"Dejaron de suministrarme la oxitocina que facilita las contracciones para poder hacer el examen antes de parir", explica Mar Herraiz.
Así comienza esta enfermera española de 37 años a relatar a BBC Mundo la odisea que vivió el 4 de octubre de 2014, la fecha que la Administración de la Comunidad de Madrid había elegido para las oposiciones (exámenes) para conseguir una plaza fija en el sistema de salud público de la ciudad.
La "mala suerte" hizo que justo un día antes Mar comenzara a sentir los síntomas del parto. Llevaba dos años estudiando.
Avisó al personal que organiza las pruebas y le dijeron que si no se presentaba sería excluida del proceso.
"En aquel momento ni me planteé no hacer el examen, había estudiado muchísimo y era mi oportunidad", asegura.
"Cuando me puse de parto, llamé a la Administración y me aseguraron que alguien acudiría al hospital al día siguiente para que pudiese rendir sin problemas", relata.
El parto fue muy lento y cuando llevaba 20 horas sin dormir y sin comer se presentaron tres miembros del tribunal que vigila la legitimidad de estos test.
"Nunca me imaginé que entrarían en la sala de parto. Pensé que esperarían a que me llevaran a la habitación", exclama todavía perpleja.
La presidenta del Tribunal le pidió a todo el mundo que abandonara la sala, matrona, suegra y marido incluido.
"Sólo se quedó el anestesista porque se negó a abandonar el cuarto", rememora la afectada.
Este tipo de exámenes se realiza bajo estrictos controles de vigilancia y un serio protocolo: todos deben comenzar a la misma hora en todo el territorio nacional.
"La presidenta del Tribunal me dijo que quizás habría que retrasar la hora del examen porque había problemas en otros centros, aunque yo le supliqué porque no aguantaría mucho más antes de dar a luz", cuenta.
Sin ningún tipo de empatía por parte de la examinadora, asegura Herraiz, la prueba comenzó.
"Tenía dos horas para responder 100 preguntas pero me sentía como borracha y no podía pensar bien. Iba respondiendo de forma automática".
Con ocho centímetros de dilatación, un ojo en la hoja de examen y el otro en la pantalla que monitorizaba a la niña, fue contestando como podía cada una de las preguntas.
Mientras lo hacía dice que tuvieron que ponerle una sonda y reforzarle la epidural para que no sintiera tanto dolor.
Cuatro horas y media después de que los examinadores abandonaran el paritorio, nació Julia. Fue un proceso largo y complicado donde la niña tuvo que ser reanimada y se usaron fórceps.
Al final, Mar suspendió y se quedó sin plaza fija en el hospital aunque pudo seguir trabajando de forma interina.
Ese mismo día, en ese mismo centro, otras dos enfermeras con aspiraciones a obtener un trabajo fijo realizaron el mismo examen, pero ellas ya habían sido trasladadas a la habitación después de dar a luz.
El caso en los tribunales
Después de lo ocurrido, Herraiz decidió impugnar el examen, pero obtuvo lo que se conoce como silencio administrativo a pesar de que la Administración está obligada a responder en este tipo de casos.
Volvió a presentar el recurso de impugnación, pero tampoco recibió respuesta y decidió acudir a los tribunales.
"Toda mi familia me decía que hiciese algo al respecto. Yo al principio estaba reticente pero después pensé que no quería que nadie pasase por lo mismo que yo".
Tras varios años y un periplo judicial, los magistrados le han dado la razón y Mar podrá repetir el test.
"Yo sólo quiero que en las bases de este tipo de exámenes se contemplen excepciones en casos de causa mayor como lo fue la mía".
Herraiz asegura que no se trata de una posición feminista. "Ocurre lo mismo si alguien se opera de apendicitis, nadie tendría que pasar por esto".
La sentencia
Los magistrados fallaron a favor de Herraiz dos veces en total después de que la Administración madrileña recurriera el fallo en primera instancia.
La posición de la Administración, han explicado fuentes del gobierno de Madrid a BBC Mundo, es que casos como los de Mar no estaban contemplados en las bases legales y ellos sólo hicieron cumplir la normativa vigente.
En su segundo fallo, los magistrados señalan que ha de anteponerse el sentido común al derecho y destacan el sufrimiento de la candidata fruto de "una mayúscula carencia de sensibilidad".
La sentencia también recoge que lo ocurrido "cercenó los derechos de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y el de acceso en condiciones de igualdad a los cargos públicos".
Desde la Consejería de Sanidad de Madrid le han asegurado a BBC Mundo que la enfermera podrá realizar de nuevo un examen de la misma categoría técnica y el mismo nivel de dificultad.
También reconocen estar pensando en nuevas fórmulas para que en determinados casos excepcionales los candidatos puedan realizar un "examen tipo B" en otra fecha y siempre garantizando los criterios de mérito e igualdad de acceso a la función pública.
El segundo parto de Mar, el de su hijo Kike de casi un año, no tuvo nada que ver.
"Fue una experiencia maravillosa. En la sala estaban sólo quienes debían estar: la anestesista, la matrona y mi marido, que pudo filmarlo todo".