los bosques seguirán amortiguando el cambio climático si los niveles de CO2 continúan aumentando de forma creciente.
Rob Mackenzie, profesor de la Universidad de Birmingham y líder del experimento, acepta que la ciencia subestimó la cantidad de carbono que pueden almacenar los árboles.
No obstante, le dijo a la BBC que si bien estos continuarán absorbiendo CO2 de la atmósfera ,"habrá otros factores que limitarán (esta función)".
"El aumento de las temperaturas también modificará la capacidad de las plantas de absorber CO2 ya que éstas están adaptadas a los niveles de temperatura actuales".
Y aclara que pese al servicio que ofrecen, los bosques no podrán contrarrestar los peligros que trae aparejado el cambio climático.
Cambios
El experimento en Reino Unido es uno de cuatro en diferentes países -uno de ellos es Brasil- que miden el efecto del CO2 en los bosques.
El bosque, llamado Mill Haft, tiene por lo menos 300 años. La especie dominante es el el roble (Quercus robur).
Pero los investigadores observarán también el efecto del CO2 en todo el ecosistema, incluyendo las hojas, el suelo, los insectos y las enfermedades.
El impacto dice Mackenzie se notará en la química de las hojas en los primeros tres días, y en semanas será evidente en el suelo.
"En tres años, el crecimiento de las ramas, la estructura del dosel arbóreo y otra serie de elementos estructurales se verán diferentes en las zonas expuestas a niveles elevados de CO2".
Con el paso de los años, se podrá medir la capacidad de absorción para 2050 y de allí en adelante.
Según Mackenzie, es posible que el experimento revele otros aspectos intrigantes del ecosistema.
Por ejemplo, los árboles en un bosque maduro, en donde hay un equilibrio entre la absorción y la liberación de CO2, podrían adaptarse a un aumento del dióxido de carbono reduciendo sus poros, lo cual los haría más tolerantes a la sequía.
Los optimistas esperan que la capacidad de la naturaleza de absorber carbono pueda servir para ganar tiempo, mientras los humanos empiezan a depender cada vez menos de los combustibles fósiles.