Unas fotos de los dos bebés a las pocas semanas de nacer hicieron dudar a Jessica Allen. Los recién nacidos, que habían considerado gemelos, no se parecían en absoluto: uno tenía la piel mucho más oscura que el otro.
La estadounidense, madre ya de otros dos hijos, había aceptado ser el vientre de alquiler de un matrimonio chino que ansiaba ser padres.
"Al principio creí que la madre biológica me había mandado las fotos para mostrarme cómo crecían", cuenta Allen en una entrevista a la BBC.
Pero unas semanas después de las primeras fotos, Allen recibió más imágenes. Esta vez con un mensaje.
"No se parecen, ¿verdad?", decía el texto.
Allen le preguntó entonces si había pensado por qué eran tan diferentes.
La madre oficial también le dijo a Jessica Allen que estaba a la espera de los resultados de ADN, un requerimiento de la embajada antes de poder regresar con sus dos bebés a China.
A partir de ahí comenzó una espera angustiosa.
Días más tarde, los resultados llegaron y confirmaron la posibilidad más remota: uno de los pequeños tenía ADN del padre biológico, el otro, no.
"En ese momento me asusté y llamé corriendo a mi trabajadora social", le contó al programa de radio Newsday.
La madre de alquiler fue entonces quien se realizó un test de ADN. Una semana más tarde se develó la verdad: ella era la madre biológica de uno de los bebés.
Superfetación
El fenómeno es sumamente extraño pero posible. Se llama superfetación y ocurre cuando una mujer continúa ovulando después de quedarse embarazada.
Se han documentado pocos casos de este tipo.
Y la condición de "madre de alquiler" de Allen hizo que su caso fuera tan doloroso como particular.
"Me rompió el corazón saber que había llevado dentro un bebé que era mío sin saberlo y que otros tuvieron en sus brazos", le contó al diario británico The Independent.
"Inmediatamente después de sacármelos de mi barriga se los llevaron a otra habitación, no los tuve ni un minuto en brazos", le dijo a la BBC.
Y Allen tuvo además que tomar entonces una decisión: quedarse con el bebé que apenas había visto al dar a luz o darlo en adopción.
"Mi marido y yo lo hablamos y decidimos que ese bebé era nuestro y lo queríamos con nosotros", cuenta.
Compensación económica
Recuperar al recién nacido, sin embargo, no fue tan fácil.
El matrimonio chino fue quien firmó los certificados de nacimiento de los dos bebés y, por tanto, quienes tenían todos los derechos.
"Legalmente los niños no eran míos así que no tenían por qué devolvérmelos", reconoce Allen.
Y el matrimonio Liu, que solicitó los servicios de vientre de alquiler, también quería recuperar parte de su dinero.
"Me pidieron que les devolviera US$22.000 para compensar los gastos y la agencia que llevaba el caso sugirió dar al pequeño en adopción para poder hacer frente al pago que yo no me podía permitir", le contó la madre al New York Post.
Finalmente, con un juicio y una dura negociación de por medio Allen y su esposo Jasper se ganaron el derecho a recuperar a su bebé".
"Nos encontramos en el aparcamiento de un Sturbucks", recuerda. "En cuanto la trabajadora social sacó al bebé del coche le dije: 'Dame a mi hijo'".
La familia de Jessica y Jasper tiene ahora cinco miembros. El pequeño Malachi está a punto de cumplir un año.